Análisis a Fondo

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  • No pasarán por más que lo intenten
  • Los morenistas, en caballo de hacienda
  • Si democratizarán la Suprema Corte
  • Por Francisco Gómez Maza

 

RedFinanciera

 

Por más que lo intenten, con todo el apoyo económico, ideológico, mediático de las fuerzas ultraconservadoras, reaccionarias, enemigas del presidente Andrés Manuel López Obrador, incluido el supremo poder ultraconservador de la corte de justicia, de Norma Piña, el Movimiento de Regeneración Nacional y sus aliados, el PT y esa cosa llamada Verde Ecologista, no sólo no será abatido por los partidos de la llamada alianza Va por México, de Claudio X González  -PRI, PAN y PRD-, sino que se impondrá con creces con cualquier candidato o candidata con que se presente a la elección de 2024.

 

Los partidos de la derecha, encabezados por el PAN, de acuerdo con las encuestas y particularmente con la que presentó en su edición digital de este lunes 22 de mayo el periódico El Universal, están siendo arrastrados por las corrientes de aguas negras, que escurren en los caños del bajo mundo de la politiquería.

 

El partido fundado por Don Manuel Gómez Morín en 1939 para presentar un serio contrapeso al PRI de los revolucionarios jacobinos no representa a nadie. Desde hace tiempo se empriizó. E hizo de la corrupción su modus operandi y vivendi, como ocurre, por mencionar un caso, en Guanajuato, en donde bajo la mirada de Sihué, el gobernador, las huestes panistas pregonan el evangelio de Jesucristo, pero viven escandalosamente como los escribas y fariseos que crucificaron al nazaretano.

 

El PAN, en su naturaleza ultraconservadora, reaccionaria, integrista, hitleriana, yunquista, católica preconciliar, con la ausencia total, por muerte natural, de sus grandes pensadores, filósofos políticos del pasado, como Carlos Castillo Peraza, no le quita el sueño a nadie, mucho menos ahora que está mimetizado con el PRI, otrora su enemigo de clase.

 

El PRI reunió ayer a sus capos actuales bajo el bastón de mando de Alejandro Moreno Cárdenas Alito. Su líder es un priista con fama de corrupto y corruptor de sedicentes periodistas que tienen copados los grandes medios, sobre todo la televisión corporativa. Moreno convocó a los priistas que ilusamente  (¡se lo creen!) quieren ser candidatos para la presidencia de la república, pero que no tienen madera de políticos honestos, ni mucho menos de los presidenciables que exigen actualmente los mexicanos. Todos ellos gente muy menor: la senadora Claudia Ruiz Massieu, la senadora Beatriz Paredes Rangel, el diputado federal Ildefonso Guajardo, el ex gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, hijo de uno de los más escandalosos bandidos del priismo hipócritamente revolucionario, así como el exsecretario de Turismo de Peña, Enrique de la Madrid.

 

En su torpeza intelectual, en su pobreza cultural  y en su sinsentido estratégico, en sus mística de corrupción, los priistas dejaron  de creer y de magnificar al presidente de la república, aquel “primer priista de la nación” y ahora se han entregado a los designios de lo que dice y hace su “Alito”. Obviamente, son copartícipes de la corrupción de Alito Moreno Cárdenas.

 

De entre los tres no se logra una fuerza vigorosa, generosa, amplia, que se oponga seriamente al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador que, como se decía en la jerga política de antaño, vaya en caballo de hacienda para que su candidato, sea quien fuere, se imponga a los candidatos morenistas.

 

Da pena ajena en realidad, pero en el asunto de las elecciones del 2024, todo está escrito.  Y de ir así el estado de cosas, no queda la menor duda de que el Plan C, planteado por AMLO a los morenistas, tendrá efectos devastadores sobre la oposición y sobre las fuerzas ultraconservadoras como la Suprema Corte de Justicia, cuyos integrantes serán electos democráticamente, como ocurría en los tiempos de la Reforma juarista. Y sea quien fuere el candidato triunfador de Morena para ganar la presidencia de la república.