Entresemana

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  • La trampa del autoritarismo
  • MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN

RedFinanciera

Dicen que votar en abstención es votar en contra, pero igual implica decisión salomónica para no involucrarse en temas de supuesta manufactura democrática que en realidad atienden a la voluntad personal del dueño del poder en México.

Y la diputada federal priista –¡pos ya qué!—Ana Lilia Herrera Anzaldo, recordará usted, votó en abstención al dictamen de la reforma al 5º Transitorio.

Pero…

He aquí, señoras y señores: miércoles de la vocera presidencial.

Lamentable y lastimoso papel, indudablemente asumido por voluntad militante e interés personal para ocupar, así sea por lo que dura el sexenio, un espacio de privilegio desde el púlpito de Palacio convertido en tribunal que, formalmente cada semana juzga a pecadores sorprendidos en la cacería de brujas.

Miércoles del Catón de Palacio representado por una mujer que lee el dictado de Su Alteza Serenísima e impune descalifica y estigmatiza a sus críticos y despedaza a periodistas y medios de comunicación.

El tema de la reforma al famoso e incomprendido cuanto manipulado y sometido 5º Transitorio del Decreto de la reforma al artículo 21 constitucional que anunció el nacimiento, en marzo de 2019, de la Guardia Nacional integrada por militares que, por sentido común, en cinco años no podría cambiar y menos integrarse con personal civil. Pero sí dirigida por civiles.

Así que se desató una hueca discusión provocada por voluntad del licenciado presidente que manipula a la Constitución e instruye remiendos con leyes secundarias.

Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I, dueño del poder absoluto en México, país al que maneja como ducado convertido en reino porque sostiene que la mayoría ciudadana le dio esa libertad de gobernar como mejor le venga en gana.

En ese papel del duque convertido en efímero virrey sexenal, dispone cómo quiere se comporten sus gobernados ayunos de cualquier posibilidad de discrepar porque, ¿entonces para qué diablos votaron por él copiosamente?

Sí, es asumir mañosamente a la decisión ciudadana depositada en las urnas como la firma de las escrituras de México en calidad de propiedad privada.

Y si hay renuencia y si la oposición le reclama siempre estará la respuesta en el apoyo de la mitad del ducado. Chinguémonos quienes pensamos diferente.

¡Ah!, pero el licenciado presidente está en su juego y maquilla decisiones con supuesta voluntad de esa oposición política como la del Partido Revolucionario Institucional, cuyo dirigente en turno es el mejor ejemplo del arlequín que no es ente confiable porque sabe reír y llorar, provocar risa y llanto y lamentos y rechazo porque, camaleónico sabe cuál es su papel en la mascarada.

¿A poco no?

Y, entonces, el licenciado presidente aparece en escena impoluto y honesto y bien peinado sabiéndose dueño de la situación y convencido de que, dígase lo que se diga, apuéstese lo que se apueste, por sus soberanos cojones, me canso ganso, lo soñado será realidad.

Y es que el duque soñó con su guardia personal y, como cambió de opinión en la intimidad de su alcoba en Palacio, las Fuerzas Armadas no son desconfiables, ¡No!, son potencial apoyo que atienden órdenes superiores sin chistar.

Así que, en medio del desmadre legislativo que provocó con su cambio de opinión, en tanto en el Senado se busca enmendar el dictamen relativo al 5º Transitorio insiste en descalificar a sus críticos, cuya inmensa mayoría se enfrasca en discusiones huecas y se desenvuelve en escenarios de lucimiento personal que poco o nada abonan en respeto y acatamiento a lo dispuesto por la ley que es la ley.

Y, en escena aparece la vocera presidencial, la de los miércoles, Ana Elizabeth García Vilchis cuyos vanos esfuerzos se evidencian en fatales lecciones de dicción y ausencia de cultura; no sabe que la encuestadora María de las Heras de Polanco falleció hace una década y lo que sobrevive, es la empresa que fundó y se llama De las Heras Demotecnia.

Pero el DJ Jesús Ramírez, famoso escritor al que ni en la calle donde vive le reconocen laudos, la envía al púlpito con un texto que Su Alteza Serenísima palomeó pero…

Lea usted las barbaridades de la censora por encargo presidencial, el máximo Catón del país. La bachiller Ana Elizabeth García Vilchis dijo el miércoles de censura:

“En tanto medios y representantes de la oposición lanzan sus ataques, las encuestas señalan el amplio apoyo hacia la Sedena y Marina, así como a la Guardia Nacional y sus labores de seguridad pública.

“Aquí vemos la encuesta de María de las Haras, que les preguntaron… Perdón. ¿María de las Heras?”

Sí, es De las Heras, le corrigen desde cabina del escritor Chucho Ramírez, sin duda encabronado por el yerro de la censora.

Pero García Vilchis mañosamente continúa, con evidente desconocimiento de que se trata de la empresa De las Heras Demotecnia:

“De las Heras, quienes les preguntaron a sus encuestados: ¿Y usted qué tanto considera que la permanencia del Ejército hasta el 2028 en tareas de seguridad pública ayudará a mejorar la seguridad del país? Un 59 por ciento de los encuestados dijo que mucho o algo.

“A otra pregunta, hecha por la encuestadora, les preguntó: ¿Cuando usted ve militares patrullando la calle, usted se siente más tranquilo o más intranquilo? El 63 por ciento dijo que más tranquilo o igual de tranquilo”.

Y concluye que “(…) No quieren que se le pregunte a la gente, les da pavor que opine el pueblo, eso lo prohíbe la Constitución, dicen, pero si sólo es un ejercicio de democracia participativa”. ¡Recórcholis!

Pero, pero… se va de frente y lee lo dictado por el DJ Ramírez y aprobado por Su Alteza Serenísima, el Duque Andrés Manuel I. A saber.

“Veamos –lee la bachiller– lo que dicen los juriconsultos y otros opinadores de la derecha sobre la consulta que propuso el presidente Andrés Manuel López Obrador para dar a conocer la opinión del pueblo sobre la permanencia del Ejército en tareas de seguridad pública”.

Luego es el rollo conocido, el pretexto para torcer el brazo a la ley con aquello de que no es encuesta, es consulta que “la Secretaría de Gobernación organizará junto con un consejo ciudadano para el 22 de enero de 2023”.

Pero, acusa la neo vocera de Palacio, “el exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío; el consejero del Instituto Nacional Electoral, Ciro Murayama; la senadora y el presidente del PAN, Kenia López y Marko Cortés, todos ellos lanzaron el grito en el cielo para clamar que la consulta es inconstitucional”.

O sea…

Cita, enseguida, conceptos legales entendidos a modo y usados como mejor le viene en gana al Duque Andrés Manuel I y, magnánima, García Vilchis concluye tramposamente.

“Por eso, les dejamos esto a la reflexión:

“¿Qué acaso el pueblo no tiene el derecho de opinar si está de acuerdo con que la Fuerzas Armadas permanezcan hasta 2028 en labores de seguridad?

“¿Qué el pueblo no tiene el derecho de expresarse sobre si la Guardia Nacional debe quedar en manos de la Sedena y continúan las Fuerzas Armadas en la seguridad pública?” ¡Recáspita con la cultivada censora!

¿Y la ley? ¿Y la Constitución?

Nada, nada. Ni se le ocurra protestar porque, según la versión a modo que leyó la bachiller, “la Secretaría de Gobernación tiene la obligación de promover la cultura cívica, la formación política y la participación ciudadana. O sea—dictamina el licenciado presidente en voz de García Vilchis–, que sí hay legalidad y sustento democrático para el ejercicio participativo propuesto por Andrés Manuel López Obrador, presidente de México”.

Bienvenido el pataleo. No se ría, es cosa seria. O, bueno, ríase si es su venerable decisión. “Total –canta el admirado Celio González como anillo al dedo–, si no tengo tus besos, no me muero por eso, ya o estoy cansado de tanto besar….”

COMO ME LO PLATICARON. Permítame abusar de usted. Bueno, bueno, de su tiempo y lectura.

Mire usted, el martes último, en una plática de integrantes de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) con la diputada federal Ana Lilia Herrera Anzaldo, quien aspira a gobernar al Estado de México, aludió al tema del 5º Transitorio y el papel de las Fuerzas Armadas en tarea de seguridad pública. ¿Por qué voto en abstención?

Para no incurrir en personales interpretaciones, le comparto su artículo publicado en la edición de El Universal del pasado 23 de septiembre de 2022, bajo el título “Congruencia y seguridad”.

Le recomiendo su lectura. Leamos.

“De 2006 a la fecha, la presencia del Ejército en las calles en tareas de seguridad pública, se ha más que duplicado en México, sin que la violencia baje. Al contrario, los homicidios se han disparado más de 240 por ciento, según datos del Inegi.

“De cada diez detenciones por algún delito, nueve son realizadas por elementos policiales estatales o municipales, en tanto que datos del propio Centro Nacional de Seguridad Pública Federal, refieren que la Guardia Nacional puso a disposición del Ministerio Público por el delito de homicidio doloso, apenas a seis personas solo en 2020.

“Entonces, ¿cómo garantizar resultados distintos, aplicando la receta de siempre en torno a la principal preocupación que hoy tenemos los mexicanos, que es la inseguridad y su eterna acompañante, la impunidad?

“Y tampoco se trata de radicalizar. Nadie quiere sacar abruptamente de las calles al Ejército, pero tampoco abandonar a su suerte a las policías civiles y apostar por la militarización.

“Es una discusión con innumerables matices. Plantearla en blanco y negro es la trampa del autoritarismo: los gobiernos estatales y municipales agradecen el apoyo y acompañamiento del Ejército para contener la ola de violencia en sus territorios, pero agradecerían más tener recursos y estrategia, para fortalecer a sus policías civiles.

“Hoy, a cuatro años de la reforma constitucional para crear la Guardia Nacional, podemos afirmar que la intención se quedó en el papel, como el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, aprobado en julio de 2019 por el Consejo Nacional de Seguridad Pública y que contiene las bases para la consolidación de una policía civil proactiva, con proximidad social y una distribución de funciones bien delimitada para prevenir el delito, disminuir la incidencia delictiva y mejorar la percepción de seguridad, además de plantear un modelo de justicia cívica enfocado en la mediación, en la solución de conflictos vecinales y en sancionar faltas administrativas con trabajo a favor de la comunidad.

“En los hechos, a los cuerpos policiales se les ha debilitado quitándoles competencias, dejándolos en el olvido en cuanto a capacitación y retirándoles los pocos recursos que tenían para cumplir con el mandato que la Constitución y la ley mandatan. Simplemente en 2021, se eliminaron los 4 mil millones de pesos del Fortaseg que iban dirigidos a los municipios con mayor incidencia delictiva.

“Hoy más que nunca es necesario corregir la estrategia de seguridad para que las familias mexicanas podamos tener la paz que tanto deseamos y merecemos. Por tal motivo, presentaré una reforma legal, a fin de instrumentar una estrategia clara de profesionalización, capacitación, certificación y sobre todo de financiamiento para fortalecer principalmente a las policías municipales, que distribuya con claridad competencias en la actuación de las policías en el ámbito federal, estatal y municipal.

“Recuperar la tranquilidad en nuestras calles pasa por crear una escuela de profesionalización de mandos policiales, implementar evaluaciones de desempeño, así como crear un Fondo de Ayuda Federal para municipios y demarcaciones territoriales de la Ciudad de México destinado exclusivamente a la profesionalización, la certificación, evaluación de desempeño y el equipamiento de los elementos policiales de las instituciones de seguridad pública.

“Debemos dejar de pensar que la solución a nuestro problema de inseguridad puede resolverse mediante subsidios o destinando recursos de cuentas congeladas: urge la creación de un fondo de aportaciones especifico que se encuentre considerado en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública y en la Ley de Coordinación Fiscal. Basta de engaños, las prioridades del país se establecen en el presupuesto o no están”.

Por supuesto, a Su Alteza Serenísima no le cuadra esta postura. Y no le vengan con que la ley es la ley. ¡Carajo! Digo.

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