- El ocultamiento de la realidad
- ¡El avión, jefe, el avión!
- La violencia incontrolable
- Por Francisco Gómez Maza
RedFinancieraMX
Muchos distractores hay que desvían la atención de los medios y, por tanto, del público de los verdaderos problemas nacionales como la inseguridad y la salud de los más pobres.
Claro, quienes se oponen a AMLO, con razón o sin ella, se manifiestan indignados. No podía esperarse otra actitud de ellos. Es lógico. No veo a ningún panista hablando bien del presidente. Sería una contradicción.
La verdad sea dicha: El avión – Boeing 787 Dreamliner – es uno de esos distractores. No tiene más que la importancia que le dan quienes no pueden ver a AMLO ni en pintura.
El avión fue más importante para Calderón y Peña, a quienes les fascinaba la lujuria del poder.
Por supuesto que el padre de Morena tiene también lo suyo y no está exento de irresponsabilidades.
Es posible que también el asunto del avión haya sido empleado por los mismos mercadotécnicos de AMLO para obligar a sus enemigos a apartar su atención del problema del cuidado de la salud de los más pobres, a través del Insabi, y la desaparición del Seguro Popular, decisión muy cuestionada por sus críticos.
Pero como dice Arcadio, “pa ra qué tanto revoloteo estando el cielo tan sin aire”.
Es infinitamente más importante, por mencionar sólo un trauma social, la incontrolable inseguridad, la violencia cuya intensidad crece, los enfrentamientos violentos y sangrientos, y los asesinatos, así como los feminicidios, horribles asesinatos de jovencitas en la flor de la edad, y las desapariciones de niños y personas de toda edad, hechos infinitamente más graves y deleznables, que si se vende o se rifa el avionazo multimillonario y lujurioso.
Y nadie ha podido con esta maldición de la violencia, que fue impulsada desde el poder económico y político.
Unos la prohijaron, como Felipe, que idiotamente le declaró la guerra al narcotráfico vestido de comandante. ¿Recuerdan lo guango que le quedaba la casaca militar? Y enseguida se alió con la delincuencia organizada. (GGL).
Otros, como Peña Nieto, pretendieron ocultarla, minimizarla, desde el momento en que ese tlatoani ordenó a la prensa vendida que ya no publicara aquel cotidiano “muertómetro”, que iba acumulando el número de ejecutados, los cuales llegaron a sumar, al final, quién sabe cuántos. Un chingo, como dijo el “sup” del número de sublevados en 1994.
Pero, sin contar los últimos 30 días de la administración de Enrique Peña Nieto, el Gobierno Federal emanado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) superó (150 mil 992 ejecutados: la herencia de Peña) el número de ejecutados que se contabilizaron en el sexenio anterior, encabezado por Calderón, quien declaró la guerra al narcotráfico y comenzó con las históricas cifras de asesinatos violentos.
En diciembre de 2012, ya en funciones el gobierno peñista, se registraron mil 999 ejecutados; en 2013 se documentaron 23 mil 063; en 2014 hubo un pequeño descenso a 20 mil 010, cifra muy similar a la de 2015 (20 mil 762). En 2016 las víctimas de homicidio se elevaron a 24 mil 559 y, en 2017, el récord fue de 32 mil 079, cantidades documentadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su registro de Mortalidad en Defunciones por Homicidios.
Del primero de diciembre de 2012, día en que Peña tomó posesión como Presidente de la República, al 31 de octubre de 2018 -a un mes de concluir su mandato-, en el país se registraron 150 mil 992 muertes violentas, la mayoría vinculadas al crimen organizado.
Ni dios Padre podría con la violencia, ya encarrerada e impulsada extraoficialmente por el gobierno panista. Su superpolicía está ahora preso en una cárcel de Nueva York bajo la acusación de ser aliado, benefactor y beneficiario del Cártel del Pacífico, según dicen las lenguas de los testigos protegidos de Washington.
Y López Obrador tampoco ha podido con la inseguridad, la violencia, el crimen: 34,579 víctimas de homicidio doloso, de acuerdo con las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).