Análisis a Fondo

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  • La acidez desnudada por Valadez
  • La acidez, discurso de odio que confronta
  • No permite ver lo que el país ha avanzado
  • Por Francisco Gómez Maza

RedFinancieraMX

Acabar con la acidez, ha advertido, a través de espléndida prosa de la respetabilísima Martha Anaya, el maestro Diego Valadez, uno de los especialistas en el Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La propuesta del jurisconsulto es realmente el deseo de muchos, aunque entiendo que es sumamente difícil, aparentemente imposible que los perdedores renuncien a beneficios, modo de vida fácil, que parecían inamovibles; a renunciar al goce de muchos privilegios, materialistas, sobre todo, y aceptar que los beneficios, ahora, con el cambio, sean para otros.

Hasta hoy, tirios y troyanos – pripanistas y lopezobradoristas- se han dado hasta con la cubeta; si pudieran matarse, lo harían; se ha impuesto una profunda brecha entre los habitantes de esta nación: familias divididas, amistades rotas, matrimonios deshechos por lo que el maestro Valadez llama “acidez”, una gran tensión, una gran retórica de intolerancia.

Y lo más grave es que esa división es atizada cotidianamente por quien tendría que ser el fiel de la balanza, porque en un régimen constitucionalista el jefe del llamado Poder Ejecutivo tiene que ser, o debe ser, el presidente de todos, de quienes lo eligieron y de los que votaron en su contra, aunque a estos no les parezca. Lo legitima la propia Constitución Política y la misma realidad.

Lo mismo habrá de decirse, y cuestionarse, de los ciudadanos que perdieron la elección que no cejan de confrontarse con Palacio, mediante falsos testimonios, noticias falsas, acusaciones temerarias, entre otras.

Sin embargo, declarada la legalidad de los comicios y avalado el triunfo de un candidato, se constituye éste en el presidente de la república. Y sus opositores, como ocurre en toda democracia burguesa, tienen que aceptar la situación, En este caso, en el de México, Andrés Manuel López Obrador es el presidente de México, una nación integrada por ciudadanos de muchos signos políticos. Es el presidente para quienes lo votaron y para quienes no.

Pero no ocurre así. La división, la confrontación, inclusive el odio, se agudizan, se enervan, se acidifican, como dice Valadez. Y esta oscuridad nubla la mente y no permite ver las oportunidades de bienestar; no permite ver los avances, porque ha de saber, amigo, que en México hay más cosas positivas que negativas, hablando en sentido

dicotómico.

En la economía, por ejemplo, la paridad del peso en comparación con el dólar es envidiable; la lentísima recuperación de la economía es esperanzadora; la inflación, aunque crezca, es manejable; la situación monetaria es reveladora de un progreso, aunque a paso a paso; el comercio exterior es esperanzador, las exportaciones han crecido señaladamente, y la economía ha tenido recursos hasta para sostener un déficit comercial porque ha tenido que importar maquinaria y equipo e insumos y algo que es muy importante: la economía mexicana recuperó, en el primer trimestre del año, el primer lugar entre los socios de la economía estadounidense, por arriba de Canadá y China.

De enero a marzo se generó un total, entre importaciones y exportaciones, de 153 mil 906 millones de dólares, y un superávit histórico de 25 mil 830 millones de dólares, de acuerdo con cifras de la Oficina del Censo estadunidense.

En lo que va de 2021, las exportaciones totales de México, dirigidas a Estados Unidos, sumaron 89 mil 868 millones de dólares; mientras que las importaciones de México totalizaron 64 mil 038 millones de dólares, lo que representó 15 por ciento del total. En ese sentido, la Subsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía (SE), Luz María de la Mora, reafirmó la ventaja que México generó con las cifras obtenidas para los tres primeros meses del año en curso como primer socio de Estados Unidos.

Y estos avances se refieren tan sólo a los resultados de la macro economía. Haríase necesario registrar los avances en otros sectores, que tirios se niegan a ver, y troyanos no conocen.

No cabe duda, pues, que llegó la hora de acabar con la acidez atizada por unos y otros, como le advirtió el profesor Valadez a la respetable y admirable colega, Martha Anaya.