- Justifica el historiador Antonio Rubial a los españoles
- Por Norma L. Vázquez Alanís
RedFinancieraMX
La conquista de México la hicieron los indígenas que, hartos del sometimiento y los altos tributos que debían pagar a los mexicas, se aliaron con Hernán Cortés para conseguir su libertad, ayudados por los microbios, que ocasionaron la mayor devastación porque los nativos no tenían los anticuerpos necesarios para protegerse de las infecciones que traían los europeos.
Con esta provocativa tesis abordó el doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, España, y en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, Antonio Rubial García, el fenómeno complejo que fue la caída de Tenochtitlán, en su conferencia dentro del ciclo ‘En torno a la Conquista’ que organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.
A su parecer, la conquista de México, de Perú y de toda la América hispana, e incluso de la América sajona, era algo inevitable. Si no hubieran llegado los españoles y los portugueses, habrían llegado los ingleses o los holandeses o los franceses, porque Europa estaba en ese momento en expansión y América no, precisó el estudioso de la historia cultural de la Edad Media y de la Nueva España.
Los europeos -dijo el conferencista- habían llegado a un momento de expansión provocado por tres factores: el desarrollo del comercio y del crédito, el expansionismo imperial, y la religión universal. Ello determinó la caída de América en este cerco de influencia y en lo que consideró los inicios del mundo global en que vivimos. Hay que tomar en cuenta que, la de Occidente, fue la primera civilización que se impuso sobre el planeta, circunstancia que propició la conquista, explicó el historiador Rubial García.
Claves para entender la conquista
Rubial García sostuvo que, para entender la conquista, debe tenerse en cuenta que el aumento del comercio exigía contar con metales preciosos para acuñar moneda y eso fue uno de los motores que impulsaron el descubrimiento de América, pero ellos no pensaban en este continente; su objetivo estaba en África y en Asia que era lo que conocían; América literalmente se les apareció, se toparon con ella y lo que encontraron les dio suficientes metales preciosos para impulsar este nuevo sistema económico mundial que se conoció después como capitalismo.
Además, señaló el conferenciante, las pretensiones de Occidente de establecer un imperio universal, estaban presentes desde que los romanos lograron dominar todo el Mediterráneo, y aunque en algún momento perdieron sus posesiones por las invasiones islámica y germánica y se disolvió ese antiguo conglomerado de unidad pluriétnica y multicultural que era el Imperio romano, la idea imperial siguió viva en Europa cuando Carlomagno en el siglo VIII comenzó a tratar de reconstruirlo y fracasó.
Esa fijación estaba latente porque la historia del mundo es cíclica con procesos de universalización y de regionalización; el primero de ellos se dio a partir de grandes entidades imperiales que crearon unidades lingüísticas y de administración en las que el tránsito de mercancía era bastante seguro, porque los imperios hacían guerra, pero también producían paz, añadió el ponente.
Y esto -explicó- generó la idea imperial que se consumó en el siglo XV y principios del XVI con Carlos V, un emperador que coincidía con una mentalidad colectiva según la cual, su imperio sería el último antes del fin de los tiempos. El concepto apocalíptico de la cercana desaparición del mundo generó en la Edad Media la creencia de que, antes de ese suceso, habría un imperio universal con un emperador que iba a gobernar sobre todos los seres humanos del planeta, junto con un pontífice, porque aquella visión estaba muy unida a la creencia religiosa.
Entonces, América se insertó dentro de esas creencias porque era el paso obligado hacia la unificación final de la humanidad bajo una sola cabeza, un rey católico. Recordemos -pidió el expositor- que tanto el catolicismo -el cristianismo en general-, como el islam, son religiones con ambiciones universales a consecuencia de un monoteísmo muy impositivo emanado del judaísmo.
Aquel era un momento de crisis para la iglesia católica, dividida por la reforma protestante, y entonces apareció América; era la solución a ese dilema pues los indios americanos llenarían los espacios celestiales que dejaban los protestantes y todos los enemigos de la fe. Esta noción universal católica era muy combativa, pues creían que su dios comandaba los ejércitos, que las fuerzas del mal representadas por los herejes -protestantes, judíos, musulmanes e idólatras- luchaban contra las del bien, y cuando se descubrió que los indios eran idólatras, la cruzada se extendió al nuevo continente y la evangelización tuvo que ver con ello.
Desmitificar la conquista
Explicó el doctor Rubial García, Premio Universidad Nacional 2008, que el problema ante el complejo proceso de la conquista, es la generalización de este conjunto de fenómenos que no solamente tienen que ver con lo militar, sino con un encadenamiento de pactos, una mezcla entre diplomacia y lucha armada.
Esa estrategia posibilitó a Cortés recibir ayuda de las comunidades indígenas; la conquista no se hubiera logrado sin esos indios, pues era muy difícil que un puñado de españoles sometieran a millones de personas sin la colaboración de una parte de ellos. También debe considerarse que había pugnas entre los capitanes españoles, no eran un bloque, todos tenían intereses personales: no había un concepto de ‘España conquistando’, buscaban su propio beneficio.
Parte fundamental del proceso de conquista fue la colonización -reparto de tierras y fundación de ciudades-, y fue también una conquista de tipo tecnológico por el uso de animales para la carga y la introducción del hierro y de la rueda, además de la denominada conquista espiritual o cristianización por parte de los frailes.
Entre los mitos que existen sobre la Conquista, destaca el de que, quienes la hicieron, eran hombres excepcionales; esa creencia derivó de que las principales fuentes de información las escribieron ellos mismos, y destacaron sus proezas porque pedían al rey privilegios, exenciones, títulos; es decir, algo que la mayor parte de ellos no tenía.
Igualmente -aseguró el historiador Rubial García- está la creencia de que los ejércitos llegados a América eran los del rey Carlos V, pero no fue así; eran aventureros en busca de oro y gloria, venían inspirados por las novelas de caballería, querían gloria para el futuro y oro para el presente. Además, no todos los conquistadores venían de la península ibérica, había también africanos y de otros sitios de Europa.
Y uno de los mitos más arraigados en el imaginario popular -sostuvo el conferencista-, es el de la devastación y el exterminio. Como en toda guerra, hubo destrucción y muertes, pero a los españoles no les interesaba exterminar a los indígenas porque eran su fuerza de trabajo, y por su parte lo que querían los reyes era su conversión al catolicismo y su salvación, de manera que la mayor catástrofe provino de los microorganismos: la conquista fue de los microbios, porque los indígenas no tenían los anticuerpos para protegerse de las infecciones que traían los europeos.
Podríamos concluir – dijo finalmente el doctor Rubial García, quien es miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia- que la conquista trajo consigo un proceso cada vez más acelerado de globalización, porque una parte importante de ésta tuvo que ver con la ampliación de las redes comerciales; el sudeste de Asia entró en contacto con América, y Nueva España se convirtió en el centro de este comercio internacional globalizado.