- Mientras que el número de muertos superó los dos mil
RedFinancieraMX
A 11 días del terremoto de 7.5 grados y el tsunami posterior que azotó la provincia indonesia de Sulawesi Central, la propagación de enfermedades infecciosas amenaza hoy a los sobrevivientes, mientras que el número de muertos superó los dos mil.
Personal de la Cruz Roja en Indonesia y de organizaciones humanitarias internacionales reportaron este martes un aumento en el número de casos de diarrea, erupciones cutáneas e infecciones respiratorias en hospitales y albergues de damnificados.
Los socorristas consideran que el saneamiento deficiente, la nutrición inadecuada y el hacinamiento en los refugios temporales podrían convertirse en un “grave problema” para los desplazados y quienes siguen aún a la intemperie.
De acuerdo con la Agencia Nacional de Mitigación de Desastres (BNPB), más de 82 mil 775 personas fueron desplazadas, algunas viven con familiares, mientras que otras acampan entre los restos de viviendas o en campamentos abarrotados en la ciudad de Palu y áreas remotas, a las que aún no ha llegado la ayuda.
El portavoz de la Agencia, Sutopo Purwo Nugroho, dijo este martes en una conferencia de prensa que la cifra de muertos por el poderoso terremoto y el tsunami alcanzó los dos mil 010, con el rescate de otros 62 cuerpos ayer lunes.
Sobre las personas desaparecidas, el funcionario dijo que aún no hay una cifra, aunque admitió que pueden ser miles, ya que unas cuatro mil casas de los distritos de Balaroa, Petobo y Jono Oge, Palu, quedaron enterradas por la licuefacción, fenómeno que tras un temblor derrite el suelo.
“De acuerdo con los informes de los jefes de los subdistritos de Balaroa y Petobo, cerca de cinco mil de sus residentes aún no aparecen, pero sus informes aún necesitan más confirmación”, dijo Sutopo, según un reporte de la agencia Antara.
En Balaroa, agregó, la evacuación es aún difícil de hacer porque el acceso es muy difícil, hay casas dañadas, así como carreteras, mientras que en la condición del suelo sigue siendo inestable, todavía hay mucha húmeda.
“Se han visto condiciones similares en Jono Oge, que se ha alejado de su ubicación original, siendo la mayoría de su suelo inestables, todavía es fangoso y pantanoso”, destacó el vocero de la agencia indonesia.
El desastre natural también dañó la infraestructura del servicio de agua potable y las instalaciones de tratamiento, por lo que gran parte de Palu carece de agua corriente limpia, lo que aumenta el riesgo de enfermedades.
“Nos bañamos en el río. Bueno, no es un río. Sólo es agua que fluye por el lado de la carretera”, dijo un sobreviviente que acudió a una clínica de la Cruz Roja en Palu para pedir medicamentos para sus hijas de 6 y 4 años, que presentan una erupción cutánea con picazón.
Félix Andriano, un médico de la Cruz Roja de Indonesia, dijo que los primeros días después del terremoto trató muchas fracturas y heridas graves, pero ahora, la mayoría de los pacientes llegan con fiebre, diarrea e infecciones de la piel.
Para frenar el problema sanitario, las autoridades envían camiones cisterna con agua potable a las zonas afectadas por el sismo, aunque organizaciones de ayuda internacional aseguran que el suministro no es constante y que más de un tercio de las personas desplazadas no tienen acceso a agua potable.
“La falta de infraestructura de agua potable y saneamiento significa que los niveles de higiene en los campamentos probablemente se deteriorarán si no hay una intervención”, indicó Genadi Aryawan, quien trabaja con la organización humanitaria Mercy Corps.
Esto, subrayó, plantea “una grave amenaza, que puede hacer que se conviertan en incubadoras de enfermedades como el cólera o la disentería”.
Pese a que tradicionalmente, Indonesia se ha mostrado renuente a recibir ayuda externa para hacer frente a los desastres, en esta ocasión el gobierno aceptó el envío de personal y suministros médicos a la ciudad de Palu, aunque muchos de ellos siguen varados en el aeropuerto.
Algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) enfrentan dificultades para obtener permisos de entrada para traer personal y equipo, lo que les ha impedido ir directamente al campo y realizar sus actividades de ayuda entre los afectados.
De hecho, muy pocos trabajadores de ayuda extranjera han estado en la zona del desastre, incluidos algunos que buscan sobrevivientes en las ruinas de edificios derrumbados en Palu, la zona más devastada por el terremoto.
Indonesia, hogar de 260 millones de personas, es una de las naciones más propensas a los desastres en el mundo, ya que está asentada en el llamado “Anillo de Fuego” del oceáno Pacífico, donde chocan las placas tectónicas, provocando actividad sísmica y volcánica de manera frecuente.
En 2004, un potente terremoto de 9.0 de magnitud en la isla indonesia de Sumatra provocó un tsunami en el océano Índico, que mató a 226 mil personas en 13 países, incluidas más de 160 mil en Indonesia.