Conferencia de la historiadora Nora Ricalde

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  • Tras la Conquista, nativas y españolas crearon una cultura inédita
  • Por Norma L. Vázquez Alanís

 RedFinancieraMX

(Primera de dos partes)

Las mujeres, tanto españolas como indígenas, tuvieron un papel destacado en la conquista de México-Tenochtitlan; ellas decidieron una nueva manera de ser para su género e integraron las formas sociales, así como los hábitos, costumbres y usos de las dos culturas para crear una inédita, afirmó la doctora en Historia y Artes por la Universidad de Granada, España, Nora Ricalde.

Al cerrar el ciclo de conferencias que el Centro Carso de Estudios de Historia de México de la Fundación Carlos Slimorganizó por los 500 años de la llegada de los españoles a Tenochtitlan, la doctora Ricalde abordó el tema “Las mujeres en la Conquista”, al que ha dedicado 25 años de estudio como investigadora y catedrática.

En la búsqueda de datos sobre esta materia, casi hay que hacer labor arqueológica, dijo la ponente, pues se sabe relativamente poco y sólo a través de los cronistas, quienes no les daban mucha importancia -excepto a la Malinche porque era la traductora de Hernán Cortés- y por eso hay que compartir la vida e intenciones de quienes participaron en la conquista iniciada en 1519.

Las mujeres que intervinieron en esa empresa y en la colonización del territorio que ahora es México, desempeñaron importantes funciones, en especial la compañera conquistadora y la nativa aliada, pues ellas dieron soporte y apoyo logístico de todo tipo, además de que fueron objeto de alianzas y de nuevas dinastías; hicieron la parte más importante del mestizaje, pues como unas Penélopes modernas tejieron la sociedad, mientras los conquistadores prosiguieron su labor de ampliar más el territorio.

La supervivencia de tradiciones y costumbres se dio a través de españolas e indígenas que aportaron a la alimentación nuevas recetas con la mezcla de elementos de sus respectivas culturas. También construyeron modelos familiares nuevos y distintos, el de los mestizos; introdujeron otras formas de educación para esos hijos y esas familias, impulsaron instituciones y procesos de occidentalización, de mestizaje y de arraigo para los pueblos, explicó Ricalde, quien es presidenta y socia fundadora del Centro de Estudios Históricos y Culturales de la Mujer.

Las españolas del renacimiento

Para entender a estas mujeres deben considerarse las diferencias que existían entre sus respectivos ámbitos de desarrollo. La española era una mujer del Renacimiento que, si bien estaba bajo un régimen de sometimiento y negación de sus derechos civiles, la ley eclesiástica le otorgaba igualdad ante los hombres en los juicios inquisitoriales donde se establecía que, para igual pecado, igual castigo. Además, en los conventos tenían muchas opciones y más libertad para dedicarse a temas que no eran los estrechamente vinculados con la actividad femenina.

Sus opciones de vida se restringían al matrimonio o al convento; estaban fuera de las labores productivas y su ámbito de acción era el hogar, y eran exaltadas como un objeto ideal, sobre todo en las clases superiores. La educación la recibían en la propia casa o en el convento por parte de las monjas, se privilegiaba la formación basada en los valores del carácter: honestidad, piedad, laboriosidad, modestia de expresión. Las labores a que se dedicaban eran la cocina, el bordado y el tejido, además que recibían formación muy básica en matemáticas, lectura y escritura.

A finales del siglo XV, el reinado de Isabel la Católica (1474-1504) estableció un modelo femenino distinto muy interesante e importante, en el que la mujer apareció e interactuó en el ámbito público y no solamente en el privado, lo que le permitió desempeñarse abiertamente sin menoscabo de su honra, misma que tanto cuidaba e importaba.

Así, hubo virreinas, místicas, escritoras, músicas, fundadoras de órdenes religiosas, mujeres médicos y aventureras, gracias a Isabel la Católica, reina muy inteligente que creó un país donde unificó la lengua, la religión y el territorio, que expandió más allá del mar, porque fue quien financió la empresa de Cristóbal Colón.

También fue mecenas de un pequeño grupo conocido como ‘las mujeres sabias de la corte’, que se liberaron del peso de tener que ser ignorantes para poder ser virtuosas. Entre ellas destacó Beatriz Galindo ‘La Latina’, filósofa, poeta y maestra de latín de la reina. También Lucía de Medrano, catedrática de retórica, latín y divinas letras en la Universidad de Salamanca. Otras fueron Francisca de Nebrija, asimismo catedrática de retórica en la Universidad de Alcalá, y Beatriz de Silva, fundadora de la orden concepcionista que tuvo gran importancia en Nueva España, pues fue la primera que llegó al virreinato.

Las mesoamericanas mexicas

Por su parte, las condiciones de la mujer de la Mesoamérica mexica eran muy distintas, pues la concepción femenina era ideológicamente diferente; la relación hombre-mujer era vista como una concomitancia de contrarios en el mismo eje conceptual; estaban al mismo nivel porque eran complementarios y lo que la cultura mexica entendía, es que había predominio de uno sobre otro de manera similar a como era el imperio del día sobre la noche y viceversa, esto es, por turnos, explicó Ricalde, quien es integrante de la Asociación de Mujeres Cronistas de México.

En la sociedad mexica se repartían las tareas de una manera equitativa: mientras los hombres realizaban algunas actividades, las mujeres tenían su propio ámbito de acción en la vida cotidiana, lo cual les daba una gran dignidad y una autoestima importante porque sabían cuál era su papel en esa sociedad muy bien organizada, y no se sentían sometidas ni por la estructura, ni por el hombre.

Aunque el entorno de acción varonil estaba en el mundo exterior y el de la mujer en el interior del hogar, ellas podían salir a educarse públicamente; había una política general e igualitaria para que los dos sexos pudieran estudiar; tenían el derecho y la obligación de una educación formal, muy relacionada con la formación humana del carácter: voluntad, fortaleza, disciplina, deberes, respeto y jerarquía. Estos valores eran muy importantes y los recibían en los templos-escuela construidos en el imperio de Moctezuma I.

Al Calmécac, para nobles, asistían hombres y mujeres, mientras en el Ichpochcalli, para mujeres plebeyas, se enseñaba a las jóvenes de 13 años a hacer bien de comer, a ser buenas molenderas y a elaborar los diferentes tipos de tortillas. También se les preparaba en el oficio de parteras o curanderas, aprendían a hilar y tejer, sembrar y labrar, teñir y pintar telas o vender diferentes productos. Por su parte el Cuicacalli, o casa del canto, era para jóvenes hombres y mujeres, que ahí podían establecer algún tipo de relación.

En la sociedad mexica el matrimonio era favorecido y protegido. En las clases altas dominantes había matrimonios poligámicos muy importantes para las alianzas y la creación de linajes; en las clases inferiores eran monogámicos, pero había también algunos matrimonios temporales para la reproducción. Existía el divorcio y custodia para la madre, lo que no ocurría en España, precisó la conferenciante.

El trabajo femenino era algo sustancial para el producto interno bruto, pues las mujeres estaban integradas a la fuerza laboral, aparte del cuidado de los hijos y el manejo del hogar. Eran hilanderas y tejedoras, costureras o guisanderas que tenían puestos en el tianguis de comida, médicas, maestras, casamenteras -oficio importante porque los hombres y mujeres no se prometían por su propia voluntad, tenía que ser a través de alguien que pidiera la mano de la mujer a la familia-, sacerdotisas,tlacuilos (hombres y mujeres que hacían los códices), poetisas, agricultoras, recolectoras, que estaban muy integradas al aspecto económico.

(Concluirá)