- ¿Justicia?
- Por Carlos Ramos Padilla
RedFinancieraMX
El personaje, Emilio Lozoya, y el asunto Odebrecht han levantado enormes expectativas, muchos comentarios, demasiadas conjeturas y miles de señalamientos. Ya muchos ven a sus protagonistas favoritos tras la rejilla de prácticas en el reclusorio. Y así ha ocurrido con la aprehensión de Joaquín Guzmán y García Luna. Ahora al paredón Cesar Duarte y Tomàs Zerón.
Recordemos cuando también capturaron a los ex gobernadores Javier Duarte y Mario Villanueva Madrid. Dicen lo políticos que se aplica la justicia hasta sus últimas consecuencias, dicen en mi colonia que de acuerdo al sapo es la pedrada.
Sé que cada caso es independiente y diferente, pero luego las conclusiones legales parecen son coincidentes: falta de pruebas.
A unos la severidad a otros la complacencia. A García Luna mediáticamente lo despedazan, a Lozoya lo cuidan porque va a “cooperar”.
A Tomás Zerón todo el peso de la ley, al sicario el “cepillo” le obsequien auto de libertad porque acusó tortura aun cuando confesó la presunta participación de Guerreros Unidos (del cual es líder) en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
A Javier Duarte unos añitos, pocos de prisión, y le cuidan sus bienes, a Mario Villanueva a la celda sin piedad. Con el Chapo se negocia una posible reducción de pena y hasta la extradición mediante una cartita de su mamá entregada a AMLO, y al hijo, Ovidio, su absoluta liberación, aunque el presidente reconociendo que él dio la orden, no es ministerio público. ¿Y pregunto nuevamente, por qué los sicarios Guzmán y el “cepillo” están libres mientras la cacería gubernamental se da contra exfuncionarios? Que la autoridad competente determine si son merecedores de sanciones por delitos cometidos, pero mientras tanto, los matones, eso sí andan sueltos.
Lozoya seguro recibió órdenes, instrucciones si es que cometió alguna irregularidad.
La dimensión de las acusaciones, así como el flujo de dinero no parecen movimientos regulares.
Pero en todos los casos, quizá hacemos a un lado a los exgobernadores, tuvieron que haber convenido acuerdos y contratos con gente poderosa, eso sin duda. Ahora es menester demostrarlo y probarlo. Pero el brutal abuso, despilfarro y corrupción que se ha operado en la nación es inimaginable. ¿Recordemos el caso de la Exhacienda Las Mendocinas (se estimaba un valor de 156 millones de pesos para este inmueble poblano), bajo custodia y propiedad de Raúl Salinas cuando su hermano Carlos era presidente, y en que acabó todo? En una famosísima conversación telefónica entre Raúl y Adriana su hermana, el primero en prisión, advirtiendo serias amenazas para Carlos de no cumplir con los pactos familiares.
En ese rancho se casó la hija de Raúl y de acuerdo a la examante del “hermano incómodo” María Bernal, esa era la bodega de almacenamiento de obras y riquezas nacionales (pictóricas, escultóricas, arqueológicas, sacras) y que muchas de estas fueron sacadas del país y llevadas a un “piso” en Nueva York.
También el caso de la recuperación en subasta de los autos originales que usaba el presidente Miguel Alemán y que estaban en Estados Unidos, porque según refieren, allá los vendió Carmen Romano de López Portillo.
En fin, el caso es que al parecer la ley en México se negocia no se aplica. Esperemos el espectáculo de Emilio Lozoya y hasta dónde se cumplen las expectativas que el propio gobierno ha desatado. ¿Por cierto, alguna diferencia en el tratamiento con Bartlett o es mero espejismo? y que conste que es pregunta.