La costumbre del poder

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Que se atengan: Napito

Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

*Si, que se atengan, y así vamos en el inicio de esta legislatura y en el umbral del nuevo gobierno. ¿De qué habremos de atenernos? Que nos lo explique el senador Napoleón Gómez Urrutia, que prefiere guardar silencio sobre los derrumbes de minas en Chihuahua

Recuerdo a un hombre atildado y menudo, cortés, observador de las formas. Supe su nombre, se llamó Filiberto Ruvalcaba y fue secretario general del sindicato de mineros. Los defendió sin enriquecerse. Tanto es así que hoy poco o nada se sabe de él.

Luego, años después y durante las negociaciones de emergencia por el alza salarial, me tocó ver en acción a Napoleón Gómez Sada. Simpático, firme, siempre dispuesto a las mejoras en el gremio. Negociaba sin claudicar. El hijo menor de Porfirio Muñoz Ledo lleva su nombre combinado con el de Alejandro Álvarez Guerrero: “Si llegan hoy a un acuerdo, le pongo sus nombres a mi hijo”, ofreció el entonces secretario del Trabajo y Previsión Social. Y así fue bautizado.

Muchos años después no logré sustraerme a seguir las peripecias legales de Napoleón Gómez Urrutia, quien es el único líder sindical que recibió de manos de su padre el mando y la responsabilidad. No recuerdo otro ejemplo, al menos en México.

Nunca me ha quedado claro por qué huyó a Canadá, allá se auto exiló y fue cobijado por los sindicalistas de esa nación. Se le acusa -desconozco si con razón o sin ella- de malversación del fondo del sindicato; llevan y traen una cifra millonaria en dólares, lo que me hace preguntarme de qué vivió, junto con su familia, tantos años y en esa nación. No dio golpe, únicamente su colaboración semanal en La Jornada y la esgrima retórica en contra de los explotadores de las concesiones mineras en el país.

De pronto está de vuelta, nos cuentan que se ha mal informado sobre la honradez del actual senador de la República, que es impoluto; él amaga con reabrir el caso de Pasta de Conchos y asegura que rescatará los cadáveres de los mineros que allí quedaron sepultados durante sus horas de trabajo. ¿Ocurrió hace cuánto? ¿Queda algo de esos miserables que fallecieron por una explosión, u honran el polvo eres y en polvo te convertirás? Considero que el senador Gómez Urrutia insistirá en lo imposible, pues de alguna manera ha de recuperar el control del sindicato, tanto anímica, como política y laboralmente.

¿Pasta de Conchos? Está bien insistir en la falta de seguridad que no cumplió la empresa, pero mejor sería que se buscara batallas actuales, como la contaminación del río Sonora y sus consecuencias. Familias enteras enfermas, laceradas por los vertidos que la compañía minera del Grupo México lanza a las aguas del río sin consideración alguna.

Mientras eso ocurre, mientras ese suceso que lacera la salud de mexicanos y mata el entorno, el senador Gómez Urrutia se defiende contra lo que él llama difamación y, además, escudado en el fuero esgrime la amenaza: “Que se atengan”, cuyo significado puede ser diverso e incluso fatal, pues los mineros no son precisamente hermanas de la caridad.

Si, que se atengan, y así vamos en el inicio de esta legislatura y en el umbral del nuevo gobierno. ¿De qué habremos de atenernos? Que nos lo explique el senador Napoleón Gómez Urrutia. Pero, eso sí, guarda silencio sobre los derrumbes de minas en Chihuahua.