- Venezuela. (Cuarta entrega) “La esperanza no está pérdida”
- “no podemos hacer nada”. “nadie puede hacer nada”. “Estamos solos”.
- Premian al gran Ignacio López Tarso por su trayectoria actoral
- El 19S, otro gran desastre en una nueva era
- Por Crescencio Cárdenas Ayllón
RedFinancieraMX
Gracias a la retroalimentación de nuestros amables lectores, quienes me hacen un llamado de atención sobre si la transición en Venezuela sería de gobierno o de régimen, trae a colación el tema para abrir el análisis objeto de esta cuarta entrega sobre el caso de nuestra “Galatea” caribeña.
Los teóricos consultados proponen una diferencia conceptual en estos términos en tres sentidos, a saber: El primer sentido de la diferencia concierne a la competencia ya que un gobierno es lo que se le conoce como la administración política de la sociedad; mientras que un “régimen” implica un sistema que incluye al gobierno mismo, así como los aspectos sociológicos, morales, económicos que ordenan a “esa” sociedad, además de las reglas para el acceso y mantenimiento. Gobierno, en este sentido, sería algo limitado porque implica sólo a los individuos (llamados funcionarios) que detentan el poder dentro de un determinado régimen (por ejemplo: el gobierno de Chávez en el régimen socialista bolivariano venezolano). (Los gobiernos de Echeverría, Díaz Ordaz, Jolopo, Salinas de Gortari, Vicente Fox, Calderón, del régimen presidencialista. Algunos lo denominaron Dictadura de partido único).
El segundo sentido, tiene similitudes conceptuales al anterior: mientras “gobierno” sería apenas el aspecto administrativo-jurídico de un régimen, “régimen” es una urdimbre más política y compleja. Lo cual lleva al, tercer sentido: los “gobiernos” son transitorios, los “regímenes” permanecen. De modo que es inviable hablar de cambiar un “régimen” con un simple cambio del grupo de individuos que administran su gobierno. Entonces, la transición en Venezuela exige, cambio de régimen.
Nótese que en ningún momento de nuestra anterior explicación hemos tocado el concepto teórico de Estado. Ese es tema de otro debate académico. Lo que sí es importante es que, no confundamos los términos de gobierno y de régimen, o de sistema político, mucho menos que éstos, se construyan como símiles de Estado. No es complejo, es solo cuestión de poner orden en las variables de nuestro análisis con la finalidad que nuestro amable lector vaya construyendo su respetable opinión.
Con base en esta explicación podemos concluir que no importa que el gobierno cambie (o sus élites que administran los asuntos de lo público), si, el régimen y todas sus reglas legales y morales, distribución efectiva del poder, permanecen. La bestia solo cambia de disfraz. Por esta razón, amable lector, usted comprenderá ahora porque un “régimen” sólo podría ser cambiado por completo. No así un gobierno, que puede ser remozado o desmontado sin que cambie el régimen. La tiranía, el despotismo, la dictadura, la autocracia son formas (autoritarias) de gobierno. Aristóteles les llamada formas desviadas o corrompidas de gobierno. Hobbes explicaba que no hay gobierno malo, sino personas (sociedad) que no les gusta el suyo. Cuestión de enfoques y de intereses.
Nuestro lector debe estar ahora preguntándose, ¿Podrían entonces convivir dos gobiernos en un solo régimen? Si, a este proceso se le llama transición. Por ejemplo, actualmente en México están interactuando en el escenario político dos gobiernos, el oficial (saliente) y el que está dibujando el
Presidente electo (no juramentado). Considerando que en México el régimen es Republicano-presidencialista. A Pero en el caso de México algunos pesimistas aseguran que no se va en camino de la Cuarta Transformación de nuestra Patria sino el acercamiento a la “Cuarta Dimensión”.
¿Podría también ocurrir que un gobierno permaneciese cambiando de régimen? No sería imposible, y hay ejemplos de ello asumiendo los significados descritos en párrafos anteriores. Por eso es que Donald Trump dio a conocer “sus reuniones secretas” con los pseudo golpistas exmilitares chavistas que le proponían “derrocar” a Maduro. Seguramente los asesores del Presidente del país más poderoso le orientaron que no se resolvía nada con sacar a Maduro de la silla presidencial porque su salida (vivo o muerto) por aquello del pseudo atentado fallido, eran garantía del inicio del proceso de transición que urge en Venezuela. Y ya ni siquiera por razones de estrategia geopolíticas, sino por mera coherencia de respeto a los Derechos Humanos.
Así los venezolanos están sufriendo una de las dictaduras más agresivas cuya élite empoderada utiliza todas las instituciones del Estado para ejercer la violencia legítima. El hambre y la pobreza se han convertido (estratégicamente) en una política pública de Estado para sostener el régimen socialista bolivariano.
Y para ejemplo un botón, miren ustedes lo que se pueden comprar los pensionados en la Venezuela de la “revolución bonita”: Si un pensionado recibe 90 bolívares soberanos a través del humillante carnet de la patria, verifique usted qué puede comprar con ese dinero, si los precios son los siguientes, por ejemplo:
Un kilo de pollo 78.00 bolívares soberanos. Un kilo de carne de res (de segunda) 90 bolívares soberanos, una lata de atún en lata de 140 gramos, a sólo 72.00BS; dos litros de leche pasteurizada 92 BS, un cuarto de mantequilla 70 bolívares soberanos… ¿Entonces? El venezolano ha aprendido a ser resiliente (la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas) que no conformista. Este es un primer momento del origen de poder, el identificarse como ser vivo y utilizar su entorno (aún agresivo y adverso) para lograr su sub-sistencia (satisfacer sus necesidades básicas). Toda esta estrategia humana es con la finalidad de paliar ese entorno que le es negativo construyendo así, los mecanismos de su ex-sistencia. (Los guiones son intencionales).
No obstante, “la calle está sola y oscura, el silencio es ensordecedor… cayendo al vacío en un mundo paralelo al planeta tierra…Venezuela es un infierno de otro mundo… no se agota el asombro” ante cada “Cadena” de anuncio presidencial, que si la reconversión de la moneda, que si el censo vehicular, que si el bono alimentario, que el aumento de sueldo, que si el estado de emergencia (sic)”, me comentan mis vecinas.
La violación de los Derechos Humanos a través de la represión, la censura a la libertad de expresión, la escasez de alimentos, la especulación en la distribución de medicamentos, el deterioro de los servicios públicos, la ineficiencia e ineficacia de los sistemas de salud, de alumbrado, de agua potable, de aseo público, la impunidad, la corrupción, la falta de seguridad, entre otros como responsabilidad del gobierno de Maduro no son ni espontáneos, ni por falta de capacidad, son estrategia para inducir al venezolano a la obediencia debida y a la depresión social.
Se oye decir en las filas para la compra de alimentos o de adquisición de medicamentos o dinero en efectivo: “no podemos hacer nada”. “nadie puede hacer nada”. “Estamos solos”. “La esperanza no está pérdida pero no podemos solos”.
No obstante, la conspiración (mediática) de que un día entren los apuestos marines por Puerto Cabello o por La Guaira, no es ni siquiera atractivo ni como tema de chiste de Laureano Márquez. Cuándo se supo sobre el supuesto “contacto clandestino” de “militares rebeldes” venezolanos con funcionarios de la administración de Trump para abordar el tema de la caída de Maduro (cito textual al New York Times) los memes fueron enfáticamente atinados. ¿Cómo es posible que comandantes militares involucrados en “esas” conversaciones y que están en las listas de sancionados por el gobierno estadounidense debido a su comprobada participación en delitos graves como la tortura a líderes opositores, herir a manifestantes de la sociedad civil, traficar drogas y colaborar con las FARC, entre otras gracejadas?, ahora se las den de “emisarios democráticos”. Las comillas son para evitar el insulto. La invasión norteamericana para sacar a Maduro como sucedió con Manuel Noriega (Panamá, 1989) no es un escenario para la transición hacia la democracia en Venezuela.
Retomamos, la idea de que el ciudadano venezolano ha aprendido a ser resiliente, que no conformista, por ello, como los servicios públicos no sirven, no funcionan, ni siquiera con un mínimo de eficiencia, el venezolano se ha adaptado para sub-sistir, es decir; a falta de gas, cocina con leña, o con parrillas eléctricas; a falta de luz, se mantiene a oscuras (porque las velas son carísimas y escasas). A falta de agua, aprendió a no bañarse y a lavar una vez a la semana. El venezolano ha sido doblegado psicológica y socialmente hablando. Esto hace (intencionalmente) un gobierno autoritario… Induce a la desesperanza y a la depresión social.
El venezolano anda caminando como un zombi, no cree ya en nadie, no espera nada, no le importa lo que suceda, se queja, se rebela, pide cambio, empero, está doblegado y desunido. No hay liderazgos visibles. Esto se le conoce en teoría política como el “estado natural”. La sobrevivencia misma. “Primero Yo, después Yo y al último Yo”. A eso le ha apostado el gobierno del déspota que come muy bien y fuma habano. Y le está funcionando, por ahora. Y ante esa impotencia social, el otro venezolano (el más joven) huye en masa de esa realidad buscando otras alternativas, esto se le conoce como diáspora, éxodo masivo que está causando situaciones preocupantes y emergentes para los países donde migran. De ello hablaremos en nuestra próxima entrega.
Recordando a Hobbes: “En tal condición (de desastre civilizatorio) no hay lugar para la industria; porque el fruto de la misma es inseguro. Y, por consiguiente, tampoco cultivo de la tierra; ni navegación, ni uso de los bienes que pueden ser importados por mar, ni construcción confortable; ni instrumentos para mover y remover los objetos que necesitan mucha fuerza; ni conocimiento de la faz de la tierra; ni cómputo del tiempo; ni artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que todo, miedo continuo, y peligro de muerte violenta; y para el hombre una vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.”
EL 19S, OTRO GRAN DESASTRE EN UNA NUEVA ERA
Después de que se comparan los daños y sufrimientos así el número de víctimas entre los 33 años que dividen a los últimos fuertes sismos en la ciudad capital del país, se llega a la conclusión de que a pesar de que las generaciones cambiaron, pero la esencia siempre fue la misma. El 19 de septiembre de 2017 tuvo grandes similitudes con el Terremoto de 1985, empezando por el día.
En ambos, la ayuda se desborda, los edificios se colapsaron, la gente volvió a subir a los escombros buscando vida de familiares o desconocidos, aquí también decían que la corrupción mató gente, pero la esperanza la unión y la fuerza pudieron más que todo.
En el 85, una generación de jóvenes marcó época. Por su gran labor en 2017 pasó lo mismo. La tecnología abrió paso una nueva cultura de paz e información veraz, de ayuda y solidaridad que hoy une a todo un país.
El 19S, de una magnitud de 7.1 a las 13:14:40, dejó 38 edificios colapsados, uno de ellos cayó 50 minutos después del sismo. La última persona rescatada con vida fue el 22 de septiembre en el multifamiliar Tlalpan y el cadáver que cerró la lista negra fue recuperado el 4 de octubre en Álvaro Obregón 286, uno de los sitios más emblemáticos junto al Colegio Rebsamen donde 26 personas perdieron la vida, entre ellos 19 niños.
La cifra total fue de 369 fallecidos. 228 en la Ciudad de México, 74 en Morelia, 45 en Puebla, 15 en el Estado de México y 1 más en Oaxaca.
Los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017, no solo sacudieron el subsuelo de la Ciudad de México, rompieron estructuras y tiraron edificios; también sacaron lo mejor de cada mexicano y cambiaron los conceptos de vida, incluso religiosos. Los sismos sacudieron conciencias.
Un reconocimiento más para el excelente actor mexicano Ignacio López Tarso
El cine mexicano es el registro histórico de nuestra transformación, aseguró el presidente Enrique Peña Nieto al entregar ayer por primera vez el premio Luz de Plata para quienes se han distinguido por una trayectoria sobresaliente dentro del séptimo arte. Correspondió el galardón a la productora Bertha Navarro y al actor Ignacio López Tarso.
López Tarso, de 93 años y con medio centenar de cintas en siete décadas de carrera, habló del disfrute de contar historias y su deseo de seguir haciéndolo. Militante del PRI, el protagonista de El gallo de oro dijo a Peña Nieto: deja usted un amplio camino, muy largo, muy claro, muy luminoso con sus reformas estructurales… ojalá que los gobiernos que vengan sepan agradecer, aquilatar y aprovechar la herencia que les deja.
Su bonhomía y su agradecimiento quedaron de manifiesto no sólo a su carrera sino a la vida que se lo ha permitido, hasta ahora según dijo. Y sí es un reconocimiento merecidísimo al actor indiscutible de México Don Ignacio López Tarso a sus 93 años y con medio centenar de cintas en siete décadas de carrera, habló del disfrute de contar historias y su deseo de seguir haciéndolo.
El protagonista de El gallo de oro dijo a Peña Nieto: deja usted un amplio camino, muy largo, muy claro, muy luminoso con sus reformas estructurales… ojalá que los gobiernos que vengan sepan agradecer, aquilatar y aprovechar la herencia que les deja.
La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda –impulsora de la instauración del premio, a decir del mandatario–, expuso que con Luz de Plata México reconoce su gran tradición cinematográfica, sus protagonistas y constructores. Es un premio para el cine que propone un impulso renovado hacia el futuro.
Por lo demás, todos estamos bien.