- Textos en libertad
- Por José Antonio Aspiros Villagómez
Con nuestra felicitación a los organizadores y participantes en el Día Internacional de la Corrección de Estilo (30-X)
RedFinanciera
El 31 de octubre se cumplirán 70 años de que murió nuestro inolvidable abuelo y tutor José Antonio Villagómez Farfán, y el 28 de enero próximo hará medio siglo del deceso de su esposa, nuestra también querida abuelita María González González. Él, nativo de Zinapécuaro, Michoacán y, ella, de Tequisquiapan, Querétaro; ambos fallecieron en la Ciudad de México, donde pasaron su vida ya casados y después de tomar parte en la Revolución.
Los aniversarios se cumplen cuando en el Panteón Civil de Dolores, alcaldía Miguel Hidalgo, donde tienen su tumba, por un lado se aplican permanentemente las disposiciones del Reglamento de Cementerios, Crematorios y Servicios Funerarios en la Ciudad de México, y por otro, han surgido denuncias por presunta corrupción en los trámites.
Una noticia al respecto, firmada por Sandra Hernández García, fue publicada en La Jornada el 4 de octubre mientras nos encontrábamos precisamente en gestiones para regularizar el título de perpetuidad y pagar los refrendos de la tumba de los abuelitos, proceso que iniciamos en agosto y continúa a la fecha por demoras para obtener en el Registro Civil las actas de defunción requeridas.
Nacidos en los últimos lustros del siglo XIX, los abuelos maternos de este tecleador –quien de los paternos no sabe gran cosa– cuidaron de él en su infancia, lo educaron, vistieron y alimentaron conforme a sus costumbres, y con una igualmente amorosa madre (María Teresa Villagómez González -1926/2013-, soltera cuando nació su primogénito en 1944) siempre al lado muy pendiente. Vivimos muy agradecidos con los tres, sin olvidar, desde luego, al padre biológico Fausto Aspiros Olivera (1918-2022).
Desde 1952 cuando murió el abuelito, y luego en 1973 cuando falleció su esposa, siempre ha habido quien limpie y cuide la tumba, que en la actualidad está rodeada de otras que han sido olvidadas y destruidas; prácticamente desaparecidas. Hay mucho abandono.
Pero no sabíamos que cada siete años se pagan refrendos del título de perpetuidad, hasta que el cuidador del sepulcro nos avisó de la campaña de regularización. Y como el documento está extraviado, primero hubo que pagar para que investigaran el nombre del titular, que resultó ser la abuelita, pero como ya no vive, fue necesario iniciar los trámites para designar a otro familiar, previa comprobación de derechos mediante una cadena de actas de nacimiento y defunción.
El 6 de diciembre de 2004 fue publicado el Programa de Regularización de Títulos de Fosas a Perpetuidad en Cementerios Públicos en el Distrito Federal. Sus propósitos fueron muy claros y coinciden con lo que nos explicaron los empleados del panteón de Dolores: dar certeza jurídica a los titulares de fosas a perpetuidad, y garantizar la continuidad del servicio de panteones a todo el público.
Desde que fueron promulgadas las Leyes de Reforma en el siglo XIX, los cementerios quedaron a cargo del Estado y su regencia se encomendó a los oficiales del Registro Civil. El régimen de perpetuidades vigente desde entonces, concluyó con la reforma a la Ley de Hacienda del Departamento del Distrito Federal publicada el 24 de diciembre de 1974, y fue reemplazado por un régimen de “temporalidades mínimas y máximas”.
Y si bien aquel programa de 2004 finalizó el 30 de noviembre de 2006 junto con el periodo gubernamental, en los hechos continúa y es permanente, pero supeditado al nuevo Reglamento de Cementerios, Crematorios y Servicios Funerarios en la Ciudad de México, publicado el 11 de marzo de 2022 y que creó el Sistema de Registro de Cementerios, Crematorios y Servicios Funerarios.
Este sistema concentra la información relacionada con la recuperación de fosas, criptas, gavetas y nichos en estado de abandono en los más de cien panteones existentes en la Ciudad de México, y a través del programa busca regularizar los títulos expedidos hasta antes del uno de enero de 1975, mediante el reconocimiento de nuevos titulares y beneficiarios en caso necesario.
Las disposiciones oficiales son precisas en cuanto a que la perpetuidad no equivale a propiedad del terreno que ocupa la tumba, sino que son permisos administrativos que se otorgan por tiempo indefinido a través de la Dirección General Jurídica y de Estudios Legislativos del gobierno capitalino, y no de las alcaldías donde estén los camposantos.
Comentamos los aspectos más destacados de estas disposiciones, con el ánimo de alertar a quienes tienen familiares sepultados en panteones de la Ciudad de México. Además, hay que pagar una cuota anual de mantenimiento, que en 2004 era de 50 pesos y en la actualidad es de 81 o algo así. Estos datos habrá que precisarlos en su momento, porque el panteonero nos dijo que era un pago por cada siete años, “a partir del último muertito sepultado”.
El reglamento que entró el vigor el 12 de marzo pasado, da un plazo de un año a las alcaldías para profesionalizar al personal de los cementerios y para llevar un registro tanto de las fosas como de esos trabajadores, los cuales deben pasar un examen de control de confianza y no tener antecedentes penales. Además se deben instalar cámaras de videovigilancia, en servicio todos los días y a todas horas.
En el panteón que nos ocupa, el de Dolores, hace un lustro la entonces titular de la Delegación (hoy Alcaldía) Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez Ruiz, dijo que al iniciar su gestión había encontrado “desorden y abuso” y estaba trabajando para combatir la corrupción y los engaños a quienes requieren de los servicios de inhumación. Parece que no lo logró.
En la actualidad se construye allí un nuevo edificio administrativo, incluso con estacionamiento subterráneo, y la línea 3 del teleférico tendrá una estación en ese punto. Las obras forman parte del Proyecto Complejo Cultural Bosque de Chapultepec, que comprenden también un museo de sitio, la reconfiguración arquitectónica del crematorio y de la plaza de acceso al cementerio, además de la restauración de la fuente de la Rotonda de las Personas Ilustres donde, por cierto, están los restos de don Manuel Azpiroz.
En estos días, la jefa del Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, estuvo ocupada con los actos previos al Gran Premio de Fórmula Uno, incluida la inauguración de un museo dedicado al automovilismo, pero hace tres años, por estas fechas visitó el Panteón de Dolores en compañía del alcalde Víctor Hugo Romo y anunció los referidos trabajos.
Mencionó entonces la necesidad de que hubiera “conectividad” porque el cementerio está entre la segunda y la tercera secciones del Bosque de Chapultepec (la primera fue el sitio de paseo dominical durante nuestra infancia), mientras que el alcalde Romo dijo que el panteón permanece vacío todo el año y sólo llegan los deudos cada Día de los Muertos, y que el memorial será para “los olvidados del país que yacen aquí y que nadie los reclama”. Es decir, en ese sitio estarán los restos exhumados de las fosas abandonadas.
No es nuestro caso. Seguiremos con los trámites necesarios para asegurar mientras podamos hacerlo, que los restos de los queridos abuelitos sigan allí.