Confesiones de un alcohólico

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  • Con mi embriaguez, vivía en un mundo irreal
  • Por Katy Guadarrama

RedFinancieraMX

En esta ocasión Silvia, de Oaxaca, comparte con nosotros sus experiencias en el alcoholismo, y comienza hablar, sin esperar a mi primera pregunta inicia: “Soy una enferma emocional, eso me llevo al alcoholismo, comencé con pequeños tragos, unos o dos copas con mis amigas tenía 16 años. Mi padre era alcohólico siempre estuve en contacto con el alcohol y él tomaba para todo, si estaba triste o contento, siempre había en mi casa, mí papá me daba unos tragos cuando estaba en la casa, desde ese momento yo no rechacé lo que mi papá me daba, me sentía bien, pero no sabía, no pensaba que iba a ser alcohólica, solo estudié hasta la secundaria, mis padres no me exigieron que siguiera en la escuela y desde muy joven empecé a trabajar, era muy puntual y me gustaba ganarme el dinero, y en las reuniones si tomaba, una o dos copas me sentía bien.

 Antes de caer en el alcoholismo, tuve a mí primera pareja, era alcohólico, yo tenía 17 años era joven inexperta, viví cuatro años con él, es el papá de mí hijo mayor. Se iba a tomar y me dejaba sola en la casa; con la desesperación salía a buscarlo y lo encontraba en la cantina o en la casa de su mamá bien perdido. En ese tiempo yo no tomaba, pero el abandono estaba presente, ese vacío que no me quitaba con nada, era infeliz.

 Luego me dediqué a trabajar, me junté con otra pareja y tuve a mis tres hijas, pero siempre faltaba algo, mi pareja no era muy cariñoso, a la edad de 32 años  estaba totalmente decepcionada por la soledad, mi esposo me engañaba todo el tiempo, era tan descarado que yo me enteraba de cada mujer que tenía y estaba sola; también se llevaba a las niñas, y eso empeoraba mi estado, entonces sentía que no podía confiar en nadie y comencé a tomar para sentirme  tranquila,  con el alcohol me sentía bien, reía sola, de pronto todo estaba en calma y yo ebria.

Mi alcoholismo duró un año completo en el cual, casi siempre estaba borracha, no hasta caerme, me echaba mis tragos en el trabajo, solo para sentir el sabor del alcohol y para estar a gusto. Aunque no me separe de mí marido, muchas veces me pregunto, porque tomaba, yo le decía: por el abandono en que me tienes y por tus infidelidades, pero parecía no importarle, pues nada cambió y es feo darse cuenta que no le importas a nadie… Silvia detiene la conversación y suspira, calla… con sollozos y la voz entrecortada, hace una pregunta ¿Porqué, sufrimos tanto las mujeres?

Seca sus ojos y con voz baja retoma la charla: yo empecé a tomar, en casa, escondida de las miradas de todos, hasta que encontré una muchacha, una vecina que vivía en el mismo edificio con ella tomaba hasta perdernos, en su casa o la mía, nos armábamos de botellas, era feliz, me sentía en mi ambiente y tenía con quien hablar y como nos conectábamos yo llegaba de trabajar y corría para embragarnos a ratos,  pero fuerte, terminábamos tumbadas en el piso, andábamos a gatas pero divertidas.

En ese tiempo, yo, trabaja y para que no me descubrieran, me tomaba mis pollas, el señor de los jugos, ya sabía preparar la bebida, con mucho jerez, y sólo eso comía; daba varias vueltas tres o cuatro en el día, todos los días. Con el tiempo se dieron cuenta en mi trabajo y comencé a tener problemas, pues también cargaba mi anforita, para unos tragos entre polla y polla, total que no trabajaba, pero poco me importaba, perdí la vergüenza y me mantenía borracha, pero cuando tenía cruda, me sentía muy mal emocionalmente… Silvia se queda pensativa, pregunto si quiere terminemos la charla.

 Entonces Silvia responde, Si necesito compartir mi vida y mi alcoholismo, para que otras mujeres no caigan en este vicio que te va minando, porque vives en un mundo irreal, huía de mi soledad y no daba cuenta que estaba peor, pues mi vivía atormentada por la cruda moral y la vergüenza. Muchas veces salía a vagar me exponía al peligro, me compraba joyas, y cuando estaba borracha me las ponía para que me asaltaran, me golpearan y me mataran, para terminar con esta pesadilla, andaba sin rumbo, cuando me daba cuenta yo estaba de regreso en la casa y no pasaba nada, eso me hacía enojar y volvía a embriagarme. Muchas veces pasó por mi mente la idea de suicidarme, pues tenía muchos sentimientos de culpa.

Mi hija más grande se fue con el novio, pero no me di cuenta, cuando entendí lo que había pasado, caí en depresión y tome demasiado me perdía, trate de dejar a mi esposo, me fui con una hermana, y yo quería dejar de tomar, pues por estar de borracha, no supe cuando mi hija se fue. Pero el papá de mis hijas me buscó y regresé a la casa, pero no nada cambió.

Llegué a un grupo, por recomendación de un familiar acudí, en empecé a controlar las emociones, pero duró poco, pues me encontré con una comadre, nos íbamos a tomar en las tienditas o estanquillos y nos perdíamos; sabía que no estaba bien, pero borracha no me importaba.

 Hasta que un día desperté en la casa de mi hijo, que estaba desocupada, estaba tirada en el piso, orinada, sucia, temblorosa, fui al baño, y de pronto me miré al espejo, no podía creer en lo que me había convertido, lo primero que pensé, fue que quería morirme, estaba en un hoyo hasta el fondo.

Me separé de mi esposo, por los sentimientos de culpa. Decido dejar el alcohol fue cuando mi hijo me avisa que se iba a juntar con su novia, entonces sentí vergüenza de mí, porque no quería que la nuera me viera borracha. Durante los primeros meses, me consumía la ansiedad, los primeros días, pensaba que me volvería loca, lo viví en mi casa, el deseo de tomar lo sustituía por un chicle, un dulce, o comía, fue muy fuerte y doloroso, es una ansiedad de locura, quería tomar y tomar, no iba a fiestas, estaba casi recluida en mi casa, me llevo casi un año para poder dejarlo.

Cuando tuve mi primer contacto con el grupo era soberbia y renuente, para dejar de tomar, no quería compartir con nadie, era mi vida de borracha, hasta que escuché a mis compañeros supe que todos nos pasa algo muy similar y así me animé para participar y contar mi experiencia.

Mi mamá se enteró de mi alcoholismo hasta que estaba en el grupo, nunca le interesó nada de mí, nunca me puso atención, no me visitaba, se asombró cuando le dije que tomaba con mi papá, y me volví alcohólica cuando vivía con mi segunda pareja, mi mamá no me conocía y me pidió perdón, porque yo quería morirme.

Hoy vivo sola, mi familia ha visto mí cambio y quieren que me quede en el grupo, yo quería estar bien, porque viví con una soledad, no le deseo a nadie, trato de superar esa soledad, día con día. Hoy mi prioridad es mi grupo, recupere a mis hijas, ya hablo con mi esposo

Me gustaría que el programa lo conocieran todas las personas que tienen problemas con su manera de tomar, pues el alcoholismo si lleva a la muerte, siempre la tienes cerca, y más en las mujeres, somos demasiado sensibles damos todo sin pedir nada a cambio, somos débiles porque si nos decepcionan el alcohol es lo primero que agarramos.

 Nos debemos de apoyar entre nosotras; he conocido a mujeres neuróticas, y he logrado traerlas, hablo con ellas porque tenemos la cabeza dura, para entender que el alcohol no es el camino y en el grupo podemos compartir las experiencias.

Ahora encontré el camino para participar en el grupo, lo que me ayudó es el servicio y mantenerme ocupada, apoyo en el grupo y sigo adelante, me he ganado la confianza de los compañeros, me hace sentir bien. Mi meta es estar sobria día a día.