- Por Yasmín Ríos Martínez
RedFinancieraMX
En diciembre de 2019 ya corría la noticia de que en la ciudad de Wuhan, China, había comenzó un brote epidémico, el cual fue identificado como un nuevo coronavirus denominado SARS CoV-2, mientras tanto en México se alistaban las fiestas decembrinas y todo parecían tan lejano que nadie se imaginaba el cambio radical que viviría la humanidad.
La rápida propagación del virus alertó a varios países europeos y Latinoamérica aún no despertaba.
A principios de febrero 2020 ya era evidente que México debía preparase para la pandemia de COVID-19, sin embargo, el Gobierno Federal, relajado en sus laureles, decía que no pasaba nada. El Presidente López Obrador invitaba a la gente a salir y abrazarse; a pesar de esto, la conciencia ciudadana en gran parte de la población permitió que a principios del mes de marzo se iniciara un confinamiento voluntario.
Conforme pasaron los días las noticias eran alarmantes y confusas, la información del número de contagios y muertes cambiaba de tal manera que ya no cuadraban las cuentas, lo que sí era un hecho lamentable y triste era que cada día morían personas, que el personal de salud no contaba, ni cuenta actualmente con los insumos suficientes para la atención adecuada para los enfermos de dicha enfermedad. Además, la falta de credibilidad en la existencia del virus de un sector de la población, permitía el incremento del número de contagios.
Ciento nueve días han pasado desde mi confinamiento y la creciente expectativa a salir a las calle me lleva a reflexionar hacia la nueva realidad.
Si el virus llegó para quedarse, el nuevo outfit obligatorio estará integrado por el cubrebocas y la careta, el kit de emergencia llevará el gel antibacterial ¿y por qué no?, un desinfectante por aquello de limpiar cada superficie.
Integrarse a la nueva realidad en un contexto económico difícil, donde el distanciamiento social es importante, en un país en el cual el manejo de la pandemia no ha sido el adecuado y oportuno, nos invita como ciudadanos a crear conciencia y ser responsables de nuestra salud y de la de los demás, apoyar a quien más lo necesita, a reinventarnos para generar nuevas fuentes de ingresos o fortalecer las existentes, tomar como un hábito el cuidar nuestro planeta y superar el miedo de ser contagiados por el COVID-19, sí, ¡bienvenidos a la nueva realidad!