- ¿Y si el presidente tiene razón?
- Por Roberto Cienfuegos J.
RedFinancieraMX
De la obcecación presidencial nadie debería dudar. Sobran las evidencias. Quizá la mejor y más contundente prueba es la persistencia que observó durante su prolongada, firme e irrenunciable carrera por la presidencia del país.
Pocos políticos en el mundo, creo, han tenido semejante tozudez, resistencia y determinación para llegar a su meta. A Amlo nada lo disuadió, nada lo frustró y de cada caída política se levantó para proseguir.
De hecho, convirtió su fracaso reiterativo en su mejor triunfo, la victoria total, absoluta, arrolladora.
En su barca naufragante, una, otra y otra vez, se subieron muchos. La barca de Amlo se convirtió al paso del tiempo de travesía en el espacio predilecto para el abordaje de quienes creyeron que estarían perdidos o zozobrarían de no hacerlo.
Amlo consintió el abordaje de todo tipo de filibustero, pirata, bucaneros o corsarios. La única condición para la nueva tripulación del arca de Amlo fue la lealtad ciega. Lo demás era lo de menos.
A diferencia de sus carreras presidenciales fallidas, en la competencia del 2018, Amlo abrió y amplio el arca para admitir a cuantos estuvieran dispuestos a mirarlo como su líder total, sin reservas de ningún tipo. Mucho menos a disentir, e incluso proponer.
Amlo se asumió y ejerció como un líder absoluto. Una vez consumada la hazaña polìtica de ganar la presidencia y aún de servir como el portaviones electoral que fue, Amlo trasladó el ejercicio del poder absoluto a la presidencia y el Palacio Nacional.
Él sigue siendo el líder incontrovertible, incontestable, total. Su ejercicio es monolítico, vertical. No hay espacio para la réplica, me han dicho fuentes cercanas a Palacio Nacional. Amlo ejerce un poder omnímodo. Esas mismas fuentes me dicen que Amlo no sólo es de mecha corta, sino que trae a mecate corto a su entorno ejecutivo. Nadie prácticamente se atreve a contradecir o contra proponer al Jefe máximo.
Palacio tiene tantas puertas como el poder presidencial concentrado. Amlo está convencido de lo que hace, ordena, siempre ordena. Su abrumador triunfo electoral hace poco más de dos años y el arrastre popular que lo hizo posible, ahora alimentado con fondos económicos del Estado, fortalecen y refuerzan si es que hiciera falta los motivos presidenciales y el imperio de su razón.
Los demás no entienden o tienen pocas luces para comprender los motivos y las razones que impulsan al presidente, hoy repotenciado -si es que hiciera falta- por el vigor con el que puso fuera de combate y domó -allí si él- al devastador virus de la Covid-19. ¿Hacía falta algo más para probar que el presidente tiene razón y que ni siquiera el bicho ese le hace mella? El meritito bicho le hizo lo que el viento a Juárez y le peló los dientes.
Estamos de nuevo de pie y en lucha. Vamos a continuar con la transformación, proclamó el mandatario, quien pese a la enfermedad que sufrió ratificó su negativa al uso de cubrebocas. Otra expresión contundente de su estilo. Nada lo hace cambiar, virar, dudar. Va de frente con sus datos.
Apenas la víspera ratificó su modo y talante al decir que no aceptará que se cambie “ni una coma” en su propuesta de reforma energética referida al sector eléctrico. Pare donde pare. Amlo es un político sin frenos, sin límites y háganle como quieran. Siempre tendrá la razón y los dardos a modo y en tiempo, listos para disparar.
Quienes se atreven a señalar otras vías, otras formas, otros medios de gobernar, están equivocados, son corruptos o temen al cambio.
El país podrá caerse a pedazos, acumular muertes y enfermos, sufrir un colapso económico, enfrentar demandas externas de todo tipo, pero nada hará cambiar las reglas y convicciones de Amlo.
No importa ni tiene valor lo que diga nadie, así sea el intelectual más preclaro de México, el científico más reconocido del país, el experto más cabal en cualquier área, el polìtico más avezado del mundo, las mujeres más sufridas de la tierra, el profeta más certero del universo, la evidencia más contundente posible. ¡Pamplinas! Por encima de todo y de todos “vamos a continuar con la transformación”. Salvo que…nada. “Vamos a continuar”…
La contundencia de Amlo, me hace pensar: ¿Y si tiene razón? ¿Qué haremos, qué cara pondremos, qué disculpa ofreceremos quienes abrigamos unas poquitas dudas?
@RoCienfuegos1