- El Viejo Régimen se resiste a morir
- No se vislumbra todavía la reconciliación
- Hay aún grandes rencores y doloroso llanto
- Por Francisco Gómez Masa
RedFinancieraMX
¿Y en realidad fue día de reconciliación nacional el día 2 de octubre, al cumplirse medio siglo de la masacre de Tlatelolco, perpetrada por un sátrapa que no entendía razones, igual que ahora cuando los muertos asesinados, ejecutados, enterrados vivos, suman por lo menos 200 mil en los últimos 12 años?
En realidad puede hablarse de reconciliación cuando los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, ambos del PRIAN, tampoco entienden razones y han dejado correr la sangre por todo el territorio nacional, permitiendo que esta tierra de volcanes haya sido sembrada por infinidad de cementerios clandestinos, en donde aparecen los desaparecidos, que ascienden ya a por lo menos 42 mil personas entre adultos, jóvenes y niños.
Dice Navarrete Prida, quien no puede tener memoria de la verdadera memoria histórica del 68 que la sociedad llegará a conocer qué sucedió el 2 de octubre del fatídico 1968. Quienes vivimos la gran represión de la policía y de las fuerzas militares del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, sí sabemos qué sucedió el 2 de octubre: con palos, balas, cárcel, tortura, muerte, lágrimas se parió al México nuevo, que aun no acaba de nacer después de 50 años de dolores de parto. Una fila de sátrapas ha intentado matar a la criatura que late en el vientre de esta patria violada. Pero no han podido. Bastaron 50 años, mucho y poco tiempo, para que la mayoría de los mexicanos dijera ¡basta! a la corrupción, la impunidad, la simulación y el cinismo de gobernantes de las neuronas muertas, para mencionar los más recientes, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Y ya podrán berrear los enemigos del cambio, los que se oponen a todo, los descendientes de Díaz Ordaz, que éste cambio radical va a darse, si sus protagonistas no se embelesan con el Erario, la vida muelle, el negocio fácil, el robo, la corrupción, la impunidad y el cinismo. El nuevo presidente pareciera que tiene una visión clara del país que quieren los mexicanos, pero hablando demasiado u prometiendo las perlas de la virgen resulta peligroso. Debería de hablar menos porque en boca cerrada no entran las moscas. Y debería no prometer multimillonarias obras que luego puede no concluir. Pero mejor quedémonos en que busca el cambio radical de las estructuras políticas, económicas y sociales. Y esperemos que el movimiento vaya con el de las manecillas del reloj.
El 2 de octubre fue el parteaguas de un México que será la patria digna para todos los mexicanos, sobre todo para esos 70 millones o más de trabajadores pobres que pareciera que nunca verán la salida a sus gravísimas carencias. Parafraseando la cita evangélica, la sangre de los asesinados es semilla de nuevos luchadores por la libertad, por la igualdad, por la fraternidad. Y entonces se dará la reconciliación de los iguales.
Los políticos ladrones no pueden irse impunes. Tienen que responder ante un jurado. Ellos creyeron que nunca tendrían la posibilidad de caer en desgracia por sus latrocinios. Se sintieron dueños del país. Sin embargo, se les acabó la vida. Un gran fruto de la lucha que dieron los estudiantes y el pueblo en aquellas dolorosas jornadas del 68. Felicidades a los compañeros que aún viven. Me duele que ya no estén ni el Búho, ni el doctor Gómez Maza, ni Heberto. Que vivan los estudiantes, como dice la canción.