Textos en libertad

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  • Notre Dame: una historia lúdica también
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinanciera

         Mientras iba llegando a su término la reconstrucción de la catedral de Notre Dame (París), incendiada hace cinco años y cuya reapertura fue anunciada para el próximo 8 de diciembre aunque faltan detalles, y tal vez condicionada por la actual crisis gubernamental en Francia, tomaba forma la pequeña versión de ese templo que, con 4,383 pequeñas piezas de plástico de Lego Architecture, logró armar este tecleador.

         Recordarán los lectores que el 15 de abril de 2019, el fuego acabó con el techo de madera y la conocida aguja que había en lo alto, y amenazó toda la estructura del edificio, así como sus reliquias y tesoros. Y aunque al clero, comenzando por el papa Francisco, no les gusta que ese lugar de culto sea un atractivo turístico, por su fama la noticia del incendio tuvo repercusión y provocó preocupación en el mundo occidental.

         Gracias a donativos locales y extranjeros, y al empeño del presidente francés Emmanuel Macron, Notre Dame está nuevamente en pie en el plazo de cinco años que él fijó. Y no es la primera vez que se ve amenazada su existencia. Durante la Revolución Francesa (1789-1799) sufrió daños severos causados intencionadamente por los revolucionarios, y en el siglo XIX los parisinos pidieron su demolición porque su estilo  gótico les parecía abominable, según un interesante relato de la BBC News Mundo (https://www.bbc.com/mundo/noticias-47954220). Pero la que fue usada en ese tiempo hasta como almacén de vino,  desde 1991 está catalogada por la Unesco como patrimonio cultural de la humanidad.

         La catedral se salvó gracias a un libro de 1831 que aún se reedita y todos deberían leer en su versión original: Nuestra Señora de París, del novelista Víctor Hugo, que los franceses decimonónicos recibieron con beneplácito y le perdonaron la existencia al templo que ahora volverá a repicar sus campanas, a dejar oír su espléndido órgano por fortuna no dañado por el incendio y a mostrar nuevamente sus galas religiosas, arquitectónicas y ornamentales, que en 2005 tuvimos la oportunidad de conocer.

         Fue tal el impacto internacional de la novela que cuenta la vida de la bailarina gitana Esmeralda, quien es pretendida por varios personajes, entre ellos el jorobado Quasimodo, campanero de Notre Dame, que debido a eso y a un escrito que publicó Hugo en defensa del templo, el rey ordenó su restauración y los arquitectos Jean-Baptiste Lassus (fallecido durante los trabajos) y Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc lo dejaron entre 1843 y 1860 tal como lo conocimos hasta antes del incendio de 2019. Ellos, por ejemplo, añadieron tabernáculos a los contrafuertes voladizos, lo cual también se observa en la pequeña iglesia de Lego.

         Tener y apreciar una pequeña Notre Dame de plástico y haberla armado con paciencia, buen pulso, esmero y mucho café, al mismo tiempo que el edificio real era restaurado en París, fue algo más significativo que un mero pasatiempo. Conforme avanzaba el ensamble de las pequeñas piezas, el instructivo nos iba brindando datos históricos desde sus primeras piedras colocadas hace casi nueve siglos, hasta la recaudación de “abrumadoras contribuciones” para su restauración tras el incendio de 2019, que pusieron de manifiesto “la duradera impresión” que ese monumento “ha dejado en personas de todas las culturas a lo largo de su vida”.

         Comenzamos por armar el lado este (la parte del fondo, donde se ubica el coro), que fue construido entre los años 1163 y 1182 y funcionó como iglesia mientras avanzaba el resto de la obra. El papa Alejandro III supervisó la colocación de la primera piedra. Notre Dame fue la primera catedral en integrar plenamente los contrafuertes voladizos característicos de la arquitectura gótica.

         Llegamos al periodo 1182-1200, cuando se construyeron -y nosotros también en la pequeña reproducción- tanto la zona transversal, como las cámaras del lado sur de la nave principal de un edificio que al final iba a medir 128 metros de longitud por 48 de anchura y 69 de altura, no sobre el nivel del mar, sino del río Sena, en medio del cual está la isla de la Cité donde se levanta el histórico templo que comenzó a edificarse con un estilo románico y luego se agregaron ideas de otras corrientes arquitectónicas hasta llegar al gótico.

         En esta etapa con las piezas Lego, construimos toda la superficie de Notre Dame, su piso interior con mosaicos y numerosas columnas, los asientos de las torres y los muros laterales con sus puertas. Los avances que tuvo la obra entre los años 1200 y 1225 comprendieron la nave transversal con sus rosetones arriba de las puertas, uno de ellos de 13.5 metros de diámetro, “todo un hito para su época”, nos dice la guía.

         También se colocaron las gárgolas, que por lo que nos enteramos sirven para evacuar el agua y evitar así escurrimientos excesivos con las lluvias. Fue en 1225 cuando se instalaron en los voladizos de la nave principal las canales para drenar el agua a través de esas gárgolas, mientras que en nuestro modelo lo hicimos en el paso 233, de los 393 de que consta todo el proceso.

Y aunque en la figura ya terminada no se ven, en el armado se incluyeron parcialmente aspectos de la construcción real, tales como una nervadura cada dos capiteles, para sostener las bóvedas. En realidad nada de lo que quedó en el interior y cuyo montaje fue arduo, está visible en la pieza final.

Pero, a cambio, resultó interesante y entretenido ver cómo resolvieron los magos de Lego la sustitución de las 28 estatuas de la Galería de los Reyes por conos y piezas redondas, un trabajo que, junto con los tres pórticos de la fachada (las puertas del Juicio Final -centro-, de la Virgen -derecha- y de Santa Ana) y su rosetón central, no desmerecen ni en la realidad, ni en la figura armable. Estos trabajos finalizaron hacia el año 1220 y todavía faltaban las torres, que quedaron listas en 1245.

Pero eso ya fue en la siguiente etapa, entre 1225 y 1245, cuando fueron colocados el campanario y la bóveda de madera hecha en el siglo XII con 1,300 robles centenarios, equivalentes a 21 hectáreas de bosque, y que se quemó en 2019. Ya la repusieron, y para ello sacrificaron nuevos bosques.

 

         Nos dice la información con que contamos, que entre los siglos XIII y XVIII “nuevas generaciones de arquitectos supervisaron numerosas modificaciones, reparaciones y adiciones, como la aguja de madera cubierta de plomo que se construyó sobre la nave transversal”.

         En 1245 fue completada la estructura general luego de colocar la bóveda, el campanario y algunos acabados y modificaciones, aunque en realidad los trabajos de mejoras y mantenimiento nunca terminaron. Pero faltaba en Lego el remate: la icónica aguja que tras su destrucción durante la revuelta antimonárquica fue reconstruida en 1860, más esbelta y más alta que la original. En el siglo XIX, Notre Dame se convirtió, con sus 69 metros de altura, en el edificio más alto de París antes de la construcción de la Torre Eiffel.

         En el cruce de las naves principal y transversal colocamos las figuras -todas iguales- de los doce apóstoles, todos en la realidad mirando hacia París, excepto uno que, con el rostro de Viollet-le-Duc, contempla la aguja “en señal de aprecio por el edificio”, dice en una de sus 290 páginas la guía de armado.

Pero como las bolsas de nuestro paquete traían 13 figuras en lugar de las 12 correspondientes a los apóstoles del Nuevo Testamento, usamos la sobrante para colocarla sobre uno de los campanarios para representar a Quasimodo, quien también tiene su lugar en la historia de la espléndida catedral parisina de Notre Dame.–

José Antonio Aspiros Villagómez

Licenciado en Periodismo

Cédula profesional 8116108 SEP

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