- Por José Antonio Aspiros Villagómez
RedFinanciera
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) presenta actualmente en la avenida Juárez de la Ciudad de México la exposición ‘70 años de la masacre de henriquistas en la Alameda’, alusiva a la cruenta represión de partidarios del candidato presidencial Miguel Henríquez Guzmán en las elecciones de 1952.
Para aquellos comicios, celebrados el 6 de julio, fueron postulados el general Miguel Henríquez Guzmán (Federación de Partidos del Pueblo de México, FPPM), Efraín González Luna (Partido Acción Nacional, PAN), Vicente Lombardo Toledano (Partido Popular, PP) y Adolfo Ruiz Cortines (Partido Revolucionario Institucional, PRI).
Como ya lo ha expresado otras veces, este tecleador -entonces de ocho años- acompañó ese día a las urnas a su abuelo y tutor José Antonio Villagómez Farfán -militar en la Revolución y antiguo almazanista-, quien había dicho que votaría por el PRI porque “siempre ganan”.
Y, en efecto, el gobierno federal, que controlaba la organización de los comicios, anunció a través del general Santiago Piña Soria, jefe del Estado Mayor Presidencial, los resultados que daban el triunfo al aspirante oficial Ruiz Cortines, mientras por su parte el llamado “candidato del pueblo”, Henríquez Guzmán, también se declaró triunfador y convocó a la ‘Fiesta de la Victoria’ en la sede del Partido Constitucionalista Mexicano, frente al Hemiciclo a Benito Juárez en la Alameda Central.
Un artículo anónimo de la CNDH que se puede leer en archivotomasmontero.org, dice que “debido al amplio consenso que se reflejó en la manifestación, por órdenes del gobierno del entonces presidente Miguel Alemán Valdés y del Estado Mayor Presidencial, se desplegó un operativo con la totalidad de corporaciones policiales de la Ciudad de México, así como con militares de la 1ª Zona Militar”, para reprimirla.
El saldo, según esta fuente, fue de 200 muertos cuyos cuerpos habrían sido incinerados en el Campo Militar número 1, 500 desparecidos, más de un centenar de detenidos y miles de lesionados, aunque las cifras oficiales sólo mencionaron siete muertos y unos 600 detenidos.
Al cumplirse 70 años de tal masacre, la CNDH emitió una recomendación para investigar la realidad de lo ocurrido y “los resultados permitieron conformar la exposición 70 años de la masacre de henriquistas en la Alameda”, que fue inaugurada el 7 de julio pasado a un costado del Archivo General de Notarías.
“En el Archivo Tomás Montero Torres les facilitamos un número importante de fotografías, las cuales son parte significativa de la exposición”, nos informó por su parte vía Internet la directora de ese acervo de imágenes, Martha Patricia Montero, nieta del fotorreportero autor de tales imágenes y maestro de fotografía de este tecleador -ya lo hemos dicho antes también- en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’.
Explicó además que en la campaña electoral previa a aquellas elecciones, su abuelo había cubierto las actividades de González Luna por todo el país, “pero por interés personal y su sentido del deber fue a la Alameda, sin imaginar lo que ahí testificaría”.
Y no sólo captó las imágenes que ahora se exhiben frente a la Alameda Central de la capital del país y se pueden ver también en https://archivotomasmontero.org/index.php/2022/07/07/70-anos-de-la-masacre-de-henriquistas-en-la-alameda/, sino que dejó como testimonio unos apuntes mecanografiados con el título de ‘Diario de un fotógrafo de prensa’, que la estimada Martha Montero nos compartió.
Son tres cuartillas a renglón cerrado, relativas las dos primeras a la jornada del domingo 6, donde Montero -cuya actividad duró ese día de las 8 a las 23 horas- relata cómo fue la votación del candidato del PAN, a quien acompañaron él y los reporteros Manuel Buendía, de La Nación (órgano de ese partido) y Jorge Coca, de El Universal. “Estas han sido en muchos años las elecciones más tranquilas, ciertamente”, escribió, aunque registró también que hubo votantes que no estaban en las listas, votos fraudulentos, marginación de los representantes de la oposición en las casillas, y presidentes de casilla que se llevaron las urnas a sus casas antes de contar los votos.
La tercera cuartilla está fechada el 7 de julio y se divide en cuatro momentos: 9:00 horas, “¡Las elecciones más pacíficas que ha tenido México en 50 años!”, escribió Montero. 12:00 horas, la FPPM proclama vencedor a Henríquez Guzmán y convoca para esa tarde a la Fiesta de la Victoria. 14:00 horas, el PRI declara el triunfo de Ruiz Cortines y la Policía anuncia que disolverá a los henriquistas porque no tienen permiso de hacer su manifestación.
La mitad inferior de la hoja narra lo ocurrido de las 18:00 horas en adelante: “el escándalo más escandaloso en 50 años”; “desde el Zócalo hasta el Paseo de la Reforma” las fuerzas del gobierno atacaron a los henriquistas y a gente que pasaba por ahí o eran “curiosos”; la prensa del día siguiente “se vio obligada a revivir” a los muertos “para no alterar la tranquilidad del país”; “581 detenidos, entre henriquistas, campesinos, estudiantes y mujeres… mil y pico de bombas de gases lacrimógenos, millares de garrotazos…”.
“Estas fueron las democráticas elecciones en las que el régimen del Presidente Miguel Alemán ofreció y cumplió; con la Frase de Respetar el Voto Popular… ¡Bha!” (sic, por ‘bah’, interjección), había escrito ya Montero un día antes de reportar estos sucesos.
La periodista Martha Anaya publicó en el sitio web Eje Central (16-IV-2010) sobre las “asombrosas semejanzas” que a su juicio existen entre las elecciones de 1952 y las de 2006, tales como que tanto Henríquez como el hoy mandatario Andrés Manuel López Obrador se declararon mediante asambleas “presidente legítimo”, recorrieron el país para “concientizar al pueblo”, se vieron atropellados por el aparato oficial, fue neutralizada su “resistencia pacífica”, so voz fue acallada en los medios de comunicación y cayeron “finalmente en el olvido”.
También comentó en ese texto el libro Presidente Legítimo. Las memorias de Miguel Henríquez Guzmán (2009, edición de autor), del periodista Francisco Estrada Correa, e hizo notar que así como en 1952 Lázaro Cárdenas se distanció de Henríquez Guzmán “porque éste se negó a tomar las armas para defender su triunfo en las urnas”, en 2006 Cuauhtémoc Cárdenas negó “su apoyo al candidato del PRD (AMLO) no sólo tras el veredicto del Tribunal sobre la elección… sino desde que el tabasqueño se lanzó como candidato”.
A lo primero se refiere a su vez el periodista Juan Veledíaz Álvarez en su libro Jinetes de Tlatelolco (Ediciones Proceso, 2017), donde menciona que los miembros más radicales del henriquismo estaban dispuestos a levantarse en armas, pero su caudillo se deslindó de ese movimiento. De lo segundo, todos tenemos algún recuerdo en la actualidad.