- Es la caída más profunda desde el primer trimestre del 2009
- Las ventas minoristas bajaron 8.7% y 26.4 millones de personas pidieron apoyo por desempleo
- La tasa de interés de la Fed se recortó de manera extraordinaria en dos ocasiones
RedFinancieraMX
Durante el primer trimestre del 2020, el PIB de Estados Unidos se contrajo a una tasa trimestral anualizada de 4.8%, la primer contracción trimestral desde 2014 y la caída más profunda desde el primer trimestre del 2009.
Para efectos de comparación con México, esto equivale a una contracción trimestral de 1.2%. Hasta hace poco Estados Unidos se encontraba en su mayor expansión económica (114 meses) desde que existen registros.
Sin embargo, este periodo llegó a su fin debido al shock externo del coronavirus, un evento sin precedentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS), anunció el 12 de marzo que a partir de ese momento el Covid-19 era considerado una pandemia global, este día Estados Unidos tenía registrados 2,837 casos.
De acuerdo con un análisis de Banco Base, la disminución en el PIB refleja el impacto del coronavirus durante marzo, con contribuciones negativas en el consumo personal, la inversión no residencial y las exportaciones. La pandemia afectó especialmente a los servicios: los restaurantes cerraron, los vuelos se cancelaron y los hoteles estuvieron en su mínima capacidad. Debido a esto, la contracción del PIB se atribuye principalmente al sector servicios. Sin embargo, es importante destacar que el subsector de servicios de salud fue el más afectado, contribuyendo a la caída del PIB con 2.25%, por encima de los servicios de comida y alojamiento con 1.67%.
Ante el brote de coronavirus, se pidió a los hospitales que cancelaran los procedimientos electivos no esenciales y las cirugías no urgentes, incluyendo desde operaciones de rodillas, hasta biopsias de cáncer y reconstrucciones. Este llamado se hizo oficial el 20 de marzo, con la intención de liberar espacio, recursos y personal médico para atender a pacientes con Covid-19.
Cambio en hábitos de consumo
El gasto de consumo es el componente con mayor peso en el PIB de Estados Unidos, representa aproximadamente el 70% de la actividad económica del país. Durante los primeros dos meses del año, el gasto en consumo personal creció a una tasa mensual de 0.2%. Sin embargo, al final del primer trimestre, el consumo tuvo una contracción de 7.6% en comparación al trimestre anterior, la caída más profunda desde 1980.
Los hábitos de consumo, cambiaron completamente a partir del día 13 de marzo, cuando se declaró la emergencia nacional y se impusieron medidas de confinamiento. Este cambio se observó en las ventas minoristas de marzo, mes en el que retrocedieron a una tasa mensual de 8.7%, la mayor caída desde que se tiene registro de la serie (1992) y más del doble de lo registrado durante la Gran Recesión.
Cabe destacar que se observó una clara preferencia de consumo a los artículos comestibles, con un aumento de 25.6% con respecto a febrero. Debido probablemente a las compras de pánico. Sin embargo, este aumento en consumo se elimina con las grandes caídas en otros rubros, como es el caso de las tiendas de ropa, que mostraron una contracción de 50%.
Se espera que el consumo siga a la baja, incluso con un impacto más pronunciado en el segundo trimestre, ya que mientras las medidas de confinamiento continúen, mayor será el golpe sobre la economía, habrá mayor desempleo, menores ingresos y por lo tanto menor consumo. Asimismo, se espera que los hábitos de consumo en el periodo de contingencia, determinen en buena medida las empresas que puedan sobrevivir a esta crisis. El encierro de los consumidores es un factor importante que está precipitando la crisis económica, a diferencia de otras crisis en las que el sector servicios ayudaba a evitar que el impacto fuera muy profundo. Tal vez por eso, a esta crisis se le está llamando “El Gran Encierro”.
La caída en el consumo, va en línea con los resultados del Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad de Michigan, el cual indica que la situación que se vive en torno al coronavirus ha reducido el optimismo de los consumidores y se espera que siga haciéndolo en los próximos meses. En marzo, el índice se ubicó en un nivel de 89.1, la lectura más baja desde octubre 2016. Asimismo, representó una caída mensual de 11.9 puntos, la más grande desde octubre 2008 y la cuarta caída más profunda en registro (1978). Al desglosar el índice, se observa que el componente que registró la mayor pérdida es el correspondiente a las perspectivas de la economía durante los próximos 12 meses, el cual cayó en 29 puntos representando el 83% del total de la diminución de marzo. Los datos preliminares de abril, sitúan al índice en un nivel de 71, lo que equivale a una reducción mensual de 18.1 puntos, que sería la mayor caída en registro.
Ante una economía que se esperaba que creciera a un ritmo anual del 2%, antes de enfrentar la pandemia, estos recortes en el consumo pueden propiciar una recesión más prolongada. Conforme se levanten las restricciones de distanciamiento social habrá una serie de respuestas: a) algunos consumidores regresarán rápidamente a sus patrones de gasto, b) otras personas pueden tomar tiempo en reanudar sus hábitos de consumo y c) habrá personas en las que existirá un nuevo patrón de consumo y una nueva normalidad. Además, es probable que los consumidores reacomoden sus prioridades en relación al ahorro, aumentando sus fondos de emergencia como medida de precaución.
Interrupción en el comercio internacional
Durante los primeros meses del 2020, el cierre de diversas fronteras alrededor del mundo generó repercusiones en el comercio internacional.
El efecto de la pandemia actual ocasionó el paro de actividades de fábricas y servicios de transporte, interrumpiendo las cadenas de producción y suministro globales. Con los datos reportados a febrero, se puede ver el impacto entre Estados Unidos y su socio comercial más importante, China (en 2019 representó el 6.5% de las exportaciones de EEUU).
La relación comercial entre los dos países, parecía haberse estabilizado con la firma de la Fase 1 a inicios de este año, poniendo tregua a la guerra comercial sostenida desde el 2018. Sin embargo, la implementación de la misma ha sido parcial e inconclusa, pues las medidas sanitarias tomadas por el Covid-19 no lo han permitido de otra forma. Como resultado, las exportaciones de Estados Unidos a China tuvieron una contracción del 13.9% en febrero, en comparación al mismo periodo del año anterior, las importaciones disminuyeron 31.3%, la mayor caída en registro (1993). Se espera que el impacto de la pandemia, para el caso de Canadá y México, los socios comerciales pertenecientes al recientemente ratificado TMEC, se vea durante el segundo trimestre ya que en estos países la pandemia llegó en marzo.
Respuesta de política fiscal y su efecto en las finanzas públicas
Ante el brote del coronavirus, se anunciaron paquetes fiscales enfocados en dar a las empresas y a las personas, los recursos necesarios para sobrevivir el paro obligado provocado por las medidas de confinamiento (ver anexo). Estos amplios apoyos, van a llevar a un aumento considerable en la deuda del país como proporción del PIB, causado tanto por las políticas expansivas, como por la contracción en la economía.
Una política fiscal sostenible, se define como aquella en la que la relación entre la deuda pública y el PIB se mantiene estable o disminuye a largo plazo. Al final del año fiscal 2019, Estados Unidos ya se clasificaba como un país con una trayectoria fiscal insostenible, de acuerdo al Departamento del Tesoro.
Los datos preliminares de marzo, ubican a la deuda pública en un nivel de 17.674 billones, representando un aumento trimestral de 17.68% el mayor aumento en registro desde el año 1970. La deuda como proporción del PIB subió a 93.08%, y se espera que en los próximos meses supere el nivel alcanzado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando llegó a 106%.
Por el lado del déficit fiscal, Estados Unidos ha venido enfrentando un aumento continuo, el cual se incrementó aún más cuando se empezaron a recortar los impuestos en la administración de Donald Trump. El déficit aumentó 5.37% desde el principio del año fiscal (octubre 2019) hasta marzo 2020, ubicándose en 1.037 billones, representando 5.46% del PIB. La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) estimó que el déficit alcanzará los 3.6 billones al final del año fiscal 2020. Esto implicaría un aumento en el déficit de 265.8%, superior al visto en la Gran Recesión cuando creció 208% y una razón respecto al PIB de 18.96%.
Es importante recordar que la crisis actual es muy diferente a las enfrentadas anteriormente. Ante la contingencia del Covid-19, no se considera como un problema importante que Estados Unidos aumente en gran porcentaje su deuda pública, ya que el gasto en respuesta al virus está pensado como algo puntual, no como un aumento en los niveles de gasto estructural y en los déficits presupuestarios de forma indefinida.
Además, Estados Unidos cuenta con una gran ventaja al tener a la moneda de reserva global, la cual se fortalece en momentos de crisis mundial. Sin embargo, existen factores de riesgo que van a limitar el espacio fiscal dentro de unos años.
Por un lado, la población en Estados Unidos está envejeciendo, esto implica que el gasto público en atención de la salud, por ejemplo, tendrá que aumentar drásticamente en los próximos años. En segundo lugar, los ingresos por impuestos tendrán un desplome importante, ya que los efectos de la pandemia, reducirán el gasto de los consumidores y los salarios de los trabajadores.
Respuesta de política monetaria
La Reserva Federal (Fed) ha dejado claro que usará todos sus recursos para mantener el bienestar de las empresas y las personas estadounidenses. A lo largo de los últimos dos meses, se han anunciado una serie de medidas (ver anexo) para poder cumplir con sus dos objetivos: mantener el empleo máximo, que en el largo plazo se ha estimado que equivale a una tasa de desempleo de entre 3.5 y 4.5%, y conservar el poder de compra de las personas con una tasa de inflación del 2%. Las acciones de política monetaria que se han anunciado hasta el momento aumentan el balance de la Fed por arriba de los 6 billones de dólares, rebasando el máximo en registro de 4.5 billones de dólares alcanzado en 2014. La crisis actual abre la posibilidad a tasas de interés negativas en EEUU por primera vez en la historia.
Empleo
Durante el periodo de expansión en Estados Unidos, se registró un alza constante en la fuerza laboral. Desde el año 2010 y hasta febrero 2020, se crearon un total de 22 millones 669 mil empleos. Asimismo, la tasa de desempleo bajó desde 9.5% a 3.5%, cifra alcanzada en febrero del 2020, igualando la tasa más baja desde hace 60 años. Sin embargo, este gran periodo de expansión terminó por el shock externo del coronavirus. Las medidas de aislamiento han provocado el cierre temporal de empresas de sectores no esenciales.
El coronavirus, ha ocasionado la destrucción de 701 mil empleos durante marzo, equivalente a un aumento en la tasa de desempleo de 0.9%, el cambio mensual más alto desde 1975. Así, la tasa de desempleo en marzo se ubicó en 4.4%, cifra no vista desde agosto 2017. El sector más afectado fue el de ocio y hospitalidad, donde se perdieron 459,000 empleos, es decir, 65% de total. Los siguientes sectores más vulnerables fueron los relacionados a la asistencia social y de salud (9%), servicios profesionales (7%) y los empleos en tiendas minoristas (6%).
Cabe señalar, que estos datos son hasta el 12 de marzo, por lo que no se capturan los efectos del rápido crecimiento de la pandemia, los cuales se observaron durante la segunda quincena de ese mes.
Sin embargo, este impacto es evidente en las solicitudes de apoyo por desempleo, las cuales alcanzaron un máximo histórico de 6 millones 648 mil en la semana que terminó el 28 de marzo, cifra equivalente a casi 10 veces el máximo alcanzado durante la crisis financiera del 2009. El acumulado de las solicitudes de apoyo por desempleo de las últimas 5 semanas (21 de marzo al 18 de abril), muestra que se destruyeron 26.45 millones de empleos, como comparación, en la Gran Recesión del 2009 este indicador se tardó 27 semanas en alcanzar los 10 millones. Por lo anterior, es probable que la tasa de desempleo durante abril se ubique cerca del 14% y que en mayo alcance una tasa por arriba de 17%, nivel no visto desde la Gran Depresión de los años 30s. Cabe recalcar, que la tasa de desempleo podría ser mayor pues el choque de oferta a causa de la pandemia también ha desalentado la búsqueda de empleo, lo que probablemente reducirá la tasa de participación laboral.
Dependiendo de cuanto tarde en re abrirse la economía, será el tipo de recuperación que se vea en el país. Ya sea en forma de U, con un fondo prolongado, o de V con una fuerte caída seguida de un fuerte rebote. De ser una recuperación rápida, se esperaría que el desempleo sea cíclico, con más desempleos temporales que permanentes. Sin embargo, al ser una crisis sin precedentes, en la que el miedo puede prevalecer, es probable que haya un gran porcentaje de desempleo permanente. Una mayor pérdida de empleos permanentes sugeriría un aumento en el grado de desajuste entre las aptitudes que poseen los desempleados y las que exigen los empleadores, creando así desempleo estructural, el cual implicaría una tasa de desempleo significativamente más alta a la que se ha alcanzado en el pasado. Para la Fed, será relevante identificar el tipo de desempleo lo antes posible, ya que tiene grandes implicaciones para la política monetaria. Si el desempleo es mayormente cíclico, entonces la solución directa es adoptar medidas para aumentar la demanda agregada. Si, por el contrario, el desempleo es mayormente estructural, podría preocupar el hecho de que aumentar la demanda agregada tenga poco efecto en el desempleo y sirva sólo para presionar la inflación.
Inflación
Durante 2019, la inflación se mantuvo por debajo del objetivo de la Reserva Federal de 2%. Sin embargo, a finales del año y principios del 2020, la tasa comenzó a subir alcanzando 2.5% en enero, como resultado del aumento en los precios de energéticos. Los precios spot del Brent cerraron a 70 dólares por barril el 6 de enero, el nivel más alto desde mayo de 2019, después de las operaciones militares estadounidenses en Irak. Este aumento en la inflación general, se eliminó con la incertidumbre que se vivió al final del primer trimestre, la inflación se vio afectada principalmente por dos factores: la pandemia del Covid-19 y la guerra en los precios de petróleo. La tasa de inflación anual bajó en marzo a 1.5%. Esta caída en la inflación general, se traduce en una reducción mensual de 0.4% del Índice de Precios al Consumidor Urbano (CPI-U), la mayor contracción mensual desde enero 2015. Los tres componentes que tuvieron una mayor caída fueron: las tarifas aéreas con 12.6%, los precios de alojamiento con 6.8% y la gasolina con 10.5%, provocada tanto por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, como por la reducción en la demanda ante las medidas de confinamiento por el brote del coronavirus.
Por su parte, la inflación subyacente, la cual sirve como un mejor indicador sobre la tendencia de la inflación a largo plazo, al excluir los precios más volátiles (comida y energía), mostró una reducción de 0.1%. En términos anuales, esta tasa de inflación se ubicó en 2.1%. A pesar de que la demanda por bienes de consumo básico, aumentó de manera significativa ante la crisis, no hay un aumento considerable en la inflación, porque las ponderaciones no cambian. Es decir, algunos artículos muy demandados en las condiciones actuales, tienen ponderaciones bajas al ser artículos que normalmente no son muy demandados, como el gel antibacterial y los cubrebocas. Al usar patrones de consumo históricos para las ponderaciones, la lectura de inflación se distorsiona en tiempos de crisis, cuando los hábitos de los consumidores cambian por completo. Ante esto, la inflación medida con la ponderación tradicional pierde relevancia durante estos periodos, ya que no refleja los precios que enfrentan las personas en su “nueva canasta” derivada de los cambios en consumo. Cabe recalcar que además, es muy probable que los consumidores no regresen a sus hábitos anteriores, por lo que al terminar la pandemia, será necesario recalibrar la canasta básica en base a la nueva realidad que se viva.
Expectativas de crecimiento Banco Base
Las expectativas económicas han cambiado significativamente en unos meses. El coronavirus es un evento sin precedente en la historia reciente y por lo tanto existen un número infinito de posibilidades de impacto económico, dentro de las cuales existen sub escenarios con respecto a 1) la guerra de precios del petróleo, 2) la percepción de riesgo global 3) la duración de las medidas de confinamiento 4) la forma en la que responderemos los consumidores y empresas, los cuales en tiempos de incertidumbre no actuamos siempre con la racionalidad que asumen las teorías económicas. Ante estas condiciones se abre la posibilidad de tres escenarios de crecimiento para el año 2020.
Es importante recordar que el cierre de escuelas y negocios no esenciales, ocurrió en el último mes del trimestre, por lo tanto, bajo el escenario central, se espera que el mayor impacto sea en el segundo trimestre, alcanzando una contracción trimestral anualizada de 26%.
La pandemia del coronavirus, ha llevado a la economía global a entrar en una recesión que nadie tenía prevista, las medidas de distanciamiento social aplicadas alrededor del mundo causaron un paro obligatorio mundial, un “Gran Encierro”. Los próximos meses serán determinantes para entender la nueva realidad económica a la que nos enfrentaremos, el desenlace de la crisis de salud, económica y también la crisis petrolera, marcarán la pauta de las condiciones económicas durante el resto del año.