La costumbre del poder

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  • Aborto con corresponsabilidad
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

*Lo que debe modificarse, además de la ley, es la actitud y el comportamiento de la sociedad

La hipócrita cultura occidental continúa afirmándose en el machismo que la distingue, incluso cuando jurídica y penalmente aspira a apoyar al feminismo con una nueva legislación sobre el aborto. El tema trasciende lo legal.

La carga anímica, la responsabilidad ética y moral de ese acto que asumen las mujeres como un gesto de libertad -es mi cuerpo, yo decide lo que en él sucede- es una decisión ética, moral y de salud que se toma en soledad.

Decidirse a abortar está más allá de la ética civil y cívica y de la moral religiosa y filosófica, porque quien así lo determina elige desprenderse de “algo” que es suyo, de un principio de “ser”, de un cigoto cuyo hálito de vida, cuya luz, cuyo significado como producto terminado y alumbrado la mujer desconoce, a pesar de ser ya madre o serlo con posterioridad al aborto, puesto que ninguno de los hijos trae en la mirada el significado de lo que no fue porque así se decidió.

De lo anterior el esposo o pareja de la mujer que asume esa responsabilidad, se desentiende, por más que la tome de la mano, la espere a las puertas del quirófano o del consultorio, si de un aborto clandestino se trata.

Por más que esta sociedad promueva la despenalización del aborto, la mujer continúa sola el tránsito de esa elección, porque en nuestro modelo educativo, en el “mirreynato”, en la actitud de los padres y en el consentimiento de las madres, se carece de elementos formativos del carácter y comportamiento de los hijos para hacerlos corresponsables de lo que ocurre con un embarazo no deseado. Si la mujer no lo desea, si no consintió, los varones de su entorno asumen una actitud de deslinde al momento de tomar una decisión: es tuya.

Y ya no digamos nada de la actitud de los prelados y la extrema derecha, de las organizaciones a favor de la familia. El deslinde se convierte en rechazo. Lo que debe modificarse, además de la ley, es la actitud y el comportamiento de la sociedad.

Debe enseñarse en las escuelas el cuidado del cuerpo y la corresponsabilidad de compartirlo sexualmente, para aprender del uso de la prevención, de los anticonceptivos, de la salud anímica, ética y moral más allá de los límites impuestos por las religiones o los códigos de conducta de familias a las que les da miedo que sus hijos vivan.

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