Textos en libertad

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  • Los nazis y el fraude electoral de 1940
  • Para mi abuelo y tutor José Antonio Villagómez Farfán,  un almazanista de cuyo nacimiento en Zinapécuaro, Michoacán, se cumplirán 130 años el 5 de marzo
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinancieraMX

Hace 80 años comenzó la campaña para la elección presidencial de 1940 en México, donde se dio el triunfo al candidato oficial Manuel Ávila Camacho luego del fraude cometido contra el aspirante opositor, general Juan Andreu Almazán, quien habría obtenido “el 95 por ciento de los votos en el país” según una investigación que aquí se comentará.
En esa ocasión, para desacreditar a Almazán el gobierno de Lázaro Cárdenas denunció un complot nazi en el que estarían involucrados el candidato adversario y el entonces desterrado ex presidente Plutarco Elías Calles, con quien incluso acordó levantarse en armas.

Sobre ese episodio, la publicación cuatrimestral Boletín, editada por un fideicomiso del Banco de México, divulgó en su número 88 de mayo-agosto de 2018 el artículo de la historiadora Josefina Moguel Flores titulado ‘Los generales Plutarco Elías Calles y Juan Andreu Almazán, en situación comprometida frente al nacionalsocialismo (nazismo)’.

La autora -quien amablemente nos envió ese material- es experta en el personaje Almazán y lo reafirma en una nota al pie de página en su artículo: “A través de años de investigación, he intentado rescatar para la historia de México su figura guerrillera, empresarial, militar y política, así como la historia almazanista”. Además, recurre a 20 fuentes documentales entre archivos privados y de instituciones oficiales, libros y fotografías, incluidos su propio acervo y el de su padre Eduardo Moguel Santaella, partidario del político opositor.

En este texto, que abarca en su totalidad las 36 páginas del Boletín coeditado por el Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca del Banco de México, y la Secretaría de Educación Pública, Josefina Moguel se remonta a 1934, cuando los alemanes comenzaron a distribuir aquí “orientación” nazi (“no propaganda”, asegura), tarea que estuvo a cargo de Henri Schulz, radicado en México y miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, de Adolfo Hitler, y en 1939 lo hizo otro grupo ideológicamente afín del que incluso se sospechó que había descargado armas en Veracruz.

Menciona que esa “orientación” era para “aprovechar la antipatía y animadversión que el pueblo mexicano manifestaba contra Estados Unidos” y “captar simpatías” hacia los nazis. Y que Alemania tenía “interés de intervenir” en la contienda presidencial 1940, “a fin de atraer la atención” estadunidense.

Según este relato, “circuló un libro” con la lista de civiles y militares que eran simpatizantes y activistas del nacionalsocialismo en América latina, entre ellos dentro de México algunos almazanistas como Gerardo Murillo Dr. Atl, y callistas como Joaquín Amaro, Alejandro Carrillo y José Vasconcelos.

Explica la autora que la sociedad mexicana sí tenía interés por conocer la ideología alemana, porque “causaría un impacto mundial”, pero no necesariamente porque estuviera de acuerdo “con las controvertidas medidas nazis que vendrían después”. Además, un sector de esa sociedad rechazaba por “comunista” al presidente Cárdenas.

Éste, sin embargo, en 1936 envió como embajador ante Hitler al doctor Leónides Andreu Almazán, quien más adelante fue visitado en Berlín por su hermano Juan, y por ello ambos y sus simpatizantes fueron acusados después como pronazis. Empero -dice la historiadora-, no se ha comprobado la existencia de documentos sobre un probable acercamiento de ellos con Hitler, y además las relaciones comerciales del gobierno cardenista con Alemania fueron normales, incluso cuando se nacionalizó el petróleo en 1938.

De manera paralela, Cárdenas expulsó del país al general Calles quien, en declaraciones hechas en San Diego, California, justificó el apoyo de la opinión pública mexicana a los alemanes como resultado de “los excesos y errores de socialistas y comunistas”, en alusión al cardenismo.

Según la agencia de noticias United Press, Almazán era considerado en Estados Unidos como el visible sucesor de Cárdenas en la Presidencia de México. El periodista José Pagés Llergo escribió en la revista Hoy que los estadunidenses llamaban a Almazán el “Napoleón mexicano” por haber sofocado en 1929 la rebelión escobarista en Chihuahua y eso le había dado “fuerza política” para considerarse presidenciable.

No obstante, en un artículo de El Universal (27 de junio de 1940), su autor Federico Trejo Guerra acusó a Almazán de ser “un peligro para la patria” y querer convertirse en “el Duche criollo” o “el caudillo mestizo”.

Almazán habría ganado la elección de 1940 en una jornada comicial que resultó sangrienta. Según el artículo de Moguel, “existen pruebas documentales y orales” que indican su “triunfo inobjetable (…) a lo largo del país”. Y recuerda que, inclusive, el 4 de septiembre de ese año el “Congreso Almazanista” lo designó presidente electo, desconoció a Cárdenas como mandatario y nombró interino al general Héctor F. López en tanto Almazán tomaba posesión el 1 de diciembre, según datos tomados por la autora de tres archivos consultados.

Pero, ante el fraude que impuso a Ávila Camacho, y para vengarse de su expulsión del país por parte de Cárdenas, Calles convino con Almazán organizar un levantamiento armado, financiado con recursos del franquismo español, según refiere la Historia mexicana de Lorenzo Meyer publicada por El Colegio de México. El periódico franquista ABC publicó una fotografía de Almazán con la leyenda “El futuro Presidente de México, amigo del Caudillo”, y diarios mexicanos la reprodujeron.

Almazán, acusado de rebelde y traidor, y de querer organizar una revuelta fascista en México y Estados Unidos, se fue del país y se desistió del levantamiento que tenía previsto para el 15 de septiembre. Eso provocó -dice el artículo- un “desencanto generalizado que sigue siendo tema de polémica entre los almazanistas y sus opositores”. También Calles se desencantó y entonces buscó acuerdos con el nuevo gobierno y a finales de diciembre pidió a sus partidarios que apoyaran a Ávila Camacho. Calles regresó a México en mayo de 1941.

Los rumores de que Almazán y Calles eran pronazis, fueron auspiciados por el gobierno mexicano, círculos oficiales de Estados Unidos, periodistas nacionales y extranjeros y líderes sindicales como Vicente Lombardo Toledano. Difundieron noticias “sin sustento documental, producto de una lucha de poder”, explica la licenciada en Historia por la UNAM, Josefina Moguel Flores, en su investigación sobre este episodio de hace ocho décadas.