- Un viaje al pasado prehispánico entre muelles ocultos y canales navegables
RedFinanciera
A tan solo dos metros bajo el asfalto de la vibrante avenida Chapultepec, el tiempo parece haberse detenido. Un equipo de arqueólogos del INAH ha descubierto vestigios de un muelle y un canal prehispánico que, siglos atrás, conectaba este punto con el vasto lago de Texcoco. La historia, ahora tangible, se asoma desde las entrañas de la ciudad, revelando un camino de agua olvidado que alguna vez fue clave para la vida en la antigua Tenochtitlan.
Este hallazgo no solo resuena en las páginas del pasado, sino que cobra vida en el presente. El canal, documentado en el histórico Mapa de Uppsala (ca. 1550), era una arteria vital para las canoas que cruzaban entre la península del cerro de Chapultepec y el inmenso sistema lacustre de la región. Hoy, sus restos emergen como un recordatorio de la ingeniería y la cultura que floreció aquí mucho antes de la llegada de los conquistadores.
Un puerto en la Ciudad que nunca duerme
Bajo el ajetreo diario de la avenida, justo a la altura de la calle Lieja, los arqueólogos identificaron una sección casi intacta del canal. Flanqueada por arena fina y delimitada por pilotes de madera, esta estructura sugiere un pequeño muelle desde donde partían y arribaban las embarcaciones. Las dimensiones del canal, de 1.80 metros de ancho, revelan un paso angosto pero funcional para las canoas que surcaban el lago.
“Esta área ha sido intervenida desde el siglo XIX, y encontrar estos vestigios aquí es una fortuna”, señala María de Lourdes López Camacho, líder del proyecto. Antes de que la Secretaría de Salud se estableciera en la zona, existió aquí el pueblo de San Miguel Chapultepec, un asentamiento que desapareció con la expansión urbana. Sin embargo, las huellas de su historia, ahora reveladas, cuentan otra parte de la ciudad que pisamos sin saberlo.
Historias bajo tierra
Los hallazgos no solo incluyen restos arquitectónicos. Entre el lodo y la arena, emergen semillas de quelites, calabaza y jitomate, evidencia de la dieta cotidiana de los antiguos habitantes. Fragmentos de cerámica ritual, sahumadores y vasijas decoradas con símbolos solares sugieren ceremonias en honor al agua.
Además, la historia colonial también se filtra en este relato. Piezas de loza vidriada, una antigua macuquina (una de las primeras monedas acuñadas en la Nueva España) y objetos con sellos hospitalarios de la época virreinal, recuerdan cómo este canal sobrevivió, transformándose junto con la ciudad que creció sobre él.
Este descubrimiento no es solo una revelación arqueológica; es una invitación a reimaginar la Ciudad de México como lo que siempre ha sido: un palimpsesto de historias entrelazadas. Cada paso sobre la avenida Chapultepec podría estar siguiendo los caminos de antiguos navegantes que, siglos atrás, surcaban estas aguas con destino al lago de Texcoco.