- Por Norma L. Vázquez Alanís
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El doctor en Historia por la Universidad Sorbona de París, Christian Duverger, presentó un extenso panorama del siglo XVI en el contexto de la primera globalización que ocurrió en 1521 con la llegada de los españoles a tierras continentales y la caída de Tenochtitlan a manos de Hernán Cortés, en la conferencia que dictó de manera virtual convocado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) dentro del ciclo ‘De siglos y centenarios’.
La intención de esta charla titulada ‘1521. El siglo de la conquista’, dijo el catedrático e investigador, “es no solamente concentrarme sobre la historia de México, sino plantear un escenario de ese periodo en el plano internacional, es decir, qué sucedía en ese mismo tiempo en otras partes del orbe”.
Comenzó con la cita de dos eventos que tuvieron lugar en octubre de 1520, un año antes de la caída de Tenochtitlan. Uno fue la primera exhibición de arte prehispánico en el Palacio Municipal de Bruselas, Bélgica, y otro la coronación de Carlos V en Aquisgrán, Alemania.
Esa muestra fue montada por Guillaume de Croy, consejero de juventud de Carlos V, quien entendió lo que significaba el envío hecho por Hernán Cortés al rey, de los regalos recibidos de Moctezuma y del cacique de Zempoala, conformados por numerosos objetos de arte, y tuvo la convicción de presentar el tesoro en Bruselas al momento de la coronación de Carlos V en Aquisgrán, Alemania.
Recordó que cuando Cortés llegó a Veracruz, los señores de los reinos locales le hicieron obsequios y él no los distribuyó entre su tropa, sino que los conservó bajo la forma de regalo y los mandó al rey Carlos V.
Cortés, al que conocemos como el bárbaro vencedor de Tenochtitlan, tuvo la idea de demostrar a Carlos V que México era una civilización de cultura, que tenía sus artistas y artesanos; no solamente había oro, también plumas, trabajo de tipo artístico, además de que en los presentes de Moctezuma había libros, esos códices que a veces se han podido considerar como elementos figurativos, pero que en realidad son absolutamente escritura, explicó Duverger. En este sentido, Cortés fue el primer promotor del arte prehispánico.
Al momento de la exposición en Bruselas, Cortés estaba en Tepeaca después de la “noche triste”, era un vencido, había sido expulsado de la ciudad de México en condiciones difíciles y salió hasta Tlaxcala, donde los nativos negociaron su apoyo futuro a cambio de librar una batalla en Tepeaca; ahí, a finales del mes de octubre Cortés se aisló en una choza para escribir la segunda Carta de Relación, la cual es una especie de testamento, porque seguramente no tenía ninguna seguridad en relación con el futuro. A juicio de Duverger, se trata de un texto de amor a México en el que demuestra su admiración por los indígenas y su cultura.
Esa Carta de Relación, publicada en 1522 en Sevilla, de inmediato fue un éxito de la imprenta, al grado de que se hicieron 12 impresiones en cinco años y con traducción al latín, al flamenco, al francés y al italiano; fue una especie de ‘boom’ internacional y Cortés se volvió un autor famoso por la empatía que mostraba en relación con su conquista. La fama de Cortés fue tan evidente que enojó mucho al rey de España, quien en 1527 censuró la obra y prohibió tanto su edición como la posesión de los libros del conquistador; el precepto fue totalmente observado y se quemaron en plazas públicas los ejemplares disponibles.
El proyecto de Cortés no era militar, quería
integración al mundo mesoamericano
Según el análisis del doctor Duverger, Cortés no quería ver la repetición del caso dramático de Cuba y Santo Domingo en tierra continental, lo cual le obligó a pensar en un escenario alternativo como fue el mestizaje. Cortés llegó con la idea del mestizaje, que era la dinámica en el mundo prehispánico mesoamericano, completamente sedentario, pues estaba habitado por agricultores en ciudades establecidas llamadas altépetl en náhuatl, unidas por caminos que permitieron la circulación en Mesoamérica y durante 25 siglos la entrada a grupos nómadas -los chichimecas- al mundo de los sedentarios.
Explicó el conferenciante que siempre había un rito de aceptación, se hacía una ofrenda de mujeres por parte del cacique del altépetl para que las tomaran como esposas, como una incitación para los recién llegados a quedarse, con la esperanza de un mestizaje positivo. Esta fue una práctica que constituyó la mecánica de la evolución en Mesoamérica, y por eso Cortés decidió entrar en la región prácticamente sin armas.
“Cuando estudiamos alguna parte de los documentos, vemos que la tropa, los 500 hombres que iba a reunir para su expedición en México, se preguntaban por qué no llevaban armas, así que de manera muy simbólica carga con un pequeño cañón y alrededor de 15 arcabuces -un instrumento muy primitivo e inadecuado para el tipo de campaña que se suponía iba a hacer Cortés-; sin embargo, con lanzas y espadas fue suficiente”, explicó Duverger.
La idea de Cortés funcionó, porque cuando llegaron a Centla hubo una primera batalla -uno de los pocos combates de Cortés- y después pactó con los caciques locales. Entonces recibió como ofrenda 20 mujeres entre las cuales iba la famosa Malitzin, y eso es exactamente lo que esperaba Cortés: recibir una posibilidad de integración en el mundo mesoamericano.
Los grupos indígenas aliados y Narváez,
factores de violencia
Así, Cortés quiso jugar este papel de la integración, dijo el ponente, quien pidió entender que el propósito “digamos que pacifico del mestizaje”, evolucionó dos años después hacia una violencia feroz en el sitio y batalla de Tenochtitlan, que realmente fue una guerra con muchos muertos y con mucha sangre derramada.
Eso fue así, por las presiones de los aliados indígenas de Cortés (de Zempoala, Tlaxcala, Cholula, Huejotzingo, etcétera) y por la llegada de Pánfilo de Narváez, enviado por el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, para imponer la política de colonización. Por eso traía caballos y armas de guerra, y muchos de los integrantes de su tropa llegaron con sus esposas e hijos, y eso cambió la perspectiva porque la integración con los chichimecas se hacía a través del matrimonio con las indígenas del lugar. Entonces, importar españoles con su familia era una alteración de la perspectiva, lo cual complicó mucho la situación de Cortés.
En el análisis del historiador Duverger, se trató de una especie de manipulación por parte de los grupos indígenas que utilizaron la presencia de Cortés para hacer simplemente la guerra. En este sentido, al hacer una lectura final de los textos del militar español, resulta que quiso hacer una guerra de tipo indígena.
Por ejemplo, su obsesión en la batalla de Tenochtitlan era subir al Templo Mayor y apoderarse de él, porque en el sistema simbólico prehispánico la conquista se hacía a través de la toma del templo principal. Por eso en todos los códices está el símbolo de la conquista con un templo derrocado con una flecha y una voluta de humo que representa el fuego; Cortés quería entrar hasta el zócalo para cristalizar su victoria a través de ese simbolismo indígena.
Finalmente, el 13 den agosto de 1521 se rindió Cuauhtémoc, y con su tropa no muy numerosa Cortés se apoderó de la ciudad. Sin embargo, a partir de este momento no comenzó una historia lineal; a veces se describe la caída de Tenochtitlan como una especie de inicio inexorable de colonización hispánica, pero hay mucho que ponderar en todo eso porque los hechos indican otra cosa; España no sabía qué tipo de gestión aplicar a la administración de América e intentó varias como nombrar a Cortés capitán general y justicia mayor; después se integró una Audiencia y finalmente se aplicó la idea de la privatización de la tierra, o sea el marquesado, pero siempre hubo discusiones en España sobre la manera de hacer la gestión de la Nueva España, precisó el conferenciante.
(Concluirá)