Se comenta solo con…

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  • Desaire peligroso
  • Por Carlos Ramos Padilla

RedFinancieraMX

 

Como sea, en el mundo, guste o no, se ha ido forjando una cultura de defensa de los derechos humanos.

 

Países con notable avance cultural presumen su disposición a cumplir las leyes, a consolidar las garantías individuales y a proteger a la naturaleza.

 

Naciones que han sido invadidas, destrozadas por las guerras o sacudidas por catástrofes naturales han emprendido una tarea constante por defender a las instituciones y educar a su sociedad en lo más elemental, el respeto así mismo y a la vida.

 

No son palabrerías ni un conjunto de normas que entre legisladores tengan que aprobar para sentir que valen. Están determinados a generar cambios profundos que les permitan un desarrollo permanente, palpable, confiable incluso más allá de lo que pueden esperar de sus gobiernos.

 

Son comunidades fuertes, informadas e instruidas. México de siempre ha intentado fortalecer ese respeto que merecemos todos. Nuestra historia ha estado salpicada de invasiones, abusos, corrupción y muchos muertos.

 

La tortura fue un identificador de muchas administraciones y aquella frase de Villa que dicta “primero dispara luego averiguas” se cumplió al pie de la letra en muchas y muy variadas rancherías y pueblos.

 

A la nuestra, la Comisión Nacional de Derechos Humanos han llegado a presidirla hombres destacados en su trayectoria y ejemplares en su moral.

 

Es un Organismo Constitucional Autónomo. Fue inicialmente en 1989 como una dirección. Como tal, la CNDH fue creada el 28 de enero de 1992. Destaca como primer “ombudsman” el desaparecido jurista universitario Jorge Carpizo Mcgregor.

 

Después otro Jorge, Madrazo Cuellar, a quien alguna vez le cuestioné cómo es que en este país, de defensor de los derechos humanos se pasa a Procurador de la República para ordenar acciones a judiciales. La única dama en presidir la CNDH fue Mireille Roccatti. Hoy, bajo un liderazgo sólido, se encuentra Luis Raúl González Pérez quien entre otros destacados cargos ocupó la oficina de abogado general de la UNAM y antes el fiscal más reconocido y profesional en la investigación sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

 

En pocas palabras, en su biografía González Pérez ha dejado una huella intachable y de resultados. Después de tres décadas, esta es la primera ocasión que el Presidente de la República desaíra un Informe del Organismo, simplemente no se presentó siendo de izquierda y levantando, dice, siempre la voz en nombre de los marginados, necesitados y pobres del país.

 

Del discurso al hecho, por lo visto, mucho trecho. Y el desplante se lo hace a millones de mexicanos que demandan ser humanos con derechos. La ausencia deja en evidencia el desdén a quienes trabajan por los demás. Es en la práctica efectiva en estos días mandar al diablo a las instituciones y la CNDH es muestra de ello, también al Ejército.

 

El Presidente está obligado a cobijar, respetar, avalar y promover al “ombudsman” nacional porque Incluso representa en valores e integridad mucho más que los burócratas con poder, sí, esos que engañan con campañas electorales mentirosas, o que saltan sin vergüenza de un partido a otro o que simplemente no cumplen con sus obligaciones constitucionales que juramentan hacer cumplir. Conocemos la entrega, el carácter, el temple, la rectitud y la integridad de Luis Raúl González Perez y eso lo hacemos miles de ciudadanos que constatamos el esfuerzo diario por hacer de este país un lugar que merecen nuestros hijos, incluyendo a los del Ejecutivo Federal.

 

Amlo no puede manejarse imponiendo memorandas, enviando cartitas lo mismo a la monarquía española, a Trump o al G-20.

 

Todo comportamiento, actitud, conducta, mensaje, discurso o decisión del Presidente de la República tiene consecuencias para cientos de personas. Por lo pronto, Amlo deja en claro, que un día de estos se le ocurre, en su austeridad, terminar con la CNDH. Ya veremos.