Confesiones de un Alcohólico

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  • “No existía nada más importante que el alcohol, mi verdadero amigo”
  • Por Katy Guadarrama

RedFinancieraMX

En esta ocasión, Rudi “N”. nos narra sus experiencias con el alcohol.

Originario de Huehuetán, Chiapas, comienza su historia pausado, pensativo, como poniendo sus pensamientos en orden… así inicia: “bueno desde muy pequeño vi a mí padre tomar, sin embargo, era bebedor social y nunca tuvo problemas. Mi primer trago fue en una fiesta familiar, de los charquitos que van dejando en los vasos, tenía 8 años, me agradó esa sensación de sentirme como si volara, y ese miedo que sentía de sólo pensar que me atraparía mí mamá, porque mí padre no sabía de mi existencia. Así era en cada reunión familiar, furtivamente tomaba.”

“Mi problema se detonó cuando descubro, según yo, que mis padres no me querían, sentía la preferencia de ellos hacia mí hermano y eso me hacía sentir un vacío, incompleto, incomprendido. A los 16 años, empecé tomando con un tío, tomé tres medias y luego, como me gustaba esa sensación de libertad, así estaba completo, sólo necesitaba alcohol para sanar todos mis males y sentimientos, era feliz. Primero era cada semana, luego tres veces por semana, y así iba permaneciendo cada vez más tiempo sumido en el alcohol, aunque solo tomé cinco años, mí enfermedad progresó muy rápido, en ese corto tiempo, me bebí todo el alcohol que me tocaba en toda la vida.”

 Al principio tomaba con amigos, nos divertíamos, hacíamos tonterías, ridículos, incluso nos peleábamos entre nosotros. Pero después como todo alcohólico, ya sin los compañeros de juerga seguía bebiendo solo, por la necesidad de beber, me embriagada para satisfacer la necesidad del alcohol. No existía nada más importante que el alcohol, mí verdadero amigo.

En muchas ocasiones me quedé tirado en la calle, cuando despertaba no conocía el lugar donde estaba y menos sabía cómo había llegado a ese sitio, sin dinero tuve que hacer largas caminatas para regresar a mí casa. También cuando me levantaba después de una borrachera, mí cuerpo temblaba sin poder controlarlo y sólo me sentía bien cuando me la curaba.

En ocasiones cuando me invitaban a las fiestas, era un peligro porque, no me daban suficiente alcohol, yo bebía más rápido de lo que servían, entonces me enojaba y comenzaba a insultar a la gente, entonces dejaba la reunión para embriagarme a mis anchas.

A veces cargaba con cuchillos o desarmadores, que no sabía de dónde los había obtenido, el caso es que, en alguna ocasión, traía un machete y comenzó el pleito con los amigos con los que estaba embruteciéndome y me caí, yo mismo de corte el dedo de una mano, recuerdo a medias que no sentía dolor, sólo veía como brotaba la sangre de mí herida, pero no podía reaccionar.

Andaba con muy malas compañías, y como ya tenía lagunas mentales simplemente se me borraba todo recuerdo, y así en una ocasión recobré el sentido y estaba sangrando de la boca, cuando pude darme cuenta, había perdido la mitad de mis dientes, no supe cómo. Aún con todos estos episodios tan vergonzosos no aceptaba que ya tenía un problema muy grave, pues sólo quería permanecer ebrio.

 Mi mamá me decía” oye hijo yo te traje limpio al mundo y cada que tomas te raspas la cara”, porque siempre me embriagaba de tal manera, que todo el tiempo me caía.

No me puse  a pensar que el alcohol era una enfermedad, no supe cómo terminé la carrera de maestro de primaria, lo cierto, es que gracias a mis compañeros, que se compadecieron de mí, presentaron los exámenes semestrales y finales,  porque permanecía borracho todo el tiempo y el festejo del termino de la carrera duró ocho días, en los que prácticamente no supe de mí, sólo recuerdo que estábamos celebrando los compañeros de generación y de ahí,  hasta que recobré el sentido sólo tirado en la calle.

En ese tiempo mí papá de daba consejos, “mira ya no tomes, ya eres maestro que ejemplo vas a dar”, así fui con mí asesor y le pedí una oportunidad para hacer mi tesis y titularme, y como era conocido en la escuela por mí problema de beber, el profe me dijo, “investiga sobre el alcoholismo, desarrolla un tema y te puede ayudar con tú situación”. Entonces hice mi tesis “El Alcoholismo como un problema Social” y ahí me cayó el veinte, que ya tenía un grave problema con mí manera de beber.

El 29 de junio de 1982, fue mí última borrachera, después de andar perdido de briago por 12 días, porque estaba enamorado de una mujer, y me había rechazado, pues me embriagué para olvidar… casi arrastrándome, salí del lugar donde estaba ingiriendo alcohol, y comencé a vomitar, no podía parar, y para mí asombro, salieron lombrices en el vómito, y dentro de la embriaguez, vi una señal y dije “ya se me salió el mal”.

30 de junio de 1982, llegué a AA por invitación de un amigo y desde ese día ya no volví a beber, llegué a los 21 años, muy joven, por eso entiendo a los jóvenes que nos necesitan, porque viví ese infierno que te carcome por dentro y no te das cuenta.

Los primeros 90 días, de desintoxicación sufrí lo que no deseo le pase a nadie: deliraba, gritaba, sudaba sin control, me tiraba al piso porque sentía que estaba cayendo en un hoyo sin fondo, también tenía alucinaciones, estaba enfermo tanto física como mentalmente. Un médico también AA me ayudó mucho a soportar esta etapa dura etapa, me daba vitaminas porque estaba desnutrido. Y poco a poco sentí el deseo sincero de dejar de beber. En algún momento estuve a punto de recaer, un día del maestro, quería brindar, pero me salí de ahí, me fui a una iglesia a rezar y le pedí a Dios, fuerza para no tomar de nuevo, me dejara continuar con mí labor, y trabajé en el grupo con más ahínco para superar la tentación.

Por experiencia puedo afirmar que todo alcohólico está predestinado en todos los aspectos, sin embargo, la voluntad de cambiar revierte todo, en mí caso me ayudó mucho abordar a la tribuna pues fue parte de mí liberación, así cada que compartía mis experiencias dejaba un poco del mal que me aquejaba.

 Ya cuando me casé no tuve problemas por el alcohol, tengo un matrimonio estable y ahora estoy jubilado, por lo que doy mí tiempo al grupo.

He ayudado a muchos jóvenes, les hablo de mi experiencia y no me cansaré nunca de trabajar con la juventud que ahora enfrenta el alcohol y las drogas, debo seguir pasando el mensaje a quienes ahora están sufriendo, son principalmente jóvenes quienes acuden al grupo, también estoy en el Centra, es un centro de ayuda a los jóvenes para su desintoxicación de alcohol y drogas.

Hace 8 años, tuve la satisfacción de trabajar con dos jóvenes, se rehabilitaron y estoy muy orgulloso porque los dos terminaron carreras de licenciaturas uno maestro y otro es licenciado y eso me ha llenado de satisfacción y los quiero como hijos, aunque soy su padrino.

Sugiero no podemos permitir que nosotros mismos nos destruyamos porque ya hay muchos grupos de autoayuda, no es necesario tocar fondo para rehabilitarse, es posible recomponer el camino a tiempo, y convertirse en personas de bien. Por eso daré mí apoyo a todo joven que llegue al grupo.

 Alcohólicos Anónimos, Sección México,

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