- Los activos con peor desempeño son precisamente los que más subieron el año pasado
RedFinanciera
Aranceles… Ni siquiera ha terminado el primer trimestre del 2025 y los impuestos al intercambio comercial ya se han convertido en la palabra del año. Y si bien los riesgos arancelarios y el reconocimiento de la administración de EE.UU. del potencial de daños durante el periodo de transición están atrayendo bastante atención, los aranceles son más un espectáculo que otra cosa.
Desde el pico del mercado el 19 de febrero, una canasta de empresas expuestas a aranceles ha tenido un rendimiento apenas 0.5% inferior al del S&P 500, y de hecho ha superado al Nasdaq por 3.7%. En la caída del lunes, esas mismas compañías expuestas a aranceles incluso superaron el desempeño tanto del Nasdaq como del S&P 500. No es precisamente lo que uno esperaría si el principal problema fueran los aranceles.
Sí, parece que el enfoque del mercado está dejando de ser los aranceles como tal y se está desplazando hacia el impacto más amplio sobre la economía. Y es cierto, los riesgos arancelarios y la incertidumbre general en torno a la política forman parte de la narrativa; y cuanto más se prolongue esa incertidumbre, más se erosiona el apetito por riesgo que se había construido tras la victoria electoral de Trump. Pero para quienes se preocupan por los mercados y la perspectiva de crecimiento, no son los aranceles y la incertidumbre de la política comercial a quienes deben culpar los inversionistas, sino la tendencia subyacente de enfriamiento que ha continuado durante meses.
Los aranceles ciertamente han influido en el sentimiento de los inversionistas, pero el golpe más fuerte en el mercado accionario ha venido del desarme de posiciones saturadas en beta y operaciones de momentum: posiciones largas en acciones de EUA, en tecnología/IA de EE.UU. y en BTC.
En otras palabras, los activos con peor desempeño son precisamente los que más subieron el año pasado, atrayendo flujos y elevando las valuaciones. El riesgo ahora es que este desarme de cotizaciones saturadas se convierta en una corrección más amplia y profunda, impulsada por un susto en torno al crecimiento. Y eso es justo lo que parece estar ocurriendo.
En un análisis sobre el tema Garrett Melson, Estratega de Portafolio de Natixis IM, señala que los mercados comenzaron el año con demasiado optimismo sobre el crecimiento y demasiado pesimismo sobre la inflación, y ahora se enfrentan a un entorno que sugiere una desaceleración tanto en crecimiento como en precios.
Para decirlo más claro, es muy prematuro sugerir que la dinámica recesiva se está arraigando, pero los riesgos a la baja son evidentes y van en aumento a medida que el crecimiento se desacelera a partir de niveles elevados por encima de la tendencia. Los pilares que han soportado el robusto crecimiento económico en EE.UU. durante años recientes se están debilitando.
El ingreso real se está desacelerando a la vez que el mercado laboral continúa atenuándose, lo cual sugiere que el consumo se enfriará tanto como la fortaleza del gasto del consumidor durante los últimos trimestres, lo cual se ha visto impulsado por la caída en la tasa de ahorro.
El gasto del gobierno federal también se enfriará, incluso en ausencia de las iniciativas DOGE de Elon Musk, ya que el gasto en defensa se ha ejercido a niveles insostenibles. Lo que es más importante, es que los presupuestos de gobiernos estatales y locales se están ajustando luego de años de sólidas contribuciones al crecimiento económico. Y el mercado inmobiliario sigue congelado: las tasas y la falta de accesibilidad han vuelto a frenar la demanda, con una actividad que probablemente empeore antes de mejorar, afectando a un sector clave del crecimiento y del empleo.
Todo esto ocurre en un contexto donde las expectativas de recesión prácticamente se habían desvanecido, y donde la Fed sigue más preocupada por los riesgos al alza en la inflación que por los riesgos a la baja en el empleo.
La incertidumbre política, tanto en materia comercial como fiscal, sí representa un problema para el crecimiento, pero no tanto porque afecte el ánimo o la actividad, sino porque se traduce en un endurecimiento pasivo adicional: mantiene a la Fed al margen justo cuando el crecimiento se sigue debilitando. El mercado reacciona más rápido que la Fed, y aunque eventualmente el banco central hará un giro conforme los riesgos al crecimiento se hagan más evidentes, queda mucho espacio para que el mercado sobrerreaccione mientras el miedo al enfriamiento se afianza.
Y dado que ni Powell ni Trump parecen particularmente preocupados por la desaceleración del empleo, es probable que el crecimiento siga perdiendo tracción antes de que llegue una respuesta de política económica que frene el enfriamiento. Pero no todo es pesimismo: cualquier corrección en este periodo estacionalmente débil del primer trimestre e inicios del segundo, probablemente se convierta en una buena oportunidad de entrada para capturar ganancias en la segunda mitad del año, conforme se disipe la incertidumbre, la Fed cambie su enfoque hacia la protección del mercado laboral y el crecimiento demuestre ser más resiliente, aunque con un ritmo más moderado.