Conferencia de Antonio Rubial García/// Parte 2

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  • Deben los historiadores aprender a escribir para el gran público
  • Por Norma L. Vázquez Alanís

RedFinancieraMX

(Segunda de dos partes)

En su conferencia ‘La historia y la literatura’, Antonio Rubial García, doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, España, habló de los problemas a que se enfrentan quienes van a hacer una reconstrucción histórica, o una recreación histórica fidedigna, y al mismo tiempo literaria.

Al cerrar el coloquio ‘Dialogo entre la historia y la literatura’, que se llevó a cabo como parte del Seminario permanente sobre ‘Vida conventual femenina novohispana’ en el Centro de Estudios de Historia de México, Rubial García agregó que ello significaría unir la historia -científica, bien documentada y argumentada- con una forma narrativa amena e imaginativa, como es la literaria.

El primer contratiempo surge -explicó- cuando tenemos que enfrentarnos con grandes personajes emblemáticos de la historia sobre los cuales existe un enorme cúmulo de información, porque el dilema es que no sabemos qué sentían o cómo pensaban, y ahí entra por supuesto la imaginación.

Por ello hay una gran dificultad para hacer trabajos así pues, por ejemplo, cuando uno dice “Napoleón pensó que invadir Rusia era la mejor opción”, ¿sabemos en realidad que pensó eso? No sabemos realmente qué pasó por su mente, ya que ni siquiera conocemos lo que pasa por la mente de nuestros vecinos, o de nuestra pareja, aunque intuimos (sea por señas, gestos o palabras) lo que puede estar en el interior del otro Así que mucho menos podemos saberlo de personas que ya no existen y con quienes es imposible hablar directamente para conocer lo que pensaron o lo que sintieron; ahí se introduce la imaginación, la cual debe de estar sujeta -y esto es muy importante- a la verosimilitud.

El conferenciante sostuvo que existen personajes que no son los grandes protagonistas de la historia, de los que casi nadie ha oído hablar, y entonces la recreación histórica va a ser muy importante pues tenemos muy pocos datos fidedignos de ellos. Por eso hay que llenar huecos con la imaginación. Lo importante no es que sean personajes reales o ficticios, sino que se encuentren en situaciones posibles, es decir, se deben crear entre esos personajes interacciones que seguramente no sucedieron, pero que pudieron haber ocurrido.

Lo más factible en este caso es crear un personaje ficticio a partir de retazos de otros que realmente existieron, lo cual es viable desde el punto de vista histórico. Es lo que hizo la autora francesa Marguerite Yourcenar en su novela ‘Opus nigrum’, explicó Rubial García, quien fue galardonado en 2008 con el Premio Universidad Nacional en el área de Investigación en Humanidades.

En el lado opuesto están los que pueden denominarse ‘engendros históricos’, y es lo que hacen los divulgadores de la historia que privilegian la forma sobre el contenido; para ellos todo es ficción y por lo tanto es válido cualquier recurso; así sacrifican la verosimilitud en aras del efectismo, sostuvo el ponente.

En esa literatura, aunque existe el hecho histórico y su narración está documentada, y se cuente con gran cantidad de información sobre la época, para los novelistas todo esto pasa a segundo término porque lo importante es el sensacionalismo y la mayoría de las veces las historias son mucho mejores en lo que está escrito y acreditado, que en los argumentos inventados por estos creadores, dijo Ruibal.

El problema de la mayoría de quienes escriben novela o narración histórica -añadió-, o los que realizan series o películas históricas, es el presentismo, es decir, que hacen aparecer a los personajes del pasado como si fueran del presente con lo cual se pierde el sentido de extrañeza, ya que al poner en boca de un personaje histórico cosas que no pudo haber dicho, sentido, creído, ni hecho simplemente porque están fuera de época, se filtran muchos sentimientos, emociones y concepciones del mundo del siglo XXI.

Nueva visión para la Historia:

contenido documentado y narración atractiva

En la historia los contenidos son tan importantes como la manera de exponerlos; el planteamiento es fundamental pues, una narración que no tenga suspenso, acción, aventura, sexo y violencia -que es lo que vende-, interesará a muy pocos, pero si se introducen estos elementos y además se le da un contenido testimonial, entonces la obra será muy atractiva, precisó el también doctor en Historia de México por la UNAM.

A su juicio, un desacierto de los historiadores que han novelado personajes o sucesos históricos desde el siglo XIX es que lo explicitaban todo, cuando eso que se dice a partir de los documentos mejor se puede insertar en detalles, en pequeños relatos, en formas más literarias que con farragosos discursos o digresiones históricas; los historiadores deben aprender a incluir una narración histórica y hacerla implícita en el texto.

Y es que un libro de historia lleno de notas y de citas, va dirigido solamente a unos cuantos lectores – académicos, investigadores y estudiantes- y en cambio la novela tiene un público más extenso y diverso; “por tal motivo los historiadores tenemos que prepararnos para crear historias atractivas y entretenidas, pero al mismo tiempo concientizadoras de lo que es el pasado”, dijo el especialista.

La escritura también representa un desafío para los historiadores que pretenden incursionar en los géneros literarios como novela, cuento o guion, porque representa un gran aporte para esta nueva visión que debe tener la historia en el siglo XXI: una historia mucho más activa. Recomendó como “indispensable que tomemos cursos de guion y de narrativa, además de leer mucho, pues a través de la literatura aprendemos estas sutilezas para conseguir el suspenso o la manera de romper con una situación que parece decaída; estas herramientas los historiadores no las tenemos”.

Y como “estamos inmersos en un mundo bombardeado de imágenes, los historiadores deberíamos incursionar en la producción de series, cápsulas culturales, películas o documentales, porque en México los mensajes son altamente contaminados por vicios como el presentismo, la falta de crítica, el sacrificio de la efectividad en aras del contenido, y así poder ganar con productos de calidad los espacios que ha cooptado la mediocridad de los medios de comunicación, que bajan el nivel cultural de la gente en lugar de elevarlo”.

Consideró como algo fundamental tanto en la historia como en la literatura, “promover -no dijo cómo- una cultura crítica y diversa frente a la mediatización y la uniformidad a la que nos están orillando los medios de comunicación”.

A manera de conclusión, el doctor Rubial García dijo que “el hombre contemporáneo es consciente de la historia como ningún otro lo había sido antes, por ello en nuestros días la visión del pasado se ilumina con el conocimiento actual que tenemos del hombre y de su entorno, al mismo tiempo que la perspectiva del devenir del ser humano en el tiempo enriquece la consciencia del presente, una consciencia crítica que el cine, la literatura y la historia tienen obligación de forjar como la única posibilidad de salvación con miras a construir un futuro mejor”.