- Nahui Olin, Leonora Carrington, Diego Rivera y Wolfgang Paalen acapararon la atención
- México se solidariza con el Museo Nacional de Río de Janeiro
RedFinancieraMX
Los museos en el mundo resguardan el patrimonio artístico y cultural de innumerables sociedades en el mundo, son los recintos que permiten viajar por el tiempo a los visitantes que acuden a ellos y durante este año que está por concluir destacaron muestras que se agradecen, pero también noticias que preocupan y se lamentan.
Tal es el caso del incendio que en septiembre destruyó el Museo Nacional de Brasil, con 200 años de historia y 20 millones de piezas de las cuales 90 por ciento quedaron convertidas en cenizas.
La actividad en museos de México y allende las fronteras fue dinámica y a la alza, con cada vez mayor difusión y exposición de una enorme variedad de obras y autores.
Una de las muestras más importantes por la relevancia histórica de sus piezas y por la colaboración institucional que representó, fue “Tesoros de la Hispanic Society of America”, exhibida en el Museo del Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México.
En el recinto se presentó una selección de más de 200 piezas que dan cuenta de cuatro mil años de arte y cultura hispánica con manuscritos, mapas, documentos históricos, cerámicas, artes decorativas y esculturas, así como pinturas de Francisco Goya, Doménikos Theotókópoulos “El Greco”, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo y Joaquín Sorolla, entre otros artistas.
Otra exposición de gran importancia en el recinto cultural más importante del país es “Kandinsky: Pequeños mundos”, que hasta mediados de este diciembre había sido apreciada por 100 mil personas que han podido tener una visión panorámica de las obras del artista ruso pionero del arte abstracto.
Y para conmemorar los 25 años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el gobierno de México, entre junio y octubre en el Antiguo Colegio de San Idelfonso se puso a la vista del pueblo mexicano “Vaticano. De San Pedro a Francisco. Dos mil años de arte e historia”.
De las 180 obras de corrientes barrocas y renacentistas provenientes del Vaticano y colecciones mexicanas, entre pinturas de artistas como Rafael y Tiziano, cálices, ropaje y otros objetos sagrados, esculturas, gobelinos, grabados y documentos que disfrutaron gratuitamente más de 100 mil personas, se hizo un catálogo que muestra la importancia de esta exhibición .
El Museo Nacional de Arte (Munal), también en la capital mexicana, rescató la producción artística de Carmen Mondragón por medio de “La mirada infinita”, primera exposición razonada sobre la creadora mejor conocida como Nahui Olin a través de un recorrido por más de 250 piezas entre pintura, acuarela, dibujo, caricatura, fotos y documentos al alcance del público de junio a septiembre.
En ese mismo lapso el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, en Coyoacán, recuperó un lado poco explorado del muralista guanajuatense a través de la exposición “Diego Rivera. Genio, figura y silueta”, un recorrido guiado por la indumentaria que perteneció al artista, como sus sombreros, paliacates, un overol y una chamarra de mezclilla que usaba a menudo.
Una obra de teatro, máscaras inéditas, colaboraciones en cine y con otros artistas, así como obra plástica que por primera vez se presentó en México, entre ellas el autorretrato “La posada del caballo del alba”, se permitió ver en la exposición “Leonora Carrington. Cuentos mágicos” en el Museo de Arte Moderno entre abril y septiembre.
Este año el Museo Nacional de San Carlos, en la añeja colonia Tabacalera de la misma urbe, celebró sus 50 años con “Evocaciones”, un recorrido que de junio a septiembre generó un diálogo entre pintura, grabado, escultura y dibujo, así como entre artistas europeos y mexicanos, además de reflexionar sobre las obras depositada en ese recinto.
El Museo de Arte Carrillo Gil presentó las propuestas y aportaciones del artista austriaco-mexicano Wolfgang Paalen a través de “El gran malentendido. Wolfgang Paalen en México y el surrealismo disidente de la revista DYN”, con 134 elementos de pintura, escultura, dibujos y arte indígena norteamericano y precolombino.
No todo fue color de rosa a la hora de hablar de los museos durante 2018. La tragedia se hizo presente la noche del domingo 2 de septiembre en el Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro.
La Oficina de Prensa de la embajada de ese país en México informó que, por fortuna, en el momento del siniestro estaba cerrado al público el recinto que recién en junio conmemoró el bicentenario de su fundación.
Pero del total de piezas que resguardaba el recinto administrado por la Universidad Federal de Río de Janeiro, aproximadamente 18 millones fueron consumidas por el fuego sin que los cuerpos de rescate pudieran evitarlo.
El Ministerio de Cultura de esa nación subrayó que ese incendio destruyó también el edificio sede del museo más valioso e importante del país, uno de los más visitados en América Latina; las causas que dieron origen a la conflagración están siendo rigurosamente investigadas, han señalado las autoridades brasileñas.
Desde México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia dio a conocer su participación en el esfuerzo que hace la comunidad internacional para tratar de reparar, aunque sea un poco, los daños generados por esta que es considerada una de las más grandes catástrofes culturales del mundo.
Con esa meta se echó a andar la Red Solidaria por la Reconstrucción del Museo Nacional de Brasil-Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), un plan para revitalizar ese espacio y dotarlo de una nueva colección, que le permita continuar su vocación científica, patrimonial y museística.
En esta conformación destacan organismos mexicanos como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y el Museo de Arte Popular (MAP).
Roberto Leher, rector de la Universidad Federal, agradeció los gestos de amistad mostrados por México e hizo una síntesis tanto de los daños ocasionados por el incendio, como del plan que esa casa de estudios puso en marcha desde octubre para reconstruir y reorganizar ese patrimonio.
La gran mayoría de los objetos que se almacenaban en el museo jamás se volverán a recuperar, pero ya son atendidas dos millones de piezas que no resultaron afectadas por el fuego y que representan 10 por ciento del acervo original, entre ellas el meteorito Bendegó y “Luzia”, que con sus más de 10 mil años de edad son de los restos óseos más antiguos en América.
Esta iniciativa busca generar nuevas investigaciones de orden arqueológico, antropológico, biológico y científico en su nación, además de reformular la vocación del recinto para, en agradecimiento, “darle un enfoque más latinoamericano y mexicano”.
La Red Solidaria también permitirá intercambiar experiencias con especialistas del INAH, involucrados en el rescate de los bienes patrimoniales afectados por los sismos de 2017.
Al mismo tiempo se anunció la donación al Museo Nacional de Brasil de un penacho de plumas de papagayo, el cual mide 1.20 metros de alto y que hasta ahora resguardaba el Museo Nacional de las Culturas del Mundo. Ese objeto fue originalmente obsequiado por una comunidad indígena de la selva amazónica al político Luis Donaldo Colosio, otrora representante del gobierno de México en ese país sudamericano.
El director general del INAH, antropólogo Diego Prieto Hernández, entregó al embajador de Brasil la reproducción de una figurilla de Tláloc, cuyo original proviene del sitio arqueológico de El Zapotal, en Veracruz, al igual que un ejemplar del libro “Las culturas indígenas de México, Atlas Nacional de Etnografía”, editado por el INAH.
Ese instituto mexicano prevé donar al Museo Nacional de Brasil otros elementos contemporáneos de arte indígena y popular mexicano, así como más reproducciones, pues legalmente es imposible que los bienes arqueológicos salgan del país.
También el mundo digital ha sumado a ese esfuerzo internacional en apoyo a la nación brasileña. Es el caso del Instituto Cultural de Google, que aplicó la misma tecnología usada para hacer las imágenes de Street View, para que internautas de todo el mundo puedan recorrer las salas virtuales del museo afectado.
Si bien las imágenes digitalizadas del acervo perdido nunca podrán sustituir a las piezas que quedaron hechas ceniza, los usuarios de Internet pueden ver desde sus teléfonos inteligentes, computadoras o tabletas una selección de esos objetos.
Ello es posible gracias a que en 2016 Google y el Museo Nacional digitalizaron parte de su acervo con el fin de “poner en línea esa colección”, pero el objetivo inicial cobró otra dimensión tras la catástrofe y ahora es posible ver cómo era ese recinto antes del incendio.