Singladura

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  • De muertos y vivos
  • Por Roberto Cienfuegos J.

RedFinancieraMX

Este lunes, cuando prácticamente todos, o al menos la mayoría de los mexicanos conmemoramos el Día de los Muertos, hoy expresamente de los niños, y mañana martes de los adultos, topo con una realidad para los vivos que llama a reflexionar cómo es que México vive un inusitado periodo de su historia en que como mexicanos nos colocamos a la defensiva unos de los otros. Es inusual, aun y cuando se asume el riesgo inherente a la vida de manera constante. Pero a juzgar por estos tiempos nuestros, y de nuestro país, resulta obvio que la mayoría andamos con el cuerpo y más todavía, el espíritu colocado en un estado defensivo, en alerta o si usted prefiere en semáforo ámbar.

Y es que las cosas no andan bien en México, se desprende de indicadores clave que revelan enfermedad, muerte, precariedad, pobreza, y aún incertidumbre y hasta sospecha sobre la realidad cotidiana y el futuro. Es un periodo caracterizado en buena parte por la falta de certeza generalizada, así y haya quienes argumenten que hay rumbo y timonel.

De cara a un cambio de régimen como el proclamado por la 4T hay en el horizonte más dudas que certezas. En el caso de esta última, la vida discurre más cerca que nunca de la muerte, ya sea por la pandemia del coronavirus que aun con menor intensidad si se acepta, persiste. Esto con todo y la enorme tarea que se ha desplegado en favor de las vacunas, pero que muy desafortunadamente no han impedido del todo las muertes ni la enfermedad de muchos mexicanos. Fuentes médicas coinciden además en advertir que los efectos reales de las vacunas aplicadas hasta ahora en millones de organismos, o personas si prefiere, sólo se conocerán con precisión en una década, una interrogante más que adereza el ambiente nacional.

A esta cotidianeidad calamitosa se añade la muerte causada por el crimen desbordado. Las cifras que frisan las 100 mil muertes en los casi tres años del gobierno en curso, son causa de espanto y dolor para muchos mexicanos.  A otros tantos, predominantemente los que andan a buen resguardo y blindados, poco o nada les importan estos números.

Sume usted las angustias que padecen quienes están enfermos, ya sea víctimas del Covid-19 o de otras muchas enfermedades que se han dejado de atender oportuna y debidamente. Tampoco importan mucho. Habrán de esperar a que se cumpla la promesa de instaurar el modelo Dinamarca que inspira a nuestro presidente, sí, como lo lee, y aun reserve tal vez algún grado al menos de incredulidad.

Tampoco es que andemos mejor en otras áreas, trátese de economía, o empleo, un par de fenómenos indisolublemente asociados. Las cifras oficiales refieren una recuperación laboral a niveles casi idénticos a los previos a la pandemia como si se tratara de un alivio, cuando sabemos que antes del virus, el empleo ya acumulaba déficits acuciantes. Así que aún si fueran ciertas las cifras de recuperación, seguirían éstas acusando precariedad e insuficiencia laboral. Pero otras fuentes denuncian la mala o baja calidad de esos empleos recuperados. Es lógico suponer el abaratamiento de la fuerza laboral en general cada vez que ocurre una sobre oferta como es el caso en el país.

Tampoco la economía, ´para desdicha nacional, retoma la robustez imprescindible que hace años demanda el país y que bajo la 4T se ha tornado más urgente tras una caída histórica en 2020 cercana al 9 por ciento del PIB, y cuya recuperación parcial implicará un empate a cero al término de este casi sexenio. Así que en estos campos también andamos a la defensiva para impedir la muerte económica, que muchos sufren en la economía predominantemente informal que impera en México.

Y en materia de pobreza, pues ésta también se ha acentuado, pese a la preferencia económica por los pobres que tiene como vocación el gobierno en curso, y quizá precisamente por ello. Un poco de dinero en el bolsillo cada mes o dos meses, poco hace contra la pobreza, un fenómeno multifactorial que hay que combatir en forma concertada, eficiente y honrada. Después de todo, si las locomotoras se mantienen a media máquina o sin avanzar, los vagones del tren no podrán hacer la diferencia. Urge que la locomotora esté encendida para hacer avanzar el cabús.

Así que en estos días de reflexión sobre la vida y la muerte, México tiene mucho qué decir y sobre todo hacer para despertar del adormecimiento en boga que mantiene su curso entre muchos mexicanos, siempre fervorosos con sus muertos y poco o nada exigentes con quienes se pasan de vivos.

@RoCienfuegos1

ro.cienfuegos@gmail.com