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- ¿Por qué critican al Duce Andrés Manuel?
- Por Moisés Sánchez Limón
RedFinancieraMX
Es la pregunta que, sin duda, se hacen simpatizantes, seguidores y defensores oficiosos, caricatura de los radicales conocidos camisas negras del dictador Benito Mussolini. ¿Por qué si Su Alteza Serenísima llegó a combatir a la corrupción y repartir la riqueza entre los pobres?
Vaya, hasta el licenciado presidente, el clasemediero, austero y aspiracionista que vive en Palacio a todo lujo, se queja en público y privado de los malvados conservadores y neoliberales que lo critican y descalifican –con fundamento, la mayoría por cierto–.
En serio, y para que no se vaya a quedar dormido en la mañanera, le comparto lo que el Duce dijo en la homilía de inicio de semana desde su púlpito:
“Es interesante como fenómeno, porque esto no había sucedido desde la Revolución, desde el gobierno del presidente Madero que los medios se lanzaran tan fuerte en contra del presidente, porque durante décadas los medios de información estaban sometidos o alquilados, vendidos al régimen”.
¿Por qué no se criticó y caricaturizó a presidente alguno después de don Francisco? Porque, y dígame si miento, no habíamos tenido a un presidente como Andrés Manuel.
Es único, capaz de mentirse y desmentirse a sí mismo, de criticar a los machuchones y fifís, neoliberales y conservadores pero ser un machuchóm en camionetota blindada que duerme en un Palacio a todo lujo y se apoya en los neoliberales porque él es consecuencia de ellos. Y hasta compadre.
Y conste que hasta tiempos recientes Vicente Fox transitaba en el escenario de la pena ajena. ¿Recuerda usted a Vicente con smoking y botas de charol? O cuando en el saludo a la Reina Sofía le dijo “mi reina” y presumió a George W. Bush sus porquerizas, en el rancho de San Pancho, como caballerizas.
Y nadie como él capaz de mantener el mismo discurso durante más de dos años y presumir como buen ejercicio de gobierno al Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas, y que combate a la corrupción, pero..
“Pero –dijo Andrés Manuel en la mañanera– es parte de lo que se tiene que estar -aunque moleste- ventilando para que no se repita, porque yo estoy convencido, absolutamente convencido que, si no se destierra la corrupción, no hay salida, ese es el principal problema. Si se acaba con la corrupción, vamos a salir”.
Bien, bien, licenciado presidente, bien Su Alteza Serenísima y para cuándo. Porque, en todo caso, es elemental y todo México, bueno, casi todo, se pregunta por qué en oficinas del gobierno federal y en administraciones locales continúa la corrupción. Dos años y más de lo mismo.
¡Ah!, pero el Duce mantiene el sueño de Alicia en el país de las maravillas. Le comparto la idea que el licenciado mantiene con ese sueño, aunque México es México y sufre a la intangible y demagógica 4T:
“Y ahí están los ejemplos –dice López Obrador–, ahí está Dinamarca, Suecia, Noruega. En Dinamarca no hay pobreza, no hay inseguridad, pero no hay corrupción, de veras, no hay corrupción. Una vez hablaba yo con una danesa (¿habla danés?) y le explicaba y no entendía, porque no está en su experiencia el que se hagan negocios al amparo del poder público, ni empresarios ni funcionarios.
“Los funcionarios, ministros en Dinamarca, en bicicleta, ¿y aquí cómo era?, caravanas de carros blindados, aviones privados, oficinas lujosísimas, helicópteros hasta para ir a jugar golf.
“Entonces, pues así no, ¿cómo va a salir el país adelante?, que no se nos olvide eso. Entonces la fórmula es cero corrupción, cero impunidad y cero lujos en el gobierno, austeridad republicana y así salimos y vamos saliendo de la crisis, y se va a lograr el renacimiento del país, a pesar de la pandemia vamos a salir”.
¡Vientos! Pero, preguntemos a Andrés Manuel, ¿por qué no viste austero y deja de presumir su colección de guayaberas y, lástima de percha con timba caída, trajes bien cortados? ¿Por qué viaja en camioneta blindada con caravana de vehículos similares? ¿Por qué no se va a vivir a un departamento en la clasemediera colonia 20 de noviembre, próxima al Zócalo? ¿Es austera la comitiva que le acompaña a las giras de fin de semana? ¿Cuánto cuesta ese viaje de gabinete?
Y, bueno, que no mienta impunemente ni se presuma demócrata y tolerante, cuando a su gabinete impone lo que piensa, como a la profesora Delfina Gómez Álvarez, secretaria de Educación Pública, que ridiculizó cuando le cortó la intención de atender preguntas.
Porque, además, cuando le preguntaron cuál es el plan, puntualmente, que se tiene por parte del gobierno ante la detección de un contagio en algún centro escolar. Y si se tiene prevista alguna medida muy puntual para evitar este que se conlleven a más casos de COVID, etcétera, etcétera, se salió por la tangente:
“(…) quiero decir que es notorio cómo la prensa conservadora se ha lanzado en contra de este propósito de regreso a clases presenciales, ya lo agarraron de bandera”.
¡Ah!, pero la perla del gatopardismo que desprecia pero le cae como anillo al dedo:
–¿Pero, es obligatorio el regreso de los maestros a clases?—preguntaron al Duce.
–No para nadie –respondió–, nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho. No somos conservadores, eso sí calienta, pues.
Y cuando se le recordó que la maestra Delfina dijo un día antes que los profesores tendrían que regresar a clases, respondió con la cantinfleada: “sí, porque pues, es su materia de trabajo y lo van a hacer, porque los maestros son muy responsables en México. No es el tiempo en que se acusaba a las maestras, a los maestros de que eran flojos, irresponsables, que no trabajan, que si no se avanzaba en la educación era por culpa de los maestros, por el ausentismo de los maestros”. En serio, no se ría. Y si usted es maestro, menos.
Interesante, interesante el discurso del Duce. Más cuando prácticamente dice a niños, niñas, jóvenes y jóvenas, escolapios de todos los niveles, que retornen a clases presenciales, que no le saquen.
“Y tenemos pues que correr ciertos riesgos –advirtió, valiente y arrojado, el Duce–, como todo en la vida. Imagínense si no salimos porque nos puede pasar algo pues nos vamos a quedar todo el tiempo ahí, encerrados. No, tenemos que enfrentar las adversidades, los caminos de la vida no son como imaginaba”. O sea, mexicanos no le saquen al parche.
El corolario de la mañanera del viernes 13, es vox populi.
En ese espacio añoso del Salón de la Tesorería, en el austerísimo Palacio Nacional con terminados en madera de pino de Michoacán y candiles de medio cachete comprados en la Lagunilla, Su Alteza Serenísima pidió al Sonido La Changa se despachará el vallenato Los Caminos de la Vida, pero antes instruyó: ¡Jesús!, tráete la botana. Y que sirvan igual; la seguimos en el avión. Digo.
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