- Aclara mitos sobre Josefa Ortiz de Domínguez el cronista Eduardo Rabell
- Por Norma L. Vázquez Alanís
RedFinancieraMX
Con el interés de hacer ruido cognitivo sobre la historia oficial, el cronista auxiliar del municipio de Querétaro, Eduardo Rabell Urbiola, ofreció una conferencia con el tema ‘Mitos y realidades del aviso de Josefa Ortiz de Domínguez’, durante la cual presentó una versión más realista de este hecho consignado por la historia oficial como “una desesperada corregidora encerrada en su habitación y dando golpes con el tacón de su zapato en el suelo, a fin de ser escuchada y poder avisar a Ignacio Allende que la conspiración había sido descubierta”.
Ante miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) que participaron en esta video charla, Rabell Urbiola presentó una minuciosa investigación historiográfica apoyada con imágenes muy detalladas de todos los recorridos, con tiempos y distancias precisos, de los sucesos previos al Grito de Independencia, así como del árbol genealógico de los corregidores.
El ponente se refirió al protagonismo que tuvo la corregidora de Querétaro en el inicio de la gesta independentista en la Nueva España y su posterior triunfo, pues fue ella quien avisó que habían sido descubiertos, además de que durante las juntas de conspiración les decía que no pidieran, que actuaran por lo que querían; los impulsaba a proceder a la lucha por la independencia.
El historiador hizo un bosquejo de la personalidad de Josefa Ortiz Téllez Girón, quien, dijo, nació en la ciudad de México según consta en su acta de bautismo, se sabe que tenía ascendencia negra y no era bella, pero era una mujer de voluntad férrea, aguerrida y leal a sus ideales libertarios, que controló a la gente en la calle… “y en su casa a su marido, el corregidor”, agregó el historiador con ironía.
Rabell continuó con algunos datos biográficos de doña Josefa que dan cuenta de su carácter; durante tres años estudió en el Colegio de las Vizcaínas, donde aprendió a bordar, leer y escribir, pero su hermanastra María Sotero, hija del primer matrimonio de su padre y quien la acogió cuando ambas quedaron huérfanas, tuvo que sacarla por falta de recursos. Josefa -quien tenía siete años cuando murió su padre- no quiso trabajar de sirvienta y se consiguió un tutor que pagara para que ella continuara estudiando en ese Colegio, en el cual sufría cierto grado de discriminación porque era más morena que las otras alumnas; sin embargo, fue una estudiante notable.
Aunque después fue expulsada, nada menos que por estar embarazada de Miguel Domínguez, relató el conferenciante, entonces se fue a vivir con él, y cuando estaba esperando a su segundo vástago le planteó que resolvieran su situación legal; se casaron en secreto, a pesar de que él era viudo y con dos hijas, porque ella tenía ocho meses de gestación; el matrimonio fue muy prolífico con una descendencia de 14 retoños, según el ponente, aunque otras fuentes consignan 12.
En su interesante y precisa exposición, el maestro Rabell relató que en 1801 Miguel Domínguez llegó como corregidor a Querétaro y para 1803 ya hacia defensas contra abusos, en 1804 se enfrentó al Real Tribunal de Minería contra la cédula de aplicación de fondos piadosos al de consolidación de vales reales, es decir se opuso a que las autoridades enajenaran los bienes de las obras pías. Como consecuencia de ello fue suspendido arbitrariamente de su cargo de 1805 a 1807; no lo podían cesar porque tenía nombramiento real.
Al entrar de lleno en los acontecimientos previos al descubrimiento de la conspiración de independencia, el ponente explicó que la casa real de los corregidores tenía una puerta principal y cinco más, una de las cuales era para las audiencias, las cuatro restantes eran tiendas; junto estaban las cárceles de las cuales era entonces alcalde el señor Ignacio Pérez Álvarez. Estos datos son importantes para desestimar el mito de los taconazos de la corregidora, recalcó.
Además, aclaró que Miguel Hidalgo sólo estuvo en Querétaro dos veces y no con la frecuencia que se ha señalado en la historia oficial, la primera fue para la confirmación del templo de San Felipe Neri en 1804 y la segunda en 1810 para ver al corregidor Miguel Domínguez -quien era masón y por ello tenía ideas libertarias-. Es falso que asistiera a las reuniones literarias que organizaba Josefa Ortiz.
Con su hablar pausado, pero apasionado, Rabell sostuvo que en Nueva España había conspiraciones oficiales por el mal gobierno e indicó que un error de Ignacio Allende, al discutir por el precio de alimento y arreos para los caballos suyo y del cura Hidalgo, provocó que se suspendieran las reuniones conspirativas en la casa real; entonces comenzaron a hacerse en otros domicilios como el de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, Epigmenio y Emeterio González Flores e Ignacio Villaseñor, entre otros.
(Concluirá)