- Las tres de Olga
- Carlos ramos padilla
RedFinancieraMX
Con la llegada de Olga Sánchez Cordero a Gobernación se esperaba más. Nunca se dudó de su capacidad, si se cuestionó su moral dado que ha servido de siempre al sistema al que hoy su jefe anula.
Se consideró sus antecedentes como ministra de la Corte para creer que se aplicaría sin cuestionamiento alguno la ley, sin embargo, una cosa es la academia y otra muy diferente la política.
Evaluar procesos jurídicos es su materia, pero eso dista mucho de convivir con políticos de todos los niveles, historias y sus intereses de poder, sus trampas y sus engaños, incluso y frecuentes en materia electoral.
Pero en su breve paso por Bucareli la dama se ha tropezado en tres ocasiones, todas importantes y que dejan heridas.
Uno, permitir que le arrebate el sr Ebrard los convenios y tratados en materia de migración. La soberbia de Marcelo ha sobrepasado a la abogada mostrando el secretario posiciones triunfalistas y arrogantes mientras Trump nos humilló.
Dos, declarar que el gobierno negocia con grupos armados, ya sean criminales o autodefensas la coloca en el extremo contrario a sus promesas profesionales.
El propio presidente ha insistido que nada por encima de la ley, y esas oscuras e indignas pláticas con personajes armados y vinculados a ilícitos nos permite una incómoda conclusión de contradicciones en lo fundamental: el cumplimiento a la ley.
Y tres, la titular de Gobernación perdió el estilo, la pulcritud, la ética, la estatura y dignidad, al arrodillarse ante guerrilleros para ofrecerles una disculpa.
Entendamos, esos, los guerrilleros, han sido células clandestinas que por combatir al gobierno en turno de manera ilícita han agraviado a la nación, han asesinado a inocentes, han torturado, secuestrado y para financiarse entre otras cosas, asaltado instituciones bancarias.
Desde sus escondites atacaron en emboscadas al Ejército Mexicano y en la sierra de Guerrero, como en otras porciones del país, se mantenían con el favor de las drogas.
Otros se adiestraban con grupúsculos de extranjeros dedicados a la desestabilización de los sistemas de gobierno.
Antes de cumplir la orden de AMLO, doña Olga tendría que haber conversado con los padres de las víctimas, estaba obligada a conocer sus historias de drama, de qué manera los torturaron y asesinaron.
Ella, debería, antes de hincarse moralmente a los sicarios, primero tendría que ofrecer disculpas y honrar a esos jóvenes que desaparecieron luego de ser plagiados sólo porque los encapuchados deseaban presionar a los gobernantes bajo esquemas caducos de un comunismo anacrónico.
Y en eso, hay que decirlo, estaba el hijo de Rosario Ibarra, mujer que ha vivido de la imagen de su hijo secuestrador que lo quiere hacer pasar por víctima y sí, ella misma fue la que colocó a AMLO la banda presidencial pirata cuando el tabasqueño se autonombró “presidente legítimo”.
Puedo recordar como la señora Ibarra junto con Pablo Gómez se apostaban frente a casa del expresidente Echeverria pidiendo justicia pero sin explicar cómo la Liga 23 de Septiembre sobrevivía atentando contra los demás.
Fueron historias de terror y no justifica que, de ningún bando, y menos desde el poder oficial se atentara contra los derechos humanos, pero de eso a que a nombre de todos los mexicanos se califique de valientes a los guerrilleros hay una enorme distancia.
No vaya a ocurrir que mañana le levanten un monumento a los anarquistas que hace unos días intentaron incendiar el edificio de rectoría de la UNAM, porque le recuerdo a doña Olga que CU es zona federal y que varias instalaciones de la Casa de Estudios están secuestradas por inadaptados, incluso extranjeros, que repiten consignas muy, pero muy parecidas a sus valientes guerrilleros.
Y vaya desvergüenza que una activista al micrófono expresara que se perdió la oportunidad de que el Ejército Mexicano se sumara a la disculpa.
No tienen idea de lo que significan las instituciones y creen, porque cargaban armas, que se pueden equiparar a un ser humano que con uniforme y escudo nacional, están destinados a brindar seguridad y soberanía a los mexicanos.
Muchos, muchos mexicanos que creemos y queremos a este país nos negamos a que el gobierno, el que sea, coloque sobre a nuestra seguridad, el reconocimiento y honra a guerrilleros.