- Por Norma L. Vázquez Alanís
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“La incomprensión profunda de Europa hacia nuestra América, muestra la grandeza de su soledad”, escribió en su libro ‘Hernán Cortés’ (Editorial Lumen de España, 1993) el doctor en Filosofía, escritor e historiador chileno Miguel Rojas Mix, y resume la situación que enfrentaron los pueblos nativos de América ante la llegada de los conquistadores europeos.
Con esta cita inició su conferencia ‘El Hernán Cortés de las islas: aproximación a su gestión’, para miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) reunidos de manera virtual, la doctora en Historia Latinoamericana por la UNAM, Luisa Navarro Tavarez. También tiene estudios de maestría y postdoctorado en las Universidades Olavide, de Sevilla, y de Alcalá de Henares, España, y fue directora de la Escuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
El Hernán Cortés de las islas, afirmó la ponente, es el hombre con posición mediocre en España que en 1504 llegó a la isla de Santo Domingo (La Española, actual República Dominicana), dos años después de que Nicolás de Ovando se estableciera ahí como gobernador en su calidad de comendador de la Orden de Alcántara, la más poderosa de España en ese tiempo.
En un paréntesis, la doctora Navarro explicó que la Orden de Calatrava, una orden militar y religiosa fundada en el Reino de Castilla en el siglo XII y cuyo maestre era el propio rey Fernando II de Aragón, era la más poderosa por tener la mayor cantidad de territorios, pero con el descubrimiento de América, la Orden de Alcántara (creada en 1154) cuyo maestre era el príncipe Juan I de Aragón, pasó a ser la más importante en los reinos de Castilla y Aragón.
El Caribe fue la puerta de entrada para el conquistador Hernán Cortés a las tierras de América, continuó la ponente, y ahí pudo desarrollar sus dotes particulares, porque ya las islas estaban colonizadas y había un gobierno establecido.
Aclaró la doctora Navarro que Cortés no salió de la nada, tuvo un proceso de aprendizaje en las islas del Caribe, incluida Cuba, hasta convertirse en el feroz tigre que refundó lo que ya estaba fundado en Tenochtitlan. El personaje que encontramos en el Caribe -prosiguió- se convirtió en fiera contra todos los que se interpusieran en el camino de sus ambiciones de fama y riqueza.
Recordó la conferenciante que una era la lucha de los países europeos por los territorios allende el mar y otra la de los conquistadores por apoderarse de las riquezas de esas tierras, lo que dio como resultado una confrontación de los pueblos que habitaban América contra los conquistadores españoles, que representaban un nuevo enemigo desconocido, con otras tradiciones y cultura.
En Santo Domingo, desde 1504 se habían establecido los repartos de aborígenes a los colonizadores para que los utilizaran como ayudantes en los trabajos pesados; La Española era la única isla del Caribe colonizada por España, pues desde su descubrimiento en 1492 por Cristóbal Colón se iniciaron los asentamientos. A ese lugar ya “pacificado” llegó Cortés más de una década después de iniciada la colonización, precisó la doctora Navarro.
La muerte de Juan l de Aragón en octubre de 1497 fue un hecho importante, porque en el velatorio Cortés conoció a la reina Isabel y a los personajes destacados de la corte, lo que aunado a que estaba emparentado con todos los que viajaron en la expedición de Nicolás de Ovando a La Española -como la bautizó Colón- le permitió llegar al Caribe.
En la violenta pacificación de las rebeliones en la isla, que llevó al exterminio de los aborígenes, estuvo implicado Hernán Cortés; en La Española posiblemente fue él quien hizo la primera fundición de oro, también ahí se hizo encomendero y tuvo hatos de ganado, con lo cual acumuló fortuna. Dijo la ponente que luego pasó a Cuba, donde gobernaba su padrino y compadre Diego de Velázquez y de esa isla partió con una expedición hacia Yucatán; como no contaba con recursos suficientes para ese viaje, puso su propio capital.
Refirió la doctora Navarro que Cortés escribió sus Cartas de Relación para ensalzar sus hazañas (lo mismo que hicieron muchos de los cronistas, quienes también pretendían obtener favores de las autoridades), pero estaba aplicando los mismos métodos utilizados en las islas para someter a los aborígenes, con lo cual violaba las Leyes de Burgos o Reales Ordenanzas dadas para el buen regimiento y tratamiento de los indios, sancionadas por el rey Fernando ‘El Católico’ en 1512, y que fueron las primeras que la monarquía española dictó para su aplicación en el Nuevo Mundo. Cortés proponía que se instaurara el “depósito” de los naturales a los conquistadores, en lugar de la encomienda.
Sin embargo, Cortés reconocía a los naturales de “tierra firme” como civilizados, porque “saben levantar ciudades, hacen obras de ingeniería y tienen una sociedad ordenada”. El conquistador había hecho sólo dos años de estudios en la Universidad de Salamanca, que no terminó bien por su afición al juego y a las mujeres, pero fue un buen soldado que se fogueó en el Caribe.
Mencionó la doctora Navarro que el título de la conferencia: “El Hernán Cortés de las islas: aproximación a su gestión”, fue una sugerencia muy acertada del doctor Alejandro Chirino Sierra, de la ANHG.
La conferenciante señaló que el poeta chileno Pablo Neruda denuncia al mundo los dolores de un pueblo al que le cambiaron oro por cruz, en su poema Versainograma a Santo Domingo, del cual citó un fragmento:
Vamos a recordar lo que ha pasado / desde que don Cristóbal marinero / puso los pies y descubrió la isla. / ¡Ay mejor no la hubiera descubierto! / porque ha sufrido tanto desde entonces /que parece que el Diablo y no Jesús / se entendió con Colón en este aspecto. / Estos conquistadores españoles / que llegaron de España con lo puesto / buscaban oro, y lo buscaban tanto, / como si les sirviese de alimento. / Enarbolando a Cristo con su cruz / los garrotazos fueron argumentos / tan poderosos que los indios vivos / se convirtieron en cristianos muertos.
Este poema de Neruda pinta de cuerpo entero a Hernán Cortés, porque llegó de España con lo puesto y buscaba tanto el oro, como si le sirviera de alimento, finalizó la doctora Navarro.