- ¡No se martirice, señor Presidente!
- Por Francisco Rodríguez
RedFinancieraMX
Todos los cuentos infantiles sobre reyes despreciados terminan con la obsesión de los poderosos por hallar las puertas falsas. La solución final, el escape teologal por la falta de cariño y el reclamo airado de los gobernados. No hay mejor salida que buscarla, piensan los tiranos, antes de que la opinión pública los ubique en el lugar idóneo donde deben estar.
La fuga hacia adelante siempre es la mejor opción del descocado. De quién se labró de sí una imagen que sólo él tenía de sí mismo. Buscar la oportunidad de que los desenlaces fatales ocupen el lugar de las decisiones jamás tomadas, de las opciones que nunca se buscaron por inepcia o soberbia. Que alguien les facilite la forma de trascender que nunca entendieron.
Para cualquier mediocre, la tentación de pasar a la fama, a los anales de la historia como incomprendidos es ciertamente alucinante. Hay quienes, ante el fracaso evidente de su existencia, cuando se dan cuenta de que están en el callejón sin salida, cuando ya no hay solución a los desmanes que cometieron optan por pensar en ello.
Cuando el desajuste cerebral no resiste las críticas, las diatribas merecidas, la absoluta reprobación a sus atrevimientos, piensan llegada la hora de buscar afanosamente al verdugo que les facilite el tránsito justificante a la inmortalidad, al lado o por encima de los grandes mártires de su pueblo, en los dinteles de la gloria civil.
Es la manera de que se escriba sobre su lápida un pensamiento loable. Es la forma de encontrar el reconocimiento jamás obtenido, el argumento que los exonere ante la incomprensión de su pueblo, o de sus malquerientes machacados por el vendaval de insensateces que dejaron caer sobre un pueblo que creyeron no los merecía.
El problema ya tiene casi dos años de ejercicio impopular
Ojalá no haya llegado el escenario descrito. Ojalá quepa la prudencia para no descargar sobre este pobre país el cúmulo de desgracias que sobrevendría si eso pasara. Los sistemas constitucionales de relevo son demasiado ridículos siquiera para pensar en ello.
Los sucesores en turno son casi iguales o peores al que decidiría de esta manera la vorágine. Tan sólo pensar en los señalados por la ley para recibir la estafeta eriza la piel. El país no debe ponerse en el predicamento de escoger entre los peores para solucionar lo que de plano es un problema mayúsculo, problema que ya tiene casi dos años de ejercicio impopular.
Es sólo el pueblo el que debe de elegir en las próximas elecciones intermedias arrebatar la mayoría en la Cámara de Diputados y en las gubernaturas en disputa, para zanjar este asunto. Acabar de una vez por todas con la amenaza latente de tener que soportar otros cuatro años esta tragedia humana. Todavía tenemos esa opción en las manos.
Insoportable el ridículo que hemos tenido que aguantar
Decidir, por la vía constitucional, el camino sensato que debe de intentar el país para desembarazarse de esta pesadilla que no sólo nos ha costado el desastre económico, el desbarajuste institucional, el derrumbe monetario, el catatonismo laboral, el enfrentamiento de sectores, clases y regiones y todo lo que normalmente causaban las siete plagas.
La vía electoral del próximo año, después de cumplirse dos de este circo en el poder, es la única que permite la mejor y más decorosa alternativa. México ya no puede ser presa de las esquizoides maneras de ser tratado desde el Palacio Nacional en manos de irresponsables, tartufos y desequilibrados en estado puro.
Ha sido insoportable el ridículo que como país hemos tenido que aguantar, proveniente de los centros de poder del mundo civilizado. Las condiciones objetivas del cambio tuvieron que ser atizadas por un mundo en movimiento, al que nunca entendieron ni conocieron, aunque sostengan lo contrario.
Todas las desgracias ya fueron empolladas en México
Porque todos los males padecidos, desatados en las últimas horas sólo se han hecho evidentes. El fermento de la parálisis nacional, la recesión, el estancamiento, la inflación, la criminalidad, el desempleo, la crisis sanitaria, y todas las desgracias ya estaban aquí. Sólo hacía falta el detonador. El fentanilo propiciatorio que potencializara la droga gubernamental.
Todas las desgracias fueron empolladas en México, por un huevo de serpiente que no esperamos se desarrollara con toda su crudeza en perjuicio de primero los pobres… y después todos los demás. Todo lo que vemos ahora ha sido producto de ignorancia, incapacidad, desconocimiento, rapiña y odio hacia la gente.
Y para solucionar esto no necesitamos ni de puertas falsas, ni de mártires propiciatorios, ya tenemos demasiado con lo que estamos viviendo y peor, con lo que se viene, que todo apunta hacia la hambruna, la destrucción total del país y la desesperación incontenible. No tenemos mecanismos institucionales de recambio, menos de prevención política y social.
La gran oportunidad, la elección intermedia del Legislativo
La solución mexicana tiene que ser sólo mexicana. No esperar el manotazo estridente de ningún Imperio, que razones le sobrarían para poner un hasta aquí a una amenaza de miseria en sus fronteras. Desafortunadamente hay que decirlo, antes de que sea demasiado tarde y tengamos que agarrarnos a pedradas.
Por ello, la gran oportunidad que si llegamos, representa la elección intermedia del legislativo y las gubernaturas. Por eso la última llamada que está a la vuelta de la esquina es la definitiva para poder enfrentar el futuro inmediato. Sé que es demasiado pedir el lapso de más de un año. La Guadalupana debe también ayudarnos en este calvario.
Un año que será demasiado difícil. La sociedad espera una solución inmediata, contundente, desgraciadamente no existe en modo racional, en modo no cruento, de manera fluida y generosa. Si el pueblo se equivocó hace dos años, puede reflexionar y tomar la mejor decisión en las urnas, que siguen siendo, si la Corta Transformación no se entromete, las alcancías de la democracia.
El presupuesto disponible seguirá a disposición del capricho
Porque esperar a que el que manda actualmente recapacite es absolutamente iluso, por decir lo menos. Su estructura mental no estira para tanto. Él seguirá en la necia, creyendo que es el cerebro del mando y, como tal, tiene derecho a chupar los demás órganos del aparato para sostener su posición. Para seguir viviendo en su zona de confort, mientras el cuerpo aguante… y aunque no aguante.
Todo el presupuesto disponible seguirá a disposición del capricho y del derroche. La ambición reeleccionista seguirá andando en su alma muerta. Y continuará pontificando acerca de sus profecías de cartón, a sus berrinches de rey despreciado. Es la catadura de los autócratas, de los que creen que son propietarios de la voluntad y del destino de los pueblos.
¡Cuidado con las trapacerías del Instituto Nacional Electoral!
Y sí eso le resulta, y puede volver a engañar a los fanáticos y mendicantes, adiós a la idea de la puerta falsa. Hasta ahí van a llegar las esperanzas de los sin voz. Si vuelve a obtener, con todas las trapacerías de que es capaz en el Instituto Nacional Electoral la mayoría legislativa, adiós a la posibilidad del remedio. ¡Hasta nunca México!
Hoy, como siempre, es mejor el remedio que la enfermedad.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: El Presidente de la República sacó a relucir ayer su pensamiento mágico: “Tengo mucha fe de que vamos a sacar a nuestro querido México adelante, no nos van hacer nada los infortunios, las pandemias. Nada de eso. Vamos a sacar adelante al país”. Sólo le faltó rubricar su creencia con un clásico “¡Viva México, cabr…!”.
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