La charrería que no reconoce el valor femenino

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  • Por Marcelo Enrico M. de la Rosa

RedFinanciera

La charrería, deporte nacional por excelencia, sólo y únicamente ha sido gobernada por hombres, ya que desde 1933 año en el que se fundó, se estableció en sus estatutos que todos los charros afiliados a esta federación elegirían a su presidente nacional.

Se ha mencionado que Ana María Gabucio en le año de 1925, fue designada como la primera reina de la Asociación Nacional de Charros.

Se tiene registro de que en el año de 1937 Rosa María Lepe Ruíz fue la reina de la Asociación Nacional de Charros y primera soberana de la Federación Mexicana Charrería, a quien también se le atribuye la creación de la albarda mexica, ya que junto con su señor padre hizo modificaciones a la albarda europea, para más comodidad y seguridad de la dama charra, con sus vistosos atuendos.

Fue también Rosita Lepe, quien diseñó el primer traje, que hoy portan con mucho garbo las reinas y los miles de integrantes de escaramuzas de todo el país y de los cientos de amazonas que practican la charrería en la Unión Americana.

En los anales de la FMCH, se da cuenta de que desde el año de 1953 ha habido escaramuzas federadas. Sin embargo, después de 71años de participar activamente en este deporte y arte nacional siguen sin tener voz ni voto. Estas mujeres charras por derecho propio, ejecutan los ejercicios de una rutina, en donde en cada evolución arriesgan la vida por la dificultad y velocidad con que realizan movimientos de alto riesgo, que se llevan a acabo a todo galope, con mucha más alta probabilidad de accidentes que los varones y que además son ellas quien en realidad llenan los lienzos en cada charreada, por la vistosidad, majestuosidad y espectacularidad que las caracteriza.

Estas ejemplares atletas, son dignas representantes de la mujer mexicana y de la riqueza cultural de un gran país, cuya imagen se ha proyectado a todas latitudes del mundo, reconocido como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

En pleno siglo XXI la mujer mexicana sigue siendo discriminada y de manera ilegal todavía no se reconoce la equidad de género en algunos sectores, como el ámbito que nos ocupa. Por eso no es de extrañar que desde hace dos años se han presentado reclamos desesperados al no haber sido escuchadas durante casi un siglo y muchas reinas e integrantes de escaramuzas no han tenido otra opción más que unirse a las marchas del día Internacional de la mujer en busca de justicia.

 Hasta la fecha la FMCH ha hecho oídos sordos a los miles de peticiones por la equidad. Simplemente para tener voz y voto en la elección de su presidente, con todo el derecho por ser parte activa de la federación, donde no sólo cumplen con sus cuotas y responsabilidades, sino que son un elemento fundamental de ingresos y sin embargo señalaremos algunos datos de la inequidad:

Son obligadas a llegar antes que nadie al lienzo para hacer su reconocimiento. Ellas a las 6 am, mientras que los charros a partir de las 8 am y no es raro verlos correr el ganado una hora antes de que comience la charreada.

Hay algunos locutores que cuando narran una charreada, en vez de describir lo que ahí acontece e ilustrar a los espectadores, muchos de los cuales desconocen este deporte arte, expresan multiplicidad de frases machistas y denigrantes hacia la mujer, equiparándolas con el ganado, como si el denigrarlas fuera una gracia.

Las mujeres federadas, que suman alrededor de 450 agrupaciones de escaramuzas, así como las que no están afiliadas que son más de 1000, aspiran a ser escuchadas y ser tomadas en cuenta a la hora de tomar decisiones y en la elección del presidente de la FMCH, lo cual es negado por los estatutos, el cual irónicamente incumplen los mismos presidentes de la Federación, pero en este caso, se han mantenido inflexibles durante 71 años.

 Por lo que toca al reglamento de competencias, invariablemente es modificado cada año para adecuarse a la evolución que han tenido las diversas suertes que conforman este deporte arte.

A las mujeres charras ni si quiera se les permite votar por cualquiera de los candidatos que aspiran a ser presidente de la FMCH, tampoco pueden es coger a las delegadas estatales, no tienen voz ni voto a la hora de escoger a la delegada nacional de escaramuzas y la reina nacional no participa ni opina cuando celebran las justas mensuales.

Es muy triste ver que en pleno siglo XXI, la crítica al estereotipo del clásico charro mexicano, se encuentre estigmatizado por el machismo.