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- Por Crescencio Cárdenas Ayllón
RedFinancieraMX
En verdad los mexicanos estamos acostumbrados a vivir en crisis pero sabemos reivindicarnos.
Contra viento y marea y bateando todas las descalificaciones de los que llama enemigos de la Transformación el Presidente López Obrador cree firmemente en las afirmaciones del excelente colegiado que se logró constituir para el análisis y tratamientos del ese virus que a pesar de que se dice que tiene los ojos rasgados ha cobrado la vida en varios países de Europa y ahora en América amenaza con incrementar su marcados a favor de la muerte de miles de personas
El presidente sostuvo este jueves que la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia del coronavirus será “pasajera” porque los mexicanos son “un pueblo trabajador”. “Se trata de una situación pasajera, si quisiéramos ser más profundos, diría una crisis transitoria de salud pública y económica”, expresó el mandatario en rueda de prensa cuando el país cuenta con 1.378 contagios de COVID-19 y 37 fallecidos.
Y añadió: “Es una crisis transitoria, esto significa que vamos a salir pronto, que no es una debacle porque son mucho más las fortalezas que nuestras debilidades y flaquezas”. El mandatario, del izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena), sostuvo que lo “fundamental” para afrontar la crisis es que México es “un pueblo trabajador, bueno y solidario”.
Asimismo, dijo que el gobierno está preparado “para tener las camas y los equipos que se requiere” en los hospitales. También prometió que no habrá despidos de trabajadores del Estado, sino que se bajarán los sueldos de los altos funcionarios y se profundizará el plan de austeridad de la administración pública.
“No puede haber gobierno rico con gobierno pobre. Tenemos que dar ejemplo”, dijo López Obrador. “Vamos a salir muy fortalecidos de esto porque en momentos de crisis es cuando también se van fortaleciendo las convicciones”, aseveró el presidente, quien recordó que el objetivo principal de su gobierno es acabar con “el régimen de injusticia y corrupción” que había en el país.
Todo lo que ha ocurrido en nuestro país ahora con el COVID-19 me ha llevado a recordar con ustedes lectores enclaustrados, como lo soy yo también, una nota que se llamó “LA GRIPE DEL SMOG” que fue publicado el martes 23 de septiembre del año pasado y el relato fue el siguiente:
Son cerca de las 9:00 de la mañana, El convoy del Metro llega a la estación Insurgentes. Cientos de personas bajan del tren, suben por las escaleras y emergen a la calle, repleta de oficinistas que aprontan el paso. Muchos de ellos tosen o carraspean, quizá producto de las lluvias del mes o del smog de los coches o de los contaminantes que dejaron las fiestas patrias.
Puede que parezca muy normal una gripe en otoño, pero si eres chilango existe una posibilidad de que esos estornudos se conviertan en neumonía o mucho peor, te conduzcan a la tumba. Suena increíble, pero es real. En 2017, 2 mil 490 personas murieron en Ciudad de México por influenza o neumonía. Estas dos enfermedades se han colocado como la sexta causa de muerte en la CDMX, según datos del INEGI, que detallan que las personas con más riesgo son las mayores de 65 años, luego le siguen las que tienen entre 45 y 65 años de edad.
Aunque en Ciudad de México hay al menos 30 hospitales públicos y 220 centros de salud, la tasa de mortalidad por influenza y neumonía en 2016 fue de 23 por cada 100 mil habitantes, cifra muy superior a la media nacional que es de 17.6 casos.
José Martínez, neumólogo con más de 30 años de experiencia, explica que en Ciudad de México una gripe se puede complicar rápidamente y llegar a una muerte porque uno de los factores más riesgosos es el aire que se respira.
“Los altos niveles de contaminación modifican el comportamiento de las enfermedades respiratorias, ya que no permiten que la función pulmonar sea adecuada. Lo otro tiene que ver con la población de Ciudad de México, pues la mayor parte de las enfermedades respiratorias se diseminan por el habla, más si el paciente tose, estornuda, expectora, entonces, al haber mayor población, la diseminación es más factible”, dice Martínez.
El doctor detalla que, además, en la Ciudad el aire no circula como en otros estados del país. Es decir, los habitantes de la capital no respiran aire limpio.
En mayo pasado, la Comisión Ambiental Metropolitana (CAME) informó que de 2016 a 2019 solo hubo registro de nueve días con aire limpio, mientras que en el resto hubo mala calidad del aire. En ese lapso se acumularon 20 contingencias ambientales, e incluso un mes entero hubo una muy mala calidad de aire.
Ante los daños a la salud que ha dejado el aire de Ciudad de México, en 2017, la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) implementó una nueva metodología para calcular el índice de riesgo, e hizo alianza con el Marron Institute of Urban Management de Nueva York.
Para esa nueva medición, se utilizaron datos de las visitas a las salas de emergencia ocurridas entre 2010 y 2015, donde se registraron 610 mil 982 casos de asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, neumonía, entre otras afectaciones.
Esos datos coincidieron con un aire contaminado con partículas PM 2.5, niveles alto de ozono y dióxido de nitrógeno, los cuales también provocaron entre los capitalinos picazón en la nariz, dolor de garganta, comezón en la piel, dolor de cabeza, dificultad para respirar e irritación en los ojos.
Aunque el aire es el principal riesgo, el neumólogo José Martínez agrega que otro de los factores que intervienen es el propio cuidado de los pacientes, porque a pesar de tener influenza no se atienden e incluso asisten a sus trabajos o actividades cotidianas, lo que permite la propagación del virus.
A esto se suma que los pacientes no siempre tienen un plan de prevención, es decir, no se vacunan. “Los vimos con la influenza H1N1, cuando la mayoría de los pacientes de Ciudad de México que fallecieron no estaban vacunados”, agrega el especialista.
No es que sea un dato viejo: en febrero pasado, la Secretaría de Salud capitalina informó que 20 personas murieron por influenza H1N1 durante el invierno que inició en 2018. Ninguna de las víctimas estaba vacunada.
Los más de 8.8 millones de chilangos que viven en la Ciudad de México han tenido que coexistir entre ellos y con más de 5 millones automóviles, el sector industrial y la contaminación que producen. Los residuos de las máquinas y el hombre se han convertido, más que en una relación tóxica, en una disputa mortal.
Tan solo en 2018 se registraron 2 mil 288 muertes relacionadas al aire contaminado en la Zona Metropolitana del Valle de México, de acuerdo con el organismo internacional Instituto de Políticas para el Transporte y Desarrollo (ITDP).
Entre nubes oscuras, edificios cada vez más altos y muertes por influenza, avanzan los meses en Ciudad de México, y aunque hay personas que intentar cambiar el coche por la bicicleta, y hay planes gubernamentales para mejorar la calidad del aire, lo cierto es que los contaminantes siguen rompiendo récords cada año, a tal grado de tomar por sorpresa a las autoridades locales.
Mientras Elena atesora los recuerdos con Toño y Bruno sigue con su vida de casanova, los capitalinos están inmersos en la cotidianidad: salen de casa, del Metro o del auto, aprontan el paso, tosen, carraspean, se enferman, pero no se detienen… por ahora. Fin del texto.
Como ven no hay nada nuevo o algo que nos pueda sorprender a los mexicanos excepto la displicencia con la que se tratan asuntos de cualquier naturaleza no contemplados en los programas de la 4t pero que pueden afectar seriamente a la población madura o no por diminutos pero diabólicos viruses –como les decía un ex Director del INEA. Es por ello que la 4T es como se dice aquí que se trata de la “Transportación a la Cuarta Dimensión, tal y como lo estamos viendo.
Lo cierto de todo esto es que en nuestro país con mayoría de católicos apostólicos y romanos aguatamos como verdaderos valientes rodeados de héroes anónimos en la mayoría de las veces en momentos difíciles recurrimos a pedir ayuda divina para salir de los problemas tan peliagudos como este del coronavirus y en las mismas redes abundan las oraciones y cadenas de rezos en tono de arrepentimiento y desesperación porque de otra forma no ven solución real al ataque de ese diabólico y fatídico virus.
Como dijo el Papa Pancho confían en la intervención de los más altos líderes más allá de la tierra para salvar vidas y desterrar los males y bueno hasta los seguidores de la Santa Muerte hicieron sus rituales para buscar la sanación de sus familiares o amistades en peligro de contraer el maldito virus. Ahora si todos los Santos y las Vírgenes son demandados por los fieles para que acudan en auxilio para acabar con el virus mortal. Todo a pesar de que las iglesias están cerradas.
Ah pero hay más porque ahí tienen que una ocurrencia logró posesionarse en lo que llaman viral en las redes sociales y es el dicho #SusanaDistancia, un ‘chiste nacional’ que México convirtió en su arma contra el coronavirus. La Secretaría de Salud de México puso en marcha una campaña para combatir la propagación del coronavirus COVID-19 que ha despertado la curiosidad de propios y extraños.
Se trata de #SusanaDistancia, una supe heroína que como principal poder tiene el de la sana distancia, que es el espacio que generas cuando abres tus brazos a los costados. Se sabe que la Secretaría estuvo trabajando desde finales de enero en las estrategias para atajar los efectos de la pandemia, una de estas era lanzar una campaña a nivel nacional que promoviera el distanciamiento social y que ayudara a comprender a los niños esta nueva y difícil situación.
Uno de sus creadores, el profesor del Tecnológico de Monterrey, Christian García, dijo para su Alma máter al preguntarle sobre su participación: “la responsabilidad es gigantesca porque no se trata de un programa de televisión, sino de ilustrar una campaña de salud en el marco de una de las peores pandemias en la historia de la humanidad”. La campaña se estrenó con éxito en todos los medios: radio, televisión, redes sociales y por supuesto a nivel de calle. No hay nadie que no hable de #SusanaDistancia. Y es que tener alguien que proteja y cuide es algo muy mexicano.
Por lo demás, todos estamos bien.