La Costumbre del Poder

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  • Metrotexato: “barato, o importamos”
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

Allí están las cifras recientemente proporcionadas por el INEGI e inteligentemente desglosadas por columnistas y analistas. Un delito cada segundo se comete en México, y el gobierno contribuye a ello, por error u omisión.

En este asunto del medicamento contra el cáncer, tenemos un claro ejemplo de lo que es la 4T y a lo que aspira: la confusión.

Hay tantas declaraciones encontradas, y ninguna versión oficial para poner orden, que ya resulta imposible saber dónde está la verdad, y si ésta existe. Lo constatable es que el presidente constitucional de México fue enfático: “Barato, o importamos”, y lo trajeron de Francia.

Aseguran que hubo “conjura” de farmacéuticas para doblar al gobierno e imponer sus condiciones, liderada por Pisa. Leo también que no fue cierto, que la producción del medicamento necesario para combatir el cáncer fue detenida, por problemas administrativos -dicen unos-, por deficiencias en la cadena de producción -afirmaron otros-; todo permite suponer que errores cometidos por funcionarios de Cofepris fueron el origen de que no hubiese suficiente metrotexato, mientras también sostienen que la empresa escondió miles de dosis que no quiso surtir.

¿Por qué no decomisaron el medicamento, si efectivamente era de interés nacional tenerlo para asegurar la salud de mexicanos, como lo exige el mandato constitucional?

A estas alturas, lo necesario es que alguien aclare qué ocurrió realmente, porque correr a París, comprarlo, y traerlo de emergencia a México, sólo ahorró 30 centavos por dosis, concediendo que están bien hechas las cuentas y en ellas incluyeron el costo del transporte. Pero no lo harán, y así, poco a poco, la merma en credibilidad, confianza y aceptación crecerá, como disminuirá la posibilidad de construir el verdadero cambio de régimen, que hasta el momento sólo se limita al ornato.

Por lo pronto, Pisa -como empresa- queda sujeta a escarnio y a las consecuencias que deriven de ese supuesto comportamiento del que se le acusa desde el templo del Delfos mañanero.

¿Cómo, entonces, confiar en que nuestros gobernantes señalarán el rumbo para que los mexicanos modifiquemos nuestro comportamiento, y con él el futuro? Parece un deseo imposible de lograr, porque los primeros que debieran modificar su proyecto y su manera de ser son los que mandan. Para ello deben asumirse como seres humanos, estar conscientes de que también se equivocan, y así aceptar responsabilidad y consecuencias de sus errores.

No ocurrirá. Allí están las cifras recientemente proporcionadas por el INEGI e inteligentemente desglosadas por columnistas y analistas. Un delito cada segundo se comete en México, y el gobierno contribuye a ello, por error u omisión. El cáncer mata.

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