Singladura

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  • La restauración
  • Por Roberto Cienfuegos J.

 

RedFinancieraMX

Con un Instituto Nacional Electoral en virtual jaque, una anunciada iniciativa federal para replantear los términos de los organismos comiciales en el país, un presidente dispuesto a mandar al “carajo” a instituciones y personas que lo adversen, y/o critiquen,  y un voraz apetito por el poder político y económico que éste confiere entre los actores políticos, todo el andamiaje electoral y aún político de este país parece estremecerse y a punto de crujir, lo que echaría por la borda años y recursos invertidos para dar certeza electoral a la ciudadanía de México, pero sobre todo para instaurar un modelo político abierto, plural y democrático.

Lo que observamos ayer domingo, tras las elecciones en seis estados del país, cuatro de ellas para Morena, refleja además y de manera grave la restauración de un partido hegemónico como fue el PRI durante más de siete décadas, y ni siquiera el PRI que guste o no, permitió y aún alentó la construcción de instituciones cimiento de la alternancia política registrada en el año 2000 con la llegada al poder presidencial de Vicente Fox, sino de la parte más autoritaria de ese mismo partido. Esto porque aun con un predominio casi absoluto por más de siete décadas, el PRI, a una parte de él, alentó un rejuego de equilibrios dentro de su propio seno. Esos equilibrios y cambios internos del PRI le permitieron por ejemplo sortear con éxito y no pocos balances y contra balances, la convivencia de fuerzas políticas de derecha, centro e izquierda, en un reparto del poder que se autocorregía y balanceaba al mismo tiempo, y que garantizó la permanencia por tanto tiempo en el ejercicio del poder. Aun monolítico en su disciplina y por el reparto del poder, el PRI pudo equilibrarse o autorregularse.

Pero lo que vemos ahora, dos décadas más tarde, es el regreso y aún más, la restauración de un partido único, Morena, sin contrapesos, el partido de un solo hombre, a cuya voz responden los beneficiarios acríticos del poder, cuya avidez por éste y el asociado a las prebendas económicas, hará que pase un tiempo indeterminado, pero seguramente prolongado, para su propia autocorrección si es que llega. ¿Quién, por ejemplo, se atreve hoy en México a criticar, disentir o pensar diferente respecto al Jefe del Ejecutivo? ¡Imposible! La única posibilidad de recompensa hoy día en México es la fidelidad, o la lealtad ciega al poder presidencial.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, de entraña priista, así haya militado en el PRD para hacer posible su postulación dos veces a la presidencia de México, es el estratega político, prácticamente único, de la restauración de un viejo partido monolítico, y hegemónico, especialmente luego de que hace más de tres años ganó, arrasó, en las elecciones presidenciales, una meta largamente acariciada y que al conseguir, lo proyecta como un líder político interesado, más que en otras cosas, en actuaciones o estrategias, en abrir una época del nuevo poder político en México. Por ello es que sigue incluso proyectando su poder y sombra sobre aspirantes a sucederlo, entre ellos de manera especial a quien le garantice con absoluta certeza la continuación de un proyecto restaurador. Allí por eso, lleva mano la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum una copia fiel o simplemente una calca presidencial. Esa es la fidelidad total. Pensar y/o actuar diferente conllevaría el peligro de caer directamente al averno presidencial.

Si durante décadas pensábamos que México avanzaba en la tarea de construir un país abierto, plural, de contrapesos del poder, democrático, institucionalmente avanzado, eso ya se fue al carajo.

Sin oposición al frente, como se volvió a ver ayer domingo, el mariscal López Obrador avanza firme y sin cortapisas, a la construcción de un proyecto transexenal con la sólida servidumbre de sus seguidores, fanáticos y beneficiarios, acogidos por los beneficios del poder. Morena, lejos de constituirse en un partido, será sólo un apéndice del proyecto restaurador que persigue el hoy inquilino de Palacio Nacional, absolutamente confiado de imperar más allá del 2024.

ro.cienfuegos@gmail.com

@RoCienfuegos1