Confesiones de un Alcohólico

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  • El Alcohol Me Pidió Todo y se lo Di Todo
  • Por Catalina Guadarrama

RedFinancieraMX

En esta ocasión Gibrán B., nos comenta sus experiencias con el alcohol: “soy de Oaxaca del poblado de Tlaxiaco, el primer contacto con el alcohol fue a los 13 años, con una cerveza, estaba con unos amigos en la calle donde jugábamos futbol, tomamos porque ganamos un partido, tenía un amigo que llegó con un cartón de cervezas, tomé una y me gustó el efecto, sentí alegría, pude reír, me sentí integrado con mis amigos, sentía que pertenecía al grupo de amigos, los sentimientos afloraron, lloré porque no me sentía querido y todo fue fluyendo desde mi interior, cursaba el segundo de secundaria”.

Mi padre no estaba en casa era maestro rural, andaba en los pueblos cercanos. Mi madre era carnicera y se dormía temprano para abastecer el negocio y yo tenía mucho tiempo libre sin supervisión de un adulto, soy el menor de cinco hermanos y nadie me atendía estaba solo, mi madre ocupada todo el tiempo.

El alcohol fue ganando la partida poco a poco , a los 15 años conozco a personas mucho mayores que yo, estudiaba y trabajaba y los patrones llevaban sus cartones de cervezas y me quedaba con ellos después del trabajo, no tenía a qué llegar a la casa, a nadie le importaba y me sentía excelente, reía mucho, en verdad disfrutaba de la bebida.

Comencé a tener problemas en casa, mentí a mí madre, le pido para libros y compraba cervezas, luego me inicio en el robo, primero todas las cosas de la casa para comprar alcohol, empiezo a tener problemas, rebaso la línea de bebedor social a bebedor problema; robaba en mi trabajo también.

Mis padres se dan cuenta, y para no aguantar sus regaños, me voy a Oaxaca y ahí caí en picada hasta llegar a pertenecer al escuadrón de la muerte, era todo un teporocho, me quedaba tirado en la calle, se fue a la basura todo, caigo en una situación deplorable, desahuciado, estaba vagando sin rumbo, ni dirección ya no hubo para el alcohol y aguardiente, Tonaya, de lo que podía, pedí dinero en la calle, comía sobras que alguien me ofrecía o que encontraba, la gente sentía lastima de mí, me miraban, como que querían decirme algo, pero nadie se acercó, como estaba de maloliente, mugroso, la gente seguía su camino y la verdad no me importaba, mientras tuviera como emborracharme.

A los 18 años, sentía que no debía tener una gran culpa, porque no aceptaba la derrota del alcohol, estaba perdido en esa sensación de huir, no estar, no saber… Hasta que…

Fue un domingo, bueno eso creo, estaba vagando en la acera de una iglesia, vi pasar a una señora, que cargaba a un bebé, iba con su esposo, vi una familia, y yo estaba tirado en la calle sin nada, vacío, me puse como loco, en ese momento grité “si existe un Dios , ya no quiero beber”, los señores se fueron rápido, seguí gritando, me fui a  la casa de mi mamá y me dijo “ya llegó mi borrachín”, con lágrimas en los ojos, jamás me había sentido tan miserable, a la edad de 19 años había perdido dignidad, familia, amigos, todo, el alcohol me pidió todo y se lo di todo, los años de convivencia, se fueron por vacío y soledad; el alcohol era la cura.

El alcohol te mata, te relega, estás consciente de todo y después de eso lo sigues consumiendo. Por el alcohol, la familia no estaba, me aislaba, evadía lo bueno de la vida, la calle era mi hogar, me encontraba en un estado de soledad física, te quedas solo, puedes estar rodeado de gente y no estar con nadie, sólo estaba con el alcohol.

Cuando llego AA, ya conocía el grupo, un día llegué a la casa de mi madre, tenía delirios auditivos, y visuales estaba como loco, tenía miedo de la gente.

Tenía miedo de todo, un buen día, llegan unas personas de AA a la casa, le dejan información y luego voy al grupo, me reciben y escucho lo que dicen, y no sabía si me quedaría, porque no creía que era un lugar para mí, escucho un mensaje y me dicen “los mejores días de tu vida están por venir, si decides quedarte”, y regresé al grupo para quedarme, para salvar mi vida, me costó mucho dejar el alcohol, me negaba aceptar que debía hacerlo, vi como varios de mis amigos de parranda y otros teporochos se iban muriendo, el primer año fue difícil,  me ayudaron a reponerme, y me apoyan día a día. Ahí estudié la preparatoria, y tuve mi primera novia en el grupo y ahora estudio una carrera. Mi vida fue bendecida con una hija, y jamás me verá borracho.

Alguna vez pensé que jamás me levantaría, y mira me salvaron la vida en el grupo, quiero que esos jóvenes que andan por ahí tengan la oportunidad, que yo tuve.

Hoy me siento bien, tengo trabajo, una familia, hago servicio en los poblados cercanos, y vamos a los grupos de otros lados para ayudar a jóvenes, con problemas. Me ha costado mucho tratar de vivir una vida sin alcohol, dese hace 9 años, vivo día a día, ya pasó ya quedo atrás, solo por hoy.

El Grupo AA funciona, déjate guiar por los compañeros que ya pasaron por eso, las palabras que me dijeron en AA se hicieron realidad, escucha a tus guías, yo vivo agradecido”.

Alcohólicos Anónimos, Sección México, 

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