Análisis a Fondo

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  • Arturo Herrera, garantía de éxito
  • Si opera la ciencia económica como factor de impulso del PIB
  • Pero el crecimiento pende también de la inteligencia emocional
  • Por Francisco Gómez Maza

RedFinancieraMX

Finanzas públicas sanas, abatimiento de los niveles de endeudamiento, sobre todo el contratado con la banca privada extranjera, cumplimiento responsable de los contribuyentes de sus obligaciones fiscales, presupuesto suficiente pero no inflacionario, entre los demás objetivos de la política hacendaria y crediticia, de acuerdo con los principios de la ciencia económica, pero cuidando de la justicia social, de la justicia distributiva, de la equidad y el equilibrio entre el capital y el trabajo, los dos pilares del éxito de toda economía.

Parece ser que estos objetivos los trae en el alma el nuevo secretario de hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, quien comparte con su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, los objetivos sociales que obviamente no entienden los economicistas de adentro y de afuera, que todo éxito económico se lo endilgan a los equilibrios macroeconómicos y financieros y a las expectativas de los especuladores con las inversiones tanto en los mercados de riesgo como en los mercados cambiarios.

Se les va la vida a estos economicistas, generalmente empleados de las llamadas calificadoras de la capacidad crediticia de las empresas y de las economías, anunciando fracasos económicos, y no ven más allá de sus narices y de los gestos de la especulación, sin tomar en cuenta el equilibrio que en toda economía tiene que haber entre el peso del capital y el de la fuerza de trabajo.

Economía que sólo privilegia al capital está jodida; es una economía fallida, porque al despreciar, al hacer un lado a la fuerza de trabajo, pagando salarios precarios, por lo menos, ya no otras prestaciones, destruye su mercado interno y muchas veces, casi siempre, el externo y se pierde en las pichicaterías del avaro, del usurero, del mercachifles,, del egoísta que, al final del día, se queda con la riqueza acumulada en los mercados off shore que no le sirve ni para comprar una paleta helada endulzada con fructuosa.

En esos términos, además de la experiencia del nuevo secretario en los mercados financieros y de capital, gracias a su experiencia de una década en el otrora Banco de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) que independientemente de su fama de fondomonetarista, enseña lo básico, hay garantías de que la política económica abandone sus malas mañas de economía de casino, de economía de palenque de gallos, de economía de comercio internacional de estupefacientes, y se encamine a lograr un desarrollo económico pleno, que no dependa de las expectativas de un porcentaje ficticio, y de la angustia y ansiedad de los especuladores, sino que sirva para promover la producción de bienes y servicios y privilegiar la productividad.

No olvidemos que, así y todo, la economía mexicana ocupa el décimo quinto lugar en el concierto de las economías más poderosas del mundo. No hay por qué asustarse entonces de que, en un primer año de sexenio, su producto interno bruto sólo crezca 1 por ciento, pues en honor a la verdad, lleva como cuatro décadas en los niveles de un dígito. Yo les pido a los nuevos “economistas” (así como la mayoría de los ciudadanos de pobre medianía cultural son ahora “periodistas”, desde que se inauguró el gobierno nacionalista de López Obrador, todos se volvieron economistas y ahora “analizan” “discuten”, “condenan” como grandes sabiondos, más sabios que un Samuelson, o que un Freedman, o un Raú8l Prebisch, o un Antonio Ortiz Mena, impulsor del desarrollo estabilizador.)

La actuación de Arturo Herrera Gutiérrez, y su sola presencia, da confianza a tirios y troyanos. Sólo los mentecatos lo condenarían a priori. Se ve que sabe de ciencia económica y del comportamiento de los mercados financieros, monetarios, cambiarios, crediticios, fiscales, etc. No estoy seguro de que las aves de mal agüero tengan la razón. Ni Felipe Calderón ni Vicente Fox están autorizados. Habría que revisar lo que no hicieron durante su sexenio para estabilizar los mercados y para impulsar el crecimiento de la economía. Cuestionan, critican, denostan, sin sustento. Ellos son de los grandes responsables de que la riqueza esté cada día más en muy pocas manos y el hambre corroa a millones de personas. Y una economía exitosa arriba, pero que no derrama justicia a las mayorías, es una economía condenable y en peligro de ofrecer cabezas al patíbulo.