Crisis en España, como contexto de la independencia de México

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  • Norma L. Vázquez Alanís
  • (Primera de dos partes)

RedFinanciera

“Para comprender la historia de México necesitamos estudiar también la historia de España, por lo que antes de abordar lo sucedido en 1821 es necesario remontarnos a los antecedentes más próximos que podemos situar en el año de 1808, que fue un parteaguas en la historia de España y desde luego también de sus posesiones en América”, comentó la doctora Patricia Galeana en la conferencia virtual con la que participó en el ciclo ‘De siglos y centenarios’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.

Con el tema ‘1821. El siglo de la consolidación del Estado mexicano’, la maestra en Historia de México y doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM hizo una vasta exposición de los hechos locales e internacionales que dieron lugar a la consumación de la independencia de Nueva España en 1821, y citó como precedente directo el motín de Aranjuez de 1808 que significó la caída del primer ministro Manuel Godoy, quien gozaba de un poder casi ilimitado en la corte del rey Carlos IV.

Se había generado una crisis dentro de la monarquía española en la cual existía desacuerdo de la nobleza que veía con muy malos ojos a Godoy, y esto llevó a que hubiera una disputa de la Corona española por parte del hijo de Carlos IV, Fernando VII y se pidió la intervención de Napoleón. Ante esta situación se llevaron a cabo las conversaciones en Bayona y se produjo la intervención de Francia; Fernando VII le regresó la corona a su padre y éste la cedió a Napoleón, quien puso en el trono a su hermano José Bonaparte.

Ante el vacío de poder que propició esta situación, hubo una parte del grupo afrancesado de los españoles que colaboró con el gobierno de los Bonaparte, pero desde luego empezó la lucha, que se ha considerado de la independencia de España, en contra de la intervención francesa y en este escenario en las posesiones españolas en América se produjo la incertidumbre de qué hacer, y se formaron juntas que discutieron primordialmente cómo no caer en manos de los franceses y guardarle la corona a Fernando VII.

En este periodo, continuó la doctora Galeana, Fernando VII estuvo primero en Francia, en el castillo propiedad de Charles Maurice de Talleyrand, y ahí asumió una actitud muy anuente frente a las decisiones de los Bonaparte, después de que se dio el debilitamiento napoleónico tras la campaña de herencia y tuvo lugar la expulsión de Bonaparte de Madrid, así como el reconocimiento que hizo el propio Napoleón de Fernando VII quien regresó a España y derogó la Constitución liberal que se habían dado los españoles en Cádiz.

Esta carta magna tuvo dos etapas. En la primera de ellas cuando fue promulgada, hubo participación de novohispanos que fueron muy importantes posteriormente en la vida de México, como Miguel Ramos Arizpe, quien defendió la participación igualitaria entre los peninsulares y los americanos. Sin embargo, en esta etapa la Constitución no abolió la intolerancia religiosa ni tampoco la esclavitud, y no se decía nada de la Inquisición, precisó la también maestra emérita de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

En 1820 se registró en España un movimiento encabezado por Rafael del Riego, quien estaba organizando un ejército; se le había ordenado viajar a América; iba a ir a la Argentina para combatir a los insurgentes allá, pero en lugar de hacer eso se levantó en armas y logró el restablecimiento de la Constitución liberal con reformas muy importantes como la supresión del Tribunal de la Inquisición. Así tuvo lugar lo que en la historia española se conoce como el trienio liberal de 1820 a 1823.

Este conjunto de hechos es un marco indispensable para ubicarnos en qué estaba pasando en 1821, dijo la conferencista.

Etapas del movimiento insurgente

Galeana, quien es autora de 15 libros, hizo un rápido repaso por las etapas que vivió el movimiento insurgente y destacó que tuvo una característica peculiar, porque a diferencia de lo que sucedió en el resto de la América hispana, donde los movimientos independentistas estuvieron encabezados por militares criollos -que aquí hubiera sido el caso si lo hubiera dirigido Ignacio Allende-, mientras que en Nueva España quien que se puso a la cabeza fue un cura ilustrado del bajo clero.

La primera etapa, encabezada por Miguel Hidalgo, tuvo una duración de sólo cuatro meses, tiempo que, de acuerdo con el maestro Edmundo O‘Gorman, miembro del consejo del Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), había bastado para herir de muerte al virreinato de la Nueva España. Y así fue – subrayó la doctora Galeana- pues identificó el principio de libertad con independencia, al tiempo que adoptó una medida que fue vanguardista en todo el continente americano y que sólo se había dado en Haití en 1804: abolió la esclavitud y suprimió las castas.

Una vez ejecutado Hidalgo junto con los primeros insurgentes, encabezó la segunda etapa José María Morelos, otro cura discípulo de Hidalgo que encabezó el movimiento durante dos años y cinco meses. Él convocó al Congreso constituyente y presentó los principios constitucionales llamados Los Sentimientos de la Nación, fue fusilado en 1815 después de que se promulgara la primera Constitución de México, el Decreto constitucional para la libertad de la América Mexicana, que es un texto admirable de 242 artículos hechos por un puñado de 19 diputados que casi nunca estuvieron reunidos pues eran perseguidos por los realistas.

Tras la muerte de Morelos se inició la tercera etapa, que fue de resistencia con una duración de cinco años con dos meses. En esta fase existieron diferentes focos insurgentes que fueron sofocados o bien aceptaron el indulto, hasta que, quien se había considerado imbatible por estar en la sierra del estado que hoy lleva su nombre, Vicente Guerrero, constituyó el núcleo más importante. Y en este periodo se dio cuenta que él solo no iba a poder consumar la independencia y tuvo que negociar con los realistas.

Entonces comenzó la cuarta etapa, que conocemos con el nombre de la consumación, que es cuando se dio la hábil negociación entre realistas e insurgentes que encabezó Agustín de Iturbide y que consiguió pactar con Guerrero.

Antes de comentar sobre tal consumación, la doctora Galeana se refirió al panorama en los demás países de la América hispana en aquel año de 1821. En 1819 se había dado la batalla de Boyacá tras la cual Simón Bolívar entró a Bogotá y constituyó la gran Colombia, a la que posteriormente se adhirieron Panamá, Quito y Guayaquil; las Provincias Unidas del Río de la Plata habían alcanzado ya su independencia en 1821, si bien nada de esto era reconocido por Fernando VII.

En ese año se consolidó también la independencia venezolana en la batalla de Carabobo que encabezó Bolívar; Perú se independizó igualmente; las provincias de Centroamérica declararon su independencia y posteriormente se adhirieron al imperio mexicano, mientras que Juan VI dejaba como regente del imperio de Brasil a su hijo Pedro I, quien se convirtió en emperador. Esto fue lo que estaba pasando en la región hispanoamericana.(Concluirá)