- Por Glen Rodrigo Magaña
RedFinancieraMX
El camino hacia el 1 de diciembre cuenta con un proceso en el cual, el silencio de la planeación nos mantiene a la expectativa, de a poco las voces surgen, los nombramientos aparecen y el tiempo marca una carrera contra reloj entre dos administraciones con visiones muy distintas. En el tema cultural, los reclamos llegan a oídos sordos de la actual administración y exigencias a una próxima Secretaría que por el momento no puede hacer cambios. Otro aspecto donde la claridad tomará tiempo son los medios, debido a la misma transición, pero que definitivamente será otra la forma de hacer comunicación social, que como su nombre lo indica buscará estar mas cerca de las personas que de las mafias mediáticas.
Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo Federal de México, que fuera la segunda residencia privada de Hernán Cortés y que después de la independencia agrupara los tres poderes de la nación, fue el sitio designado para que el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador y el Presidente Constitucional Enrique Peña Nieto, dieran por iniciado el proceso de transición el pasado lunes 20 de agosto.
Los dos gabinetes se encontraban detrás de los presidentes. Con un vestido azul y abrigo blanco, la próxima secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, aparecía en la segunda fila del grupo de AMLO, y fue desde el domingo 15 de julio, cuando la mujer de la frase “El poder de la cultura” se encontraba en un silencio, aunque inquietante, también prudente. Tal vez parte de esta afonía, fueron dos nombramientos de cuatro que diera a conocer aquel domingo de julio: María Novaro para IMCINE y Diego Prieto, ratificado en el INAH.
Las designaciones causaron reacciones de inconformidad en sectores de estas dos instituciones culturales, pero la realidad es que aún falta que se instituyan los ejes de gobernanza y ajustes en la normatividad cultural.
Una hipótesis sobre la transición de estas dos posturas políticas: por un lado, hemos contado con un sistema corrompido que por fin va de salida y se nos ha acostumbrado a ver al funcionario abusivo y beneficiado por la institución; la próxima administración, por su parte, es una apuesta completamente contraria, ya que buscará atender las causas, designar el recurso público a los programas y objetivos institucionales, así como mostrar a los personajes que dirigirán algún organismo gubernamental como servidores públicos y no como dueños de las instituciones.
El pasado jueves 23 de agosto, tanto Alejandra Frausto como María Cristina García Cepeda, dieron por iniciada la transición en la Secretaría de Cultura, las dos lo anunciaron por Twitter con todo y foto incluida.
Varios medios han buscado a Frausto, y algunos, a los nuevos integrantes destapados para ejercer cargos dentro de esta Secretaría, pero por el momento no darán declaraciones y la razón la entendería en los pasillos del CENART, dentro del marco de la pasada Feria de las Lenguas Indígenas, cuando me encontré a quien será el próximo Director de Culturas Populares, el poeta Mardonio Carballo, quien en respuesta a la solicitud para entrevistarlo sobre su nombramiento, me respondió: “Con gusto, después, por el momento no me es posible, hasta que se formalice”.
Respecto a este tema de entrevistas a servidores públicos, el recién designado Coordinador de Comunicación Social de AMLO, Jesús Ramírez Cuevas comentaría el martes 21 de agosto, cuando el Presidente Electo lo dejara frente a los reporteros al término de su conferencia: “…en estos momentos, mientras no se vayan aterrizando las propuestas, preferimos replegarnos un poco, porque también si se comunican muchas cosas, a veces quedan en el aire o muy vagas”, lo que nos da a entender que poco a poco pero con claridad.
Otro tema que inquieta a los medios, es la situación de la desaparición de áreas de comunicación social de las secretarías, Ramírez Cuevas en una entrevista en televisión el 1 de agosto declararía: “Lo que se ha señalado hasta ahorita y se ha interpretado de manera creo un poco exagerada, es que se van a cerrar las oficinas de comunicación social de todas las dependencias y eso es imposible”.
El licenciado Andrés Manuel López Obrador mencionaría el 21 de agosto que se reducirá el número de las coordinaciones, que no habrá duplicidades y que en varias dependencias no habrá oficinas de prensa.
Lo anterior crea varias interrogantes, pero lo que sí es un hecho es que habrá un ajuste, así como la forma hacer comunicación en el gobierno federal, donde estas áreas serán modificadas para eliminar los excesos y la discrecionalidad.
En este punto de la comunicación social existen otras aristas: por un lado, el grupo de conglomerados o grandes firmas periodísticas que sienten pasos por la reducción en gastos de publicidad, lo que da por resultado que en varios casos distorsionen la información; otros que viven del oportunismo, los del “Peñismo”, que cuentan con sus cheques muy inflados y cuando la nueva administración entre, se verán como lobos vestidos de ovejas, confesándose AMLOVERS en sus “contenidos”; pero son muchísimos más medios, los que desde la resistencia marcan el justo medio, como por ejemplo los comunitarios, independientes o de investigación, que con profunda vocación realizan su labor, sin los absurdos y aparentes protocolos burocráticos para “el acceso publicitario”, ni compadrazgos, ellos, los que comunican desde la libertad, aunque no tengan ni para el camión.