La costumbre del poder

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  • ¿Rincón no y Riobóo sí?
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

¿Lloró el compadre Castillo? ¿Le reclamó su mujer? ¿Brindó Riobóo con Yasmín en cuanto el Senado la convirtió en la señora ministra de la SCJN? A saber, pero de seguro el presidente constitucional de todos los mexicanos, festejó… ya no más sombras ni miedo

Molesta el silencio del Filósofo de Güemes. Con lo que ocurre en el ámbito político mexicano, su filosa lengua, su ocurrencia, su inteligencia, atemperarían los ánimos. Las sonrisas de los mexicanos se apagan, la tendencia es que pronto desaparezcan, para ser sustituidas por las gesticulaciones producto del odio entre “hermanos”.

Desconozco las razones legales o éticas para desposeer de una licitación legítimamente ganada al compadre Miguel Rincón. No era su primer triunfo, llevaba años surtiendo el papel de los libros de texto gratuito, pero había que taparle el ojo al macho, dar la imagen de una imparcialidad ética y moralmente inatacable.

Imposible concederle ese gesto de empatía al presidente constitucional de todos los mexicanos, porque he aquí que hace apenas unas semanas, los verdaderos impedimentos éticos y morales y los conflictos de interés fueron hechos a un lado, para sostener en la terna de candidatos a suceder a Margarita Luna Ramos en el cargo de ministro de la SCJN, a la señora Yasmín Esquivel Mossa, esposa de José María Riobóo, constructor y asesor del presidente en temas como la construcción del nuevo aeropuerto en la base aérea de Santa Lucía.

Pienso en la frase atribuida a Benito Juárez y en las posibilidades de su paráfrasis: a los compadres justicia, a los amigos justicia y gracia, y el término o la condición de amigo puede ser sustituida por palabras diversas que muestran el verdadero talante de quien manda, por encima de la ley para aplicar lo que él entiende por hacer justicia.

¿Riobóo sí, pero el compadre Rincón no? ¿Hay diferencia? El conflicto de intereses es idéntico. Por ello releo:

Que se abra ante mí el camino de mis lágrimas.

Porque ahora soy el artesano de mi alma.

No temo ni a las bestias ni a los hombres,

ni al invierno, ni al frío ni a los vientos.

El día que vaya hacia el bosque de sombras, de odios y miedo,

que me perdonen mis errores, que me perdonen mis yerros.

Yo, que no soy más que un pequeño viajero,

que no soy más que las cenizas del viento, el polvo del

tiempo.

Tengo miedo.

Tengo miedo.

Somos los últimos Hombres, y nuestros corazones, llenos

de rabia, no latirán mucho más tiempo.

¿Lloró el compadre Castillo? ¿Le reclamó su mujer? ¿Brindó Riobóo con Yasmín en cuanto el Senado la convirtió en la señora ministra de la SCJN? A saber, pero de seguro el presidente constitucional de todos los mexicanos, festejó… ya no más sombras ni miedo.

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