La cárcel por una foto

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  • El símil entre Lozoya-Del Mazo-Del Moral

RedFinanciera

Mucho se ha especulado sobre la situación jurídica de Emilio Lozoya Austin, malogrado director de PEMEX, cuyos casos de corrupción salpicaron a varios políticos de otros partidos políticos.

El origen de sus desventuras se resume en una frase: es un hombre de excesos.

Sus hechos lo describen.

Lozoya Austin fue víctima de sus excesos. Exceso de poder, exceso de soberbia, exceso de palabras, exceso de dinero y exceso de errores. Excesos en su máxima expresión.

En esta retahíla de excesos surgen varias interrogantes:

¿Quién mete a la cárcel a Lozoya?, ¿Por dónde se rompe el pacto?, ¿Se equivoca Lozoya o se equivocó la 4T en pactar con él? ¿Por dónde se rompe el hilo?

Es bien sabido que su padre, Emilio Lozoya Thalmann, viejo amigo del expresidente Carlos Salinas de Gortari, pactó la libertad de su hijo con la 4T.

Culpable sí, pero libre, fue la consigna.

Alejandro Gertz Manero se comprometió, pero “donde manda capitán, no gobierna marinero”. El Presidente lo concedió.

¿Entonces por qué termina en la cárcel?, ¿Incumplió la 4T?, ¿Se desdijo Gertz? Pareciera. Pero no necesariamente fue así.

¿Quién mete realmente a la cárcel a Lozoya? La razón es simple: sus excesos y algo insignificante: una foto tomada con un celular.

¿Quién la toma? Una periodista: Lourdes Mendoza, denostada por el propio Emilio Lozoya sobre presuntos sobornos.

Se trata de una Columnista que hizo su trabajo de investigación, a costa de su integridad porque en México, ejercer el periodismo es una profesión de riesgo y de valentía, sobre todo cuando cuestionas a los hombres del poder.

Una simple foto rompe el pacto e incendia a la opinión pública.

Los duros cuestionamientos contra el Gobierno Federal no se hicieron esperar, pues quedó ridiculizado su acuerdo de impunidad al permitir que el exfuncionario llevara su proceso desde la comodidad de su casa, aunque no contaban que Lozoya es de gustos finos y asiste a restaurantes “fifís”.

¿Un gobierno austero tolerará que se rían en su cara y que Lozoya Austin se siente a cenar, con brazalete electrónico, con sus amigos multimillonarios en uno de los restaurantes más caros y exclusivos de América Latina?

Bastó una sola foto para cortar de raíz el pacto de Gertz con el papá de Lozoya.

Esta situación es insostenible, imperdonable. Es un abuso de confianza. Es fifí.

Esa fotografía, cortesía de Lourdes Mendoza, es una exhibición del dinero, el poder y el cinismo a los ojos de la 4T.

Ahora son pocos los que se acuerdan de Lozoya. Ahora está en la sombra, lejos del ojo público, en una celda.

¿Qué pasará el día que Alfredo Del Mazo, después de entregar el Estado de México a Morena, acuda a comer en uno de los restaurantes más caros de México o el mundo y sea fotografiado y la opinión pública cuestione la imprudencia de un exgobernador que asiste a sitios caros y exclusivos, violando los principios de austeridad y voto de pobreza que ostenta la 4T?

¿Cómo reaccionará el Inquilino de Palacio Nacional del dispendio?
Seguramente como una oportunidad.

Porque AMLO seguirá siendo Presidente una vez que Del Mazo entregue el Edomex.

En el escenario en que Morena no tenga toda la fuerza para garantizar el triunfo en 2024, la cárcel será un “as electoral” que el Presidente AMLO utilice, porque los ases, siempre se utilizan.

¿Meterá AMLO a la cárcel al expresidente Peña Nieto para que Morena gane la presidencia en 2024?

No hay necesidad. Tendrá a Alfredo Del Mazo, el ex-gobernador mexiquense, listo para sacrificarse, quiera o no, para completar el pacto que arranca con la entrega del Edoméx en 2023.

¿Y quién podrá ayudar a Del Mazo? Seguramente nadie, porque la apuesta que hace por Alejandra Del Moral, como su sucesora, es una derrota segura.

Alejandra del Moral es víctima del mismo problema que Lozoya.

Las fotos que documentan sus excesos, son su camino a la cárcel por fraude electoral, y si la 4T decidiera salvarla, sólo sería para hundirla en las elecciones y para ungir a Delfina Gómez como la primera gobernadora del Estado de México.

La cárcel por unas fotos, como es el caso de Lozoya, no vale la pena.

Eso es lo que debería estar pensando Alfredo Del Mazo.