Análisis a Fondo

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  • Su hándicap es que caen en la provocación
  • AMLO encapsula a panistas en la loquera del odio
  • Viven y mueren “empanicados” por el comunismo
  • Por Francisco Gómez Maza

RedFinancieraMX

El problema de la oposición, particularmente del PAN, es que no tiene gran experiencia en lo que no sea ser oposición.

Es más, el PAN fue fundado por Don Manuel Gómez Morín para hacer contrapeso a la amenaza del comunismo representada por el general Lázaro Cárdenas del Río.

Jamás se le ocurrió ganar las elecciones y se presentaba a comicios únicamente para hacer presencia del descontento de una porción de la ciudadanía, particularmente de las clases dominantes.

Y aunque le haya tocado la presidencia de la república en dos ocasiones, la obtuvo porque los electores la votaron para castigar al PRI, del cual estaban ya hartos.

Pero fuera de ello, seguirá siendo oposición, por lo menos en este sexenio, en el cual el nuevo régimen que tiene la sartén por el mango. Y lo seguirá siendo mientras no se decida a jugar en serio, sin diatribas, sin bravatas, sin golpes de estado, que volvieron a ponerse de moda, porque la derecha no puede ganar elecciones de esas llamadas democráticas. Necesita la “democracia” de los tanques y armas militares. Lamentablemente para ellos, las Fuerzas Armadas mexicanas vienen de la revolución y están integradas por gente del pueblo.

Y el presidente López Obrador, aunque haya prometido no interferir en los asuntos de los poderes legislativo y judicial, prefiere que sus propuestas, sus iniciativas, sus reformas sean plenamente aprobadas por el Congreso.

Y a falta de un interés profundo por ganar el poder, los panistas sólo se dedican, y ese es su papel como la oposición que quieren ser, a atacar, a cuestionar, a criticar, o a denostar al presidente, quien es legalmente presidente porque ganó elecciones con un margen exponencial, y a lamentarse porque, obviamente, no quieren los cambios que afectan directamente a sus cuentas bancarias.

No es lo mismo, por ejemplo, que Josefina Vázquez Mota reciba directamente 900 millones de pesos para su fundación directamente de manos del presidente Peña a que llegue López Obrador y le diga no. Y no porque ese dinero se va a entregar directamente a los que lo necesitan, que son los pobres.

Por supuesto que este cambio estructural molesta, irrita, a Josefina y más a los panistas que estaban acostumbrados a recibir presupuesto a manos llenas de los gobiernos del PRI que en un momento de la historia, de Miguel de la Madrid a Peña, se identificó plenamente con los albicelestes, tanto que se autocalificó como de centro derecha.

La oposición panista se ha dedicado, y ese es su deber como oposición, a cuestionar todo lo que dice y hace o no hace López Obrador. Y ha ido más allá. En voz de uno de sus clásicos voceros, El expresidente Vicente Fox, a quien le gusta que sigan diciéndole presidente. Hace dos meses, el 21 de septiembre, amenazó al gobierno de “López”, como él le dice creyendo que es sobajarlo, de darle en la madre a la cuarta transformación.

El gobierno actual está muy engreído, dijo el guanajuatense, y requiere “de la sabiduría política de Acción Nacional”.

Ahora, con asegurar que el PAN nunca aprenderá más que a ser oposición, los fanáticos del nacionalismo y. por tanto de AMLO, no deben dormirse en sus laureles, pues con el petate del muerto del comunismo, la sedición albiceleste está seduciendo a los grandes capitalistas, que tienen los recursos para planear, organizar y concretar un golpe de estado en contra de López Obrador, quien les representa la posibilidad de instaurar en México el socialismo y el comunismo e, inevitablemente, perpetuarse en La Silla, mediante la reelección indefinida.

Resurge así el miedo al socialismo de Cárdenas del Río, que impulsó a los primeros empresarios y católicos de la clase económica dominante a fundar el partido, entonces más afín a la desaparecida Democracia Cristiana europea y sudamericana.

Mientras, los panistas continuarán siendo como un cuchillo de palo que no corta, pero lastima para el presidente, quien pareciera que ya les tiene tomada la medida y, constantemente, los tiene entretenidos haciéndolos enojar y haciendo bravatas.

El problema para los panistas es que invariablemente caen en la provocación del presidente, quien no es lo tonto que creen que es sus enemigos. Es más, cuándo ellos van, él ya viene de regreso.