- Por Norma L. Vázquez Alanís
RedFinancieraMX
(Primera de tres partes)
Margo Glantz es un personaje de ficción, es imaginación, creatividad, inteligencia, arte, cultura; está inmersa en la moda -de la cual escribe y hace gala- en las fiestas, los “happenings”, los “performances”, es viajera irredenta, lectora compulsiva, es tan “dark” como Jerónimo Bosch, ‘El Bosco’; es extraordinaria, inteligente y generosa es sus recuerdos, sus chistes, sus chismes sobre seres siniestros y miserables pero, sobre todo, es eterna tal como lo escribiera Luis Felipe Fabre en su poema ‘Sor Juana y otros monstruos’, en el cual anuncia que “un día sor Juana volverá de su tumba y se devorará a todos los sorjuanistas, salvo a Margo Glantz, porque ella andará de viaje y es eterna”.
Este “collage” de opiniones describe a la inagotable Margo Glantz como la miran sus colegas escritores e investigadores, y sus amigos editores e intelectuales que participaron en el reconocimiento “Celebrando a Margo Glantz”, convocado por el director del Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), doctor Manuel Ramos Medina, con motivo del cumpleaños número 90 de la académica.
“Margo Glantz es un mar de historias literarias, de doña Marina a Mario Bellatín, pasando por Sor Juana, los Bandidos de Río Frío, los soldaditos de Nellie Campobello, la generación de medio siglo, sus allegados, los sombreros, la magia de Sergio Pitol, sus lecturas contemporáneas” dijo la doctora en literatura hispánica por El Colegio de México y profesora del departamento de español y portugués de la Universidad de California en Santa Bárbara, Sara Poot.
La persona de Margo Glantz, por cierto la única americanista que contesta siempre los mensajes, es un abanico de colores, de tonalidades distintas; si se estuviera quieta no sería Margo Glantz, cuyo secreto empieza en “Las Genealogías”, fragmentos del libro con el mismo nombre que podrían estar labrados en las calles y las esquinas del centro de la capital mexicana (pues) ese libro es piedra de fundación, lengua secular, una guía de la historia, la geografía de una familia, de una cultura de la capital mexicana y hacen de ella una ‘noble y leal ciudadana de México’, expuso la doctora Poot.
La profesora de la Universidad de California hizo un resumen de la trayectoria de la doctora Glantz, quien bautizó a los ‘onderos’, su par-dispar masculino-femenino, confirmó a los clásicos de medio siglo como Juan José Arreola y Juan Rulfo, se casó con los de su generación como Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, entre pocos, también se enlazó con ella misma en su ficción, lo que la llevó a hablar con minucia de sus latidos, sus proporciones, sus carencias y resarcimientos, de manera que el suyo es un cuerpo con el corazón en el intelecto y el intelecto en el corazón.
Mientras que el doctor en Literatura Latinoamericana y director de la Biblioteca Nacional de México, Pablo Mora, la calificó como una lectora deslumbrante e indicó que uno de los mecanismos de Margo es la adopción de una mirada abierta y dinámica que sabe mudarse en forma sorprendente de canales de lectura navegables, pacíficos, tradicionales para ofrecernos imágenes de contraste.
Y estos cambios de tonalidades -explicó- los hace porque ella misma como escritora despliega la creación y la combina con los oficios de la maestra y la lectora bajo una clave fundamental: la escritura es un tejido y, como tal, puede constituirse en cuerpo o vestidura desnuda o cubrir a otro cuerpo, en efecto, la escritura es una forma de cifrar una experiencia, pero también de develar o descubrir porque esa misma escritura supone a su vez la lectura, es decir, otro tejido.
Los ensayos de Margo -continuó el conferencista- parecen a veces textos que se despliegan sobre otros para establecer nuevos puentes, renovados caminos a partir de una mirada que establece analogías y que explora, que reordena otros elementos y, en ese sentido, la escritura es un acto de extrema vitalidad y de riesgo porque representa el trazo de cartografías conductoras relacionales a través de nuevos tejidos; con la experiencia de una escritora que posee una mirada privilegiada capaz de sumar hilos de otras lecturas, de otras genealogías para fabricar tejidos originales y que a su vez se pliegan sobre otros escritos, corroboramos que la lectura y la escritura son la emoción palpitante de un palimpsesto.
En su turno, el doctor en Historia y Etnohistoria, Antonio Saborit, quien actualmente es director del Museo Nacional de Antropología, refirió que la precoz Margo Glantz incursionó muy tempranamente en el ensayo sobre autores como Franz Kafka, Jan Potocki, Marcel Proust, Thomas Man, Horacio Quiroga, Adolfo Bio Casares y Jorge Luis Borges, pero asimismo estudió a los literatos mexicanos Guillermo Prieto, Manuel Payno, José T. Cuéllar o Federico Gamboa en multitudinaria compañía de tres de sus contemporáneos: Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Sergio Pitol. Remando contra la corriente, Margo resbaló en la obra, el tiempo y las investigaciones sobre sor Juana Inés de la Cruz, a quien dedicó numerosos estudios.
“Las genealogías” acusan el mismo aliento que la mejor cuerda ensayística de Margo, explicó Saborit con relación a la prosa critica, descriptiva, biográfica, narrativa, analítica, educativa, histórica, que, si bien se empezó a permitir desde el inicio de su carrera pública, es notable en lo que va de este siglo. En los ejercicios de escritura, Margo insiste en proponer a la literatura cono herramienta más aguda para interrogar el sentido de la vida en sus esguinces y naufragios e incluso en las manifestaciones del espíritu de su inexplicable saña.
Por su parte Anna Negri, quien es maestra en Literatura Latinoamericana por la UNAM y actualmente cursa el doctorado en Estudios Hispánicos en la Universidad McGill de Canadá, comentó que el denso tejido que conforman los ensayos de Margo Glantz adquiere el espesor de una compleja urdimbre de lecturas y reflexiones sutilmente entramadas. Así, enlaza a doña Marina con Elena Garro, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska en su ensayo ’Las hijas de la Malinche’, donde también problematiza la exclusiva descendencia masculina planteada por Octavio Paz en ‘Los hijos de la Malinche’.
Agregó que ese mismo tema de culpas, responsabilidades y descendencias le permitió a Margo establecer otro puente, esta vez hacia Juan Rulfo en su ensayo ‘Los hijos de Pedro Páramo’. En ese texto Margo desentrama las paternidades colectivas confusas y anónimas representadas en la novela, así como las maternidades fallidas universales de madres que son también padres.
Los ensayos de Margo Glantz, aseguró Negri, han abierto cauces por donde autores, obras y tradiciones se intersecan y dialogan, ensayos que a modo de venas y arterias trazan el intrincado recorrido de una escritura dispuesta siempre a nuevas reflexiones, borrones y desvíos para no herir ese organismo que por sí misma y a través de los años ha ido articulando la prolífica autora.
En la parte del coloquio dedicada a la Margo Glantz ensayista, la maestra Negri concluyó con una cita de la autora: “Los libros tienen, pues, cuerpo, reitero, tanto como el de los seres humanos, los libros incorporan en sus páginas la densidad de lo real o de lo que se pretende que es la realidad, una realidad que trasladada de los cuerpos de los libros a los cuerpos de los personajes que los han leído se volverán cuerpo de su cuerpo”.
(Continuará)