Aconseja experto, cómo cuidar las bibliotecas personales

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  • Por Norma L. Vázquez Alanís

RedFinancieraMX

(Primera de dos partes)

El doctor José Roque Quintero, quien tiene más de 40 años de experiencia en el cuidado de bibliotecas personales, aseguró que todavía hay un gran número de personas que confían más en el libro impreso a pesar de que los libros digitales o e-books permiten más rapidez y mejor facilidad para consulta, así como para resguardo y almacenamiento, además de que tienen diccionario incorporado.

En una conferencia virtual convocada por la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), que cuenta con el patrocinio de la UNAM, el doctor en bibliotecología y maestro en antropología social habló sobre el cuidado de las bibliotecas personales, a fin de proporcionar recomendaciones para la limpieza y desinfección de los volúmenes que integran el acervo bibliográfico casero.

Comentó el encargado de impartir este breve taller sobre conservación de los libros que guardamos en el hogar, que las bibliotecas privadas han sido olvidadas por los estudiosos de la bibliotecología, quienes se han dedicado a las que son públicas o universitarias, por lo que es un tema poco abordado en la literatura especializada.

Explicó el doctor Roque Quintero que en las bibliotecas privadas el dueño ordena sus libros por colores o tamaños y no de acuerdo con una clasificación como se hace en las bibliotecas públicas. Sin embargo son como una huella digital de sus propietarios y ninguna se parece a otra, ya que las formas de compilación corresponden a configuraciones muy personales de elección de sus componentes.

Como ejemplo de bibliotecas privadas citó las reunidas por la revista Casas-Biblioteca de mexicanos, una coedición del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y el Gobierno del Estado de Guerrero en la cual se presentan entrevistas con personalidades de las letras, las artes, la política, la medicina y las ciencias que integraron bibliotecas muy bastas.

Las preguntas fueron elaboradas por Francisco Márquez Páez, quien fue bibliotecario de la UNAM durante mucho tiempo. Entre las muchas bibliotecas que se reseñan están las de Néstor de Buen, Ignacio Burgoa Orihuela, Gonzalo Celorio, Martha Chapa, Alí Chumacero, Andrés Henestrosa, Miguel de la Madrid Hurtado, José Luis Martínez, Mario Pani, José Sarukhán Kérmez, Luis Mario Schneider y Guillermo Tovar y de Teresa, así como la biblioteca “José C. Valadés” perteneciente a Patricia Galeana y Diego Valadés.

Asimismo, en el libro Biblioteca personal: 51 escritores (Ediciones Cal y Arena), compilada por Javier Aranda Luna, podemos encontrar consideraciones básicas e íntimamente relacionadas con el desarrollo de las bibliotecas personales, tales como hábitos de lectura, concepciones diversas en torno al libro y prácticas de ordenamiento de los acervos bibliográficos de cada propietario.

Esta obra contiene comentarios sobre el tema de Germán List Arzubide, Elías Nandino, Fernando Benítez, Octavio Paz, Ricardo Garibay, Jaime García Terrés, Edmundo Valadés, Fernando Solana, Vicente Leñero, David Huerta, Ángeles Mastretta, Inés Arredondo, Carmen Boullosa, Federico Campbell, Juan Villoro y Álvaro Mutis, entre otros.

Respecto a la mejor manera de preservar los libros, el doctor Roque Quintero explicó que la temperatura óptima para los volúmenes es de entre 18 y 21 grados centígrados; un exceso de temperatura favorece la degradación térmica de la celulosa, principal componente del papel, que se vuelve amarillo y quebradizo. Además, potencia el desarrollo de las bacterias que atacan a los libros.

Agregó que la humedad relativa óptima es del 44 al 55 por ciento, pues en condiciones superiores la humedad del aire favorece el desarrollo de plagas de microorganismos e insectos y acelera las reacciones químicas de hidrólisis, mientras que una baja humedad relativa causa fragilidad y desecación.

Igualmente recordó que los libros nunca son basura y que siempre habrá alguien a quien puedan servirles, de manera que cuando hagamos limpieza en nuestra colección bibliográfica podemos donar a alguna biblioteca pública los ejemplares que ya no vayamos a conservar, o bien venderlos por internet.

(Concluirá)