Textos en libertad

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  • Fiesta amarga en el Día de la Fraternidad Periodística
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinancieraMX

En memoria de mi amigo Víctor García Solís,

presidente del Club Primera Plana en 1978-1980,

a 15 años de su deceso (8-X-2005)

El próximo día 15 se celebrará en México el Día de la Fraternidad Periodística mediante una ceremonia virtual, en la cual el Club Primera Plana (CPP) entregará reconocimientos a unos 200 periodistas de todo el país que han cumplido cinco o más lustros en el ejercicio de su profesión de manera ininterrumpida.

Esta será la vigésima octava oportunidad en que el veterano organismo gremial otorgue tan codiciado estímulo de colegas a colegas (en otra ocasión nos referiremos al Premio Nacional de Periodismo y al Premio México), y por primera vez no podrá ser presencial debido a la pandemia. En el pasado, y por iniciativa de su entonces presidente Teodoro Rentería Arróyave, se le llamó Comida de la Unidad Periodística cuando se llevaba a cabo precisamente a la hora de los alimentos con el hasta la fecha invariable apoyo de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y su dirigente Joel Ayala.

La primera entrega de reconocimientos fue en la Casa de la Cultura ‘Jesús Reyes Heroles’ cuando Francisco Rodríguez Díaz presidió el CPP (1992-1994), gracias al apoyo del delegado en Coyoacán, Carlos Salomón Cámara, y de su director de comunicación social, Raúl Cruz Zapata, según relata el libro Huellas en el tiempo (Instituto Politécnico Nacional, 2002, 135 páginas) del veterano socio Eugenio Múzquiz Orendain, de cuyo deceso se cumplieron 15 años el pasado 26 de abril.

Dada la crisis sanitaria, para el año actual una opción que tenía la directiva del Club Primera Plana -encabezada por el licenciado José Luis Uribe- era aplazar hasta 2021 la entrega de reconocimientos, pero en sesiones virtuales de trabajo con los asociados fue apoyada su iniciativa de que se celebre a distancia, para cumplir con el ya tradicional compromiso de reconocer y estimular a los colegas en sus quinquenios cumplidos.

En el pasado sí hubo la necesidad de diferir esta fiesta gremial, cuando en 2001 fueron entregados en una sola ceremonia los correspondientes a ese año y a 1999 y 2000. En esa ocasión, permítasenos el dato personal, nos fue entregado por primera vez, por 35 años (y por 55 en 2019), dado nuestro debut profesional en 1964, si bien ya escribíamos y publicábamos desde 1960 y celebramos en privado esas seis décadas en la tecla.

Para este 2020, un comité ad hoc revisó los expedientes y dictaminó sobre las solicitudes a fin de descartar las de personas ajenas a la profesión, y el titular de la filial del Club en el estado de Chiapas, Mario Luis Altuzar, se hizo cargo de la elaboración, rotulación y envío de todos los reconocimientos, que ya fueron distribuidos entre los interesados para que los exhiban en la ceremonia desde sus lugares de residencia.

Tradicionalmente, el que este año se llamará Día de la Fraternidad Periodística ha tenido una gran capacidad de convocatoria, no solamente de periodistas inscritos para ser reconocidos, sino de asistentes en general -más de 500- a los actos respectivos, y esta vez (cubrebocas de por medio en caso necesario) habrá también una nutrida concurrencia mediante sus computadoras.

Aun cuando cada ceremonia anual ha constituido un día de fiesta para los periodistas mexicanos, las cada vez más difíciles condiciones en que éstos ejercen su profesión se prestarán para que -como seguimiento de los comunicados de protesta y reclamo dirigidos a las autoridades y a la opinión pública- en los discursos se formulen nuevas exigencias a quienes tienen el deber de garantizar la seguridad de los informadores a través de las fiscalías y comisiones creadas formalmente para ello.

Porque, además de que en este año han sido asesinados 11 comunicadores y de 1983 a la fecha suman 332, incluidos familiares, acompañantes y hasta escoltas, el periodismo en general -los medios y sus trabajadores- pasa por momentos difíciles para el ejercicio de la libertad de expresión, reprimida con amenazas, ejecuciones, hostigamiento y bloqueos diversos, tanto desde diversos niveles del sector público, como de particulares y grupos criminales. Por ello, será una fiesta amarga.

Manifiestos al margen, entre los pendientes que tiene el CPP está el de actualizar su propia historia, contenida en Huellas en el tiempo, con los importantes sucesos de las casi dos décadas siguientes a su publicación, entre ellos celebrar el congreso que derivó en la fundación de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos Fapermex), la titulación como licenciados en periodismo de cientos de colegas -asociados o no- y la creación de un Colegio Nacional.

En esa actualización habría que precisar fechas pues, por ejemplo, el libro de Muzquiz Orendain menciona que el Club “fue constituido legalmente” en 1960 (p. 6) y que su “creación formal… tuvo lugar en abril de 1961” (p. 10), pero que en 2002 cumpliría 44 años (p. 6).

Esto último, porque hay un documento reconocido por el CPP como su acta de nacimiento, titulado Así fue y escrito por Miguel Tomasini Salcedo, uno de sus fundadores y en su tiempo jefe de redacción de El Universal, donde menciona a 1958 como el año de los primeros encuentros de los pioneros del Club Primera Plana.

Otro proyecto es retomar la publicación de libros escritos por los socios, para lo cual habría un convenio de intercambio una vez que lo permitan las autoridades sanitarias a las universidades. Son aspectos en los cuales se trabaja en la actualidad, lo mismo que en la conformación del archivo histórico fotográfico.