- Para ser narco, hay que parecerlo… lo es
- 3 campañas financiadas
- Por Luis Repper Jaramillo*
RedFinanciera
¡¡Seguirá la corrupción!! desde luego en caso de que gane la elección presidencial, alharaqueó lagartija pestilente, Claudia Sheinbaum Pardo, en un mensaje subliminal, que sus huestes llamaron “lapsus brutus”, pero “corcholata” lo utilizó como amenaza.
-Estaban en la barra de cualquier bar una joven atractiva dispuesta a beber su daiquirí. A su lado un joven fornido, guapetón. No se conocían, sólo coincidieron a la hora, el lugar y la circunstancia.
Ella, lo miró de arriba abajo. Con un dejo de coqueteo, sonrisa agradable. Llevóse a los labios -sin dejar de observarlo- su suculenta copa. Sin más, le soltó estas palabras “usted es bombero”, ¿verdad?
Atraído por tan deslumbrante mujer, devolvió la mirada, de arriba abajo, pues mostraba sexi minivestido, ojos azules, blonda cabellera rubia, zapatillas que enseñaban pies de diosa y uñas pintadas de rojo carmesí. Además, la forma de llevarse el trago a la boca provocó en el varonil acompañante, una reacción seductora, que lo llevó a fantasear, ¡ya la hice!
En tono seguro y afirmativo, respondió a tan contundente cuestionamiento. ¿Cómo lo notó?
Para romper el encanto imaginario del querubín, la sexirubia, dejo su trago en la barra.
-Ah, por las botas, el casco, el uniforme, el hacha, el olor a humo, la manguera, su nombre bordado, la palabra bombero en la chaqueta, ¡¡¡la lampara integrada al caso… y por el camión rojo estacionado fuera del bar!!!
-Mucho gusto, Andrés, le dijo, sólo cuídate y gracias por tus servicios en favor de la sociedad.
La chica se levantó, terminó su daiquirí, tomó su bolso, salió del sitio. En la puerta el novio la esperaba.
Andrés, tragó saliva, terminó su cerveza, cargó hacha y manguera… Derrotado abandonó el bar.
Por simpática o descabellada esta analogía cotidiana, encaja en lo que vox populi denomina, “para ser, hay que parecer” Esto me lleva, no a la reflexión, sino a la explicación razonada de que para ser considerado mundialmente narcopresidente, López Obrador se ganó a pulso la “distinción” pues como describe nuestra colega, Anabel Hernández (periodistas de investigación) en su libro más reciente “La historia secreta de AMLO y el Cartel de Sinaloa”, en el que exhibe que desde 2006, en su primer intento por ser presidente de México, el Peje contó con el financiamiento, patrocinio, maletas con millones de dólares y protección del Cartel de Sinaloa, que regenteaba su “amigo” y padrino Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”.
“Y quien con lobos anda, a aullar se enseña”, dice el refrán. Anabel, confirmó in situ y por filtración de un contacto anónimo al interior del C de S, que no sólo fue para esa campaña, sino que las de 2012 y 2018, el crimen organizado “cooperó” con el Peje -PRD y Morena- para moverse por todo el país, por Madrid, España, etc. en busca de ganar la presidencial, pero no por gracia, sino por compromiso, promesas, corrupción, colusión y entreguismo, que de llegar -algún día- a Palacio Nacional, Andrés Manuel cogobernaría con el crimen organizado, con todas las ventajas, privilegios, decisiones, acciones, mandatos. Tendrían libertad para asesinar, posicionarse (controlan 80% del territorio nacional) 7 carteles, sin que el Estado, ejército, marina, guardia nacional, policía federal, etc. intenten, siquiera, inhibir, atacar, aniquilar, destruir, controlarlos
No es sólo el Cartel de Sinaloa (su padrino), sino otros benefactores: Jalisco Nueva Generación, Los Zetas, Del Golfo, Los Beltrán Leyva, Caballeros Templarios, De Tijuana, etc. quienes influyen en la “Casa del Pueblo”, en decisiones, “decretazos”, ocurrencias, dislates, “iniciativas de ley”, “reformas constitucionales”, robo de las Afores, fraudes como el de Segalmex, Tren Maya, Dos Bocas, Central Avionera Felipe Ángeles, Corredor Trasnsistmico de Tehuantepec; Bobby, Andy, Bodoque, Sheinbaum, y más, que tiene que acatar, pues su presidencia, como se dice en el Libro “La historia secreta de AMLO y el Cartel de Sinaloa” fue comprada (no electa) por el crimen organizado desde 2006 hasta 2024.
Ya en 2018 López Obrador traía la orden de “aceptar” públicamente, en mítines, entrevistas, chacaleos, discursos, ofertas, declaraciones, el amasiato Peje/Narco. Lo decía, o de lo contrario, pagaba como en la mafia, con su vida. ¿Quién podrá olvidar esas desafortunadas, amenazantes, protectoras frases de Andrés Manuel?
“Abrazos, no balazos”, “Amnistía: perdón y olvido”, “cuidamos a las bandas -narcos- porque también son humanos”, “respetamos sus derechos humanos”. O esas dos acciones que dieron la vuelta al mundo (por las que nacieron los calificativos “narco presidente”, “narco Estado”) cuando motu proprio, liberó, inconstitucionalmente, ilegal, violando la Carta Magna, al narcotraficante Ovidio Guzmán López, detenido y sometido por las fuerzas armadas.
Semanas después, en parada fuera de protocolo y de seguridad nacional, detuvo el convoy. Bajó de su suburban blindada, caminó solo hacia otro vehículo en donde estaba la mamá del Chapo Guzmán y abuela de Ovidio, para cruzar unas palabras y saludo de mano, que se conoce como el “besamanos” a la auténtica dueña del Cartel de Sinaloa.
En otra “parada” fuera de protocolo, de agenda, de seguridad, en Badiraguato, Sinaloa, repite la escena, esta vez para compartir “el pan y la sal” con los hermanos Guzmán Loera, Miguel Ángel, Aureliano, Arturo, Emilio -ausente Joaquín, por ovias razones- quienes celebraban el cumpleaños del sobrino Ovidio, a quien prepararon una taquiza. Sin sorpresa. contarían con una visita (obligada) de lujo, el inquilino de Palacio Nacional, quien adaptara su agenda para causalmente asistir al ágape de Ovidio.
Andrés Manuel, gustoso, feliz, feliz, feliz, en su hábitat natural, se preparó varios tacos de arrachera, y mezclado entre los hermanos y madre del Chapo, opíparamente degustó suculento banquete. Departió en familia, con amigos y cercanos. El Cartel de Sinaloa mostró a sus rivales y/o socios de cogobierno federal, brazo y poder, pues el jefe del ejecutivo comió… y quien sabe qué más, con el potente cartel de los hermanos Guzmán Loera.
Dice el populo en los bajos mundos del hampa, “para ser narco, hay que parecerlo”. El caso que nos ocupa es evidente muestra. Y lean si no:
En uno de tantos monólogos de su soberbia, en Palacio Nacional, Andrés Manuel se refería a la situación legal (cadena perpetua) en Estados Unidos, de Joaquín Guzmán, hecho que con tristeza, dolor y reclamo lamentó. Palabras más palabras menos: “El Chapo estaba entre los hombres más ricos del mundo” Algo pasó, de sus ínfimas neuronas, alguna reaccionó.
Ipso facto, cayó. Retomó el speach, se disculpó -ante el asombro de los escuchas- “se llegó a decir que El Chapo, no. No me gusta decirle así; “el Señor Guzmán Loera, ofrezco una vez más disculpas, estaba entre los hombres mas ricos del mundo” Woow… ¿Respeto, miedo, temor? La aclaración no venía al caso pues Joaquín Guzmán es asesino, secuestrador, envenenador, narcotraficante, lavador de dinero sucio, líder del cartel, junto con el JNG, más sanguinarios, que han existido en el país.
Pero dicen que al Padrino se le respeta y rinde pleitesía. Se le tiene miedo, terror, pues en un día de mal carácter ordena asesinar, violar, robar, masacrar inocentes, contrincantes o a quien no obedeció una orden.
López Obrador el “narco presidente” odia, detesta, no tolera a la gente y si ésta es rural, campesina, labradora, jornalera, harapienta, etc. más aún.
Les platico otra hijez de Andrés Manuel. Al inicio del fallido sexenio, realizaba en la Alta Montaña de Guerrero, una “gira” de trabajo. A bordo de una lujosa, multimillonaria camioneta Suburban blindada (con valor de 1 millón y medio de pesos. Ya no más tsurito o jetta) fue interceptada la carava por una docena de campesinos, ropas luidas, guaraches, sudorosos, despeinados. Con voz suplicante, esperanzadora, ¡pues hablarían con el presidente de México!, le pidieron detener el vehículo.
Así sucedió. Quien llevaba la voz por todos, en su medio castellano, acusó “la delincuencia organizada, los narcos, se roban nuestros animalitos, violan a las mujeres, incendian las cosechas si no pagamos derecho de piso. Cuando apilamos nuestras verduras, llegan los sicarios, se las roban. Han asesinado a quienes se oponen, se llevan a nuestros chamacos para convertirlos en sicarios… y otras atrocidades”.
Señor Presidente, suplicó el jornalero. Mande al ejercito a que nos cuide, que persiga a los ladrones, que nos sintamos seguros y podamos vender nuestras cosechas. Gracias por oírnos.
Como “Julio César”, sin descender de la Suburban, motor encendido, bajó el cristal de su lado y tras escuchar los reclamos, sin ambages, con cinismo, valemadrismo, ignorando la justa demanda, el infeliz espetó, “el ejército no está hecho para esas tareas, tiene otras funciones. Vayan con las policías municipales y estatales”. Acto seguido, ordenó al obeso chofer arrancar, subió el vidrio y sin más respuestas se alejó.
Moraleja, el narco, defiende a los narcos. Da la vida por ellos. ¿O no, Andrés?
Así fue, es y será el narco presidente, no de México, sino de Morena, T4a, y chairos.
La heredera de esta “cualidad” es lagartija pestilente, #Es Claudia, a quien derrotaremos en las urnas el 2 de junio, de lo contrario, prometió, seguir la política de su mesías y la T4a. OJO
*Colaborador de los Grupos Editoriales Digitales endirecto.mx, lagacetametropolitana.com, entresemana.mx, metropolihoy.com, aldeadigital.mx