- Colosio, el último priista
- La mafia sin poder
- Alito o quien sea
- Por Francisco Gómez Maza
RedFinanciera
El PRI está bien ahí donde estḠempanizado. Ligado por fuertes lazos de corrupción y complicidad con el PAN. Y Alito, también. A quién le preocupa. Ni a los priistas. Es el triunfo de la ideología. Cerca del totalitarismo.
Desde hace años, desde los tiempos del salinismo, el partido revolucionario institucional dejó de ser revolucionario, ostentándose actualmente como de centro derecha. Por si alguien no lo sabía.
El último priista que creyó que su partido era revolucionario fue Luis Donaldo Colosio y alguien, muy poderoso, lo mandó asesinar. Manuel Camacho Solís prefirió redimirse y siguió a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el hijo del Tata, en la aventura de una izquierda que, también, terminó aliada del PAN. Todos en un mismo costal como perritos falderos de la extrema derecha empresarial, beneficiaria del neoliberalismo de Carlos Salinas de Gortari, el gran sinvergüenza.
En los tiempos actuales menos hay que escandalizarse de lo que hagan o dejen de hacer los priistas, los dueños del partido. Ya sólo gobiernan tres entidades federativas. Y a partir de junio sólo tendrán dos. Y así, hasta extinguirse.
Y Cuidado. Así puede terminar el PAN, porque, así como el PRI se empanizó. El PAN va que vuela a empriizarse. Y la dirigencia priista está poniendo todas las condiciones para su extinción. Así como está desapareciendo el PRD, uno de cuyos principales dirigentes, el senador Miguel Ángel Mancera, no es perredista, sino empresario muy afortunado de la política.
El PRI está siguiendo las prácticas porfiristas. Las del gran dictador, las del gran elector: La tarde de este lunes, su Consejo Político anunció la decisión de Alejandro Alito Moreno Cárdenas de ampliar su propio “mandato”, al 2024, al frente de la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del partido, so pretexto de encabezar la organización del priismo para y en el proceso electoral de 2024, cuando se celebrará la elección del sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y lo apoya el tribunal electoral.
Tanto Alejandro Moreno Cárdenas como la secretaria general del PRI, Carolina Viggiano, ésta un fracaso en las recientes elecciones para gobernador de Hidalgo, terminarán oficialmente sus encargos, en el PRI, el 17 de agosto de 2023, pero en 2021 reformaron los estatutos del partido para permitir extender sus períodos.
La dirigencia del Partido Revolucionario Institucional y su Consejo Político Nacional me hacen recordar, guardadas las proporciones, a los clásicos filmes de las familias de las mafias judeo-italianas, que extendieron su poder y sus acciones criminales a las grandes ciudades estadounidenses -Chicago es clásica-, en el primer tercio del siglo XX. En estos cárteles criminales, quien mandaba era, y sigue siendo, el padrino. Y, guardadas las proporciones, el padrino del PRI, por el momento, es Alito. Éste es el dictador en turno. La diferencia con las mafias de la delincuencia es que Alito puede salir a patadas del búnquer tricolor de Insurgentes centro, cuando ya no les sirva a los verdaderos dueños del lupanar.
La comparación del PRI con una mafia viene porque eso es el PRI. Una mafia para la corrupción. Una mafia, nacida hace casi un centenar de años, como partido revolucionario, como producto de la Revolución Mexicana, ideada para institucionalizar la revolución (nadie supo que toda organización que se institucionaliza se corrompe) y que ahora se ostenta, con mucho orgullo, como partido de centro derecha, por lo que nadie debe escandalizarse de que, en la actualidad, esté asociado al partido de la derecha yunquista, el Partido de Acción Nacional, algo así como un perro pastor de la fe católica preconciliar o retrógrada. Y a nadie debe escandalizar que el PRI siga los pasos de los jefes Diego. O de los corruptos senadores y diputados que aprobaron las amañadas reformas estructurales de Peña, encabezados por Ricardo Anaya. Ahora prófugo de la justicia.
Así, este negocio del PRI, más que un partido político es una familia al estilo siciliano que, afortunadamente, ha perdido todo el poder de aplanadora, que presumía en los tiempos de la dictadura perfecta sexenal, qué así la calificó el monárquico escritor Mario Vargas Llosa, quien renunció a su nacionalidad de peruano para adoptar la de súbdito de la corona española.
Y el otro día. Creo que el viernes. Estaba viendo un video de un acto de campaña en el estado de México, en el cual el porfirista Santiago Creel Miranda estaba apoyando con su discurso a la señora Ale del Moral, candidata priista al gobierno que es casi seguro asumirá la maestra Delfina Gómez Álvarez., muy a pesar de la extensión de la presidencia partidista de Alejandro Moreno Cárdenas.