- Rebelión social
- Por Carlos Ramos Padilla
RedFinancieraMX
Ahí estaba la pólvora social únicamente esperando el chispazo y se dio. América Latina ha estallado. Varios países se suman a una escalada de violencia y protestas en todos los niveles. Es evidente el hartazgo, el cansancio y hasta el repudio de miles y miles de inconformes que no encuentran respuesta a sus expectativas.
Chile vuelve al toque de queda, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Venezuela son algunos ejemplos de los conflictos callejeros que día a día incrementa el número de muertos. Los respectivos gobiernos han hecho uso de discursos huecos, argumentos falsos, compromisos fallidos. Deja más la delincuencia y el narcotráfico que el trabajo legal.
Promete más el auxilio populista que el impulso académico. La Fuerza Pública es acusada de violación de derechos humanos, a los gobernantes de corruptos. La urgencia por salud, por alimentación, por educación ha que muchos naden en la pobreza y unos pocos se enriquezcan brutalmente.
Ya hay elementos para consignar a expresidentes que pisan la cárcel o se suicidan como el peruano Alan García. La distribución de los recursos que prometen equilibrio y vida digna no se da para beneficio de las grandes mayorías.
Hoy en varios, países se arrebatan medicamentos, nutrientes, electos básicos para sobrevivir día a día. Y de ahí se desprenden tres fenómenos negativos, la migración forzada, la trata y venta de seres humanos o el crecimiento de bandas delincuenciales. Pero ninguna de estas variantes aún así, pronostican un cambio positivo. Los gobiernos, los países, los sistemas políticos han oscilado de un extremo a otro de la ideología política.
Quienes antes defensores de medidas conservadoras, años después se ostentan como liberales de izquierda. Quienes antes se adherían a sindicatos hoy los rechazan.
Quienes estaban a favor de medios de industrialización se mueven en los terrenos de la socialización de la propiedad privada. Es evidente la confusión en todos los sectores de la sociedad. Se ha perdido la confianza en los gobernantes y aún sin líderes en concreto las masas se lanzan contra las instituciones sin medir consecuencias graves. Crece a cada hora la tensión y se llega a lo inconcebible, la defensa popular al crimen organizado debido a que los delincuentes hoy abastecen de despensas y obra pública a la población. Así la debilidad del Estado y de las normas jurídicas provocan que los vacíos legales sean ocupados por aquellos que violando las leyes ganan y mucho terreno.